Del Estado de bienestar al reparto del trabajo escaso
Francia vive un crispado debate sobre el paro
ERNESTO EKAIZER ENVIADO ESPECIAL, Con tres millones de parados y un Estado de bienestar que a pesar de su deterioro es considerado como uno de los m¨¢s avanzados de Occidente, el debate sobre el reparto del trabajo y los salarios se ha convertido en el tema estrella de la campa?a electoral. El desempleo ha sido la variable de ajuste de la pol¨ªtica econ¨®mica, y aquellos que a¨²n se benefician con la protecci¨®n social, cara y seguramente mal administrada, pero muy avanzada, se preguntan si el estado de las cuentas p¨²blicas permitir¨¢ mantener las ventajas a¨²n vigentes.
Los pol¨ªticos franceses, a derecha, izquierda y centro, se apasionan estos d¨ªas en el, debate electoralista sobre el paro y el derecho del ciudadano franc¨¦s al trabajo que consagra la Constituci¨®n de 1958. De 400.000 personas en paro registradas en 1974, la v¨ªspera de la gran recesi¨®n de 1975, Francia pas¨® a un mill¨®n dos a?os m¨¢s tarde, en 1976, para saltar a dos millones en 1982 y a tres millones durante los 10 a?os socialistas. En cierto modo, si se ha de creer a los datos del Instituto Nacional de Estad¨ªstica (Insee), en pura aritm¨¦tica, el trabajo supone cada vez mas una peque?a parte de la vida de los individuos: el tiempo de una jornada media entre la poblaci¨®n francesa mayor de 15 a?os es de 2,31 horas.Dos circunstancias contribuyen estos d¨ªas a crispar el debate electoral en torno al gran eje del paro. Por una parte, la manifiesta prestidigitaci¨®n del Gobierno de Pierre B¨¦r¨¦govoy, cuyo ¨²ltimo informe sobre el desempleo en 1992 ha permitido. maquillar, seg¨²n acusaciones, al parecer fundadas, de los partidos de oposici¨®n, la cifra en 2.978.400 demandantes de un puesto de trabajo (10,8,% de la poblaci¨®n activa), en lugar de los simb¨®licos tres millones.
El segundo punto es que, por primera vez, el desempleo. comienza a ense?orearse con los cadres (los ejecutivos medios y altos con diploma), una categor¨ªa social de mucho peso social y period¨ªstico en este pa¨ªs.
Reestructuraci¨®n
Si en 1992, a?o en el que la econom¨ªa creci¨® un 1,8%, el desempleo de estos profesionales creci¨® un 23,5%, ?qu¨¦ ocurrir¨¢ este a?o, con la econom¨ªa en recesi¨®n? Las grandes empresas y los bancos ya responden: m¨¢s reestructuraci¨®n. Los famosos cadres trabajan hoy m¨¢s que nunca y realizan labores que anteriormente estaban reservadas a personal sin cualificaci¨®n alguna. "Hoy d¨ªa lo chic de lo chic, aquello que suscita m¨¢s morbo, es el paro de los cuadros, el despido de ejecutivos y presidentes de empresa", ironiza Michel Albert, presidente de Assurances G¨¦n¨¦rale de France.
En este clima, todo el mundo habla en Francia, algunos con poco ¨¦nfasis y otros como si fuese la panacea, de repartir el trabajo y los salarios. Partager le travail et les revenus parece ahora la poci¨®n m¨¢gica, y hasta los partidos de la oposici¨®n han dejado de anatematizar dicha propuesta, como ocurr¨ªa en el pasado, con un tradicional ?Vade retro!. En su Diccionario de la reforma, libro publicado en medio de la campa?a electoral, Edouard Balladur, uno de los candidatos al puesto de primer ministro por el partido gaullista, RPR, define el problema del empleo as¨ª: "Hay que tomar conciencia: el pleno empleo para todos es un objetivo lejano. Mientras, hay que diversificar desde ahora las formas de trabajo, ante todo repartirlo, abrir verdaderas posibilidades al desarrollo del trabajo a tiempo parcial...
Nuevas formas de empleo
Su presidente, Jacques Chirac, no cree en la viabilidad de una f¨®rmula de reducci¨®n del tiempo de trabajo acompa?ada de una rebaja de los salarios. "La gran mayor¨ªa de los asalariados, no va a aceptarlo. Ser¨ªa m¨¢s pertinente imaginar nuevas formas de empleo que respondan a las necesidades de los franceses, como los servicios personales y el tiempo parcial", explic¨® el pasado fin de semana en Le Bourget al matizar su programa.
"En realidad, actualmente ya estamos compartiendo el trabajo y los salarios. Es el pleno empleo para unos, la precariedad de las peque?as chapuzas vara algunas
y, sobre todo, el paro integral para los otros. Y cuando hablamos de repartir el salario, ya lo hacemos. Es la financiaci¨®n de las jubilaciones anticipadas y del seguro de desempleo. En 1981, eso supon¨ªa 60.000 millones de francos; hoy, 135.000 millones [2,9 billones de pesetas] y unos 400.000 millones [8,8 billones de pesetas] si se suman todos los costes de la financiaci¨®n del desempleo", explica Ren¨¦ Passet, profesor de Econom¨ªa en la Universidad de Par¨ªs y director del Centro de Econom¨ªa, Espacio y Medio Ambiente. "Ahora bien, como ya repartimos trabajo y salarios, lo que tenemos que saber es si lo hacemos bien o mal. Yo creo que lo hacemos mal y necesitamos m¨¢s imaginaci¨®n".
