La 'autopista' de las estrellas

En Caminantes y caminos, Raymond Oursel nos habla de la psicolog¨ªa de los caminos hundidos: la del ensue?o y los sortilegios, del secreto, del acecho y del ojeo, donde confluyen en una misma actitud todas las potencias vegetales, animales y humanas. Cualquiera que haya tenido la vivencia de recorrer la parte gallega del Camino de Santiago sabe hasta qu¨¦ punto una corredoira, uno de esos caminos profundos, encierra toda una cosmolog¨ªa, como si la entra?able cuenca, ese reino del mirlo, protegida de la inclemencia por las salvisebes y del astro por laurel y acebo, fuera tambi¨¦n el carcaj donde duerme la flecha del tiempo.Oursel cita, en la campi?a francesa, los "caminos hundidos" del Alto y Bajo Poitou como ejemplares. Y de all¨ª parti¨®, precisamente, a principios del siglo XI, el buen cl¨¦rigo Aymeri Picaud, autor de la se?era Gu¨ªa del peregrino. Despu¨¦s de las penalidades pasadas, por lo que deja poco piadoso recuerdo de vascos, navarros y castellanos, Aymeri recupera la sonrisa en la campi?a gallega. Y no tanto por las gentes, a quienes ya encuentra excesivamente interesadas y litigantes, sino por el paisaje, las arboledas y las fuentes que cantan a la vieja manera. Es aqu¨ª tambi¨¦n donde la ruta que sigue el camino de las estrellas, la V¨ªa L¨¢ctea, el camino cristiano de Santiago, superpuesto a la c¨¦ltica llamada del Oeste (el pagano para¨ªso, Aval¨®n, las islas Floridas), vuelve a albergar la psicolog¨ªa de los caminos profundos.

Un camino rural

La actual intervenci¨®n restauradora, propiciada por la Xunta de Galicia, no s¨®lo ignora esta psicolog¨ªa de los caminos profundos, que evidentemente no se aprende en ning¨²n otro lugar que no sea en los caminos, sino que amenaza con destruir, por v¨ªa de la mixtificaci¨®n, todo lo que de aut¨¦ntico quedaba en el Camino de Santiago. Las toneladas de zahorra que inundan los caminos profundos y expulsan a las criaturas del remember, del recuerdo, con la intenci¨®n de homogeneizar los firmes, es s¨®lo la expresi¨®n m¨¢s brutal de c¨®mo una actuaci¨®n pretendidamente salvadora, con un presupuesto supermillonario, se ha tornado en una amenaza real para el legendario camino. Y todo porque parece ignorarse lo m¨¢s sencillo: el Camino de Santiago es un camino. Un camino medieval, rural, campesino. Con esta psicolog¨ªa, y no de calzada imperial, debe ser conservado.

Si el Camino de Santiago es un camino, una "obra de cultura" tatuada en la piel de la tierra por caminantes que, al tiempo, y durante siglos, escrib¨ªan una fascinante historia. En palabras de Goethe, Europa se hizo peregrinando a Compostela. Santiago es cristiandad, mas es tambi¨¦n la Rosa de Piedra, la ciudad Venera (la vieira, la concha de Venus, la fecundidad). Hace a?os, cuando esa maravillosa invenci¨®n se hab¨ªa ido disipando en la niebla, un cura de aldea, El¨ªas do Cebreiro, cogi¨® pintura y brocha y fue se?alizando el camino con flechas amarillas en mojones de piedra. Todav¨ªa hoy podemos ver algunas de las flechas de El¨ªas como humildes trazos que nunca enga?an, medio sepultadas u ocultas por un haz de indicadores de media docena de organismos que pugnan por publicitarse en el camino.

Ese contraste entre los trazos del cura El¨ªas y la actual profusi¨®n de r¨®tulos oficiales que compiten por significarse es quiz¨¢ la mejor met¨¢fora de lo que est¨¢ ocurriendo.

El Xacobeo 93 se ha presentado como una oportunidad de entero lanzamiento para Galicia. El prop¨®sito parece loable y merece el general consenso, m¨¢s a¨²n si tenemos en cuenta la marginaci¨®n de esta comunidad. Pero los problemas de Galicia no se solucionan con propaganda del m¨¢s rancio estilo kitsch, de la que puede dar idea el nombramiento de Julio Iglesias como embajador cultural por los nada diplom¨¢ticos honorarios de 300 millones de pesetas, al igual que resultar¨ªa rid¨ªculo pretender solucionar la incomunicaci¨®n viaria convirtiendo el camino de las estrellas en una especie de autopista rural, apta para el tr¨¢fico y la especulaci¨®n.

Para evitar la monumental herej¨ªa parece ya m¨¢s tarde que pronto. A mediados de este a?o, el Consejo de la Cultura Gallega, del que formo parte, present¨® al presidente de la Xunta un amplio y documentado informe detallando la gravedad de algunos aspectos de la intervenci¨®n restauradora en el Camino de Santiago. Fueron notorias tambi¨¦n las discrepancias dentro del Gobierno gallego, con cr¨ªticas de Cultura y de los funcionarios m¨¢s sensibles a la protecci¨®n del patrimonio. Pero por lo visto est¨¢ saliendo triunfante la cultura de la zahorra y el pastiche. La urbanizaci¨®n del Cebreiro, una joya de la m¨¢s primitiva arquitectura europea, y la ampliaci¨®n desmesurada de la carretera a Palas, y, sobre todo, por ¨²ltimo, la est¨¦tica de campo de concentraci¨®n de las obras del monte del Gozo muestran con vanagloria hasta qu¨¦ punto una leyenda de progreso se?orea a veces el blas¨®n: burro grande, ande o no ande. ?Que Deus os perdoe!