Nixon vuelve a la Casa Blanca
El hombre del Watergate aconseja sobre Rusia a su joven sucesor
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Pocas entrevistas sostendr¨¢ Bill Clinton en la Casa Blanca tan apasionantes y controvertidas como la que el lunes mantuvo con Richard Nixon. Con pocos personajes conversar¨¢ Clinton a lo largo de su mandato de quienes est¨¦ tan opuesto pol¨ªticamente, tan lejos generacionalmente, y de quienes, al mismo tiempo, tenga tanto que aprender. Habitualmente, cuando alguien se sienta frente al presidente de Estados Unidos, lo hace para escuchar. En esta ocasi¨®n, el que escuchaba era Clinton, que cit¨® a su anciano antecesor a la residencia presidencial para recoger ideas y consejos sobre infinidad de cosas relacionadas con el manejo del mundo, pero, sobre todo, sobre c¨®mo hacer frente a las relaciones con Rusia y con su presidente, Bor¨ªs Yeltsin.Clinton, de 46 a?os, y Nixon, de 80, son casi el ying y el yang de la pol¨ªtica norteamericana. Cuando Nixon aspiraba por primera vez a la presidencia, Clinton estudiaba el bachiller; cuando Nixon profundizaba la guerra en Vietnam, Clinton se manifestaba contra ella; cuando Nixon constru¨ªa su liderazgo anticomunista, Nixon era un turista en Mosc¨²; cuando Nixon estaba a punto de ser arrollado por las turbulencias del Watergate, a Clinton le ofrecieron una plaza para trabajar en ese caso en el comit¨¦ de investigaciones del Congreso. El puesto no lo ocup¨® ¨¦l, pero recomend¨® a una compa?era de profesi¨®n que le era muy pr¨®xima, Hillary Rodham, la actual primera dama, que no ha vuelto a hablar con Richard Nixon desde hace 20 a?os.
Aunque parezca mentira, dos personajes tan opuestos pueden ser mutuamente ¨²tiles en estos momentos. La iniciativa del encuentro la tom¨® el. actual presidente, quien qued¨® impresionado de la conversaci¨®n telef¨®nica de 40 minutos que el viernes pasado sostuvo con Nixon. Tenemos que seguir hablando, le dijo Clint¨®n, y le invit¨® a cenar el lunes en la Casa Blanca.
Bill Clinton ha comprendido que Nixon le puede ser muy ¨²til en un aspecto fundamental de su pol¨ªtica exterior, el de la actuaci¨®n de Estados Unidos en relaci¨®n con la crisis de Rusia, un asunto en el que el presidente no es un experto. Nixon y Clinton est¨¢n de acuerdo en que es necesaria una generosa ayuda econ¨®mica norteamericana para sostener a Yeltsin en el poder y evitar el ascenso de los conservadores, pero Clinton tendr¨¢ que librar una dura batalla en el Congreso para arrancar esa ayuda en momentos en los que la propia Casa Blanca pide sacrificios para reducir el d¨¦ficit. El respaldo de Nixon en este asunto le puede servir al presidente para vence la resistencia del ala derecha republicana.
Para Nixon, esta entrevista supone su plena rehabilitaci¨®n dentro del mundo institucional de Washington despu¨¦s de la larga penitencia de marginaci¨®n que sigui¨® al Watergate. El hecho de que Clinton reciba a Nixon despu¨¦s de a Jimmy Carter, pero antes que a Ronald Reagan, significa que el viejo halc¨®n republicano se ha ganado ya un puesto de honor en el escalaf¨®n de los ex presidentes. Si la qu¨ªmica de esta reuni¨®n funciona, Nixon podr¨ªa llegar a ser algo m¨¢s que eso: un nuevo guru de la Casa Blanca, un catedr¨¢tico, por fin, con c¨¢tedra.
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