El actual sistema de Estado de bienestar franc¨¦s procede de la expansi¨®n econ¨®mica de la posguerra -un resultado de los famosos Treinta Gloriosos, periodo con que los franceses se refieren a la fase 1945-1975-y mantiene tres tipos de beneficios sociales: ayudas por enfermedad, pensiones y asignaciones familiares. La financiaci¨®n del sistema, como apunta Passet, corre a cargo de empleadores, trabajadores y Estado. El seguro de desempleo, por su parte, fue establecidodo m¨¢s tarde, en 1958, tras un pacto social obrero-patronal; su remodelaci¨®n, en 1979, por el Gobierno de Raymond Barre no elimin¨® los derechos de todos los participantes en el mercado laboral, incluyendo a los j¨®venes que abandonan las escuelas para buscar un primer trabajo, a acogerse en el sistema. En el sistema de salud, que cuenta con la participaci¨®n de la mayor¨ªa abrumadora de m¨¦dicos franceses (143.000), los pacientes pagan directamente las facturas por tratamiento y prescripci¨®n de medicinas y son reembolsados en parte o la totalidad del coste.
?Qu¨¦ hacer, pues, para atacar el desempleo? "El tiempo parcial est¨¢ mal visto por la izquierda y a la derecha le gusta poco el reparto del trabajo. Yo propongo el tiempo reducido", dice Albert. En AGF, seg¨²n explica, se ha puesto en pr¨¢ctica la Prima de Voluntarios del Tiempo Reducido (PVTR). La empresa de seguros AGF paga a cada empleado con familia que acepte trabajar al 80% de su tiempo, o una semana de cuatro d¨ªas, un extra de 265 francos (unas 5.900 pesetas) por mes. El trabajador puede optar por volver a la semana completa si as¨ª lo decide. Este sistema acoge ya a un 12% de la plantilla de AGF. ?Se puede generalizar? "Claro. Podr¨ªa ser financiado mediante una disminuci¨®n del conjunto de cotizaciones y pagado por la Caja de. Asignaciones Familiares", sostiene Albert.
La flexibilidad del mercado laboral ha sido otro de los dogmas del Partido Socialista franc¨¦s y una prueba de su aggiornamento liberal. "Yo creo que la flexibilidad es necesaria, pero si contin¨²a as¨ª durante 10 a?os, el n¨²cleo duro de los asalariados cualificados se ver¨¢ reducido a tres millones de trabajadores a tiempo pleno, es decir, el equivalente de los tres millones de parados que tenemos hoy d¨ªa", explica Henri Vaquin, soci¨®logo especializado en el mundo de la empresa. "Si no regulamos este proceso, los responsables de ventas de las empresas van a terminar pregunt¨¢ndose a qui¨¦n vender sus productos. Ya no se trata s¨®lamente de competitividad, sino de la capacidad de absorci¨®n del mercado", advierte Vaquin.
Los 'nuevos pobres'
"Cada crisis tiene su vocabulario. Ahora, en Francia, s¨®lo se habla de una cosa: los nuevos pobres", explica Michel Albert. La estructura de empleo en Francia destaca tres capas: en la superior se sit¨²a el asalariado tradicional, que posee un empleo estable y contrato indefinido; en la inferior est¨¢n los llamados nuevos pobres: parados que han agotado su derecho, beneficiarios del ingreso m¨ªnimo de reinserci¨®n, (RMI, asignaci¨®n con derechos sociales desde 1988), marginales sin pr¨¢cticamente recursos. Y entre ambas capas hay una zona de empleados a tiempo parcial, contratos de breve duraci¨®n, chapuzas mas o menos legales, prejubilados o parados encubiertos.Entre 1982 y 1992, la modalidad de empleo tradicional (jornada completa y contrato indefinido) ha sufrido una p¨¦rdida de 600.000 puestos, en tanto que se han creado 1,2 millones de los nuevos puestos con jornada parcial, contratos temporales y otros. "Es necesaria una nueva oferta. Yo no creo que debamos responder a la competencia de los polacos o tailandeses rebajando los salarios... Tenemos que aportar valor a?adido a los productos. Pero tambi¨¦n digo que hace falta desarrollar empleos de d¨¦bil o escaso valor a?adido que los socialistas han comenzado a descubrir despu¨¦s de re¨ªrse de Reagan", afirma Alain Madelin, vicepresidente del partido de centro de Val¨¦ry Giscard d'Estaing, UDF.
Los llamados nuevos pobres, aquellos que perciben ingresos individuales, a trav¨¦s de las subvenciones, de 2.200 francos (48.000 pesetas) al mes son, seg¨²n la estad¨ªstica oficial, unos tres millones de personas. "Sin embargo, la pobreza monetaria es menor entre las personas m¨¢s viejas", matiza Bertrand Fragonard, delegado del sistema RMI.
Otro aspecto de la flexibilidad laboral, la libertad para reducir plantillas, ha sufrido recientemente un freno. En 1986, el Gobierno de Chirac rechaz¨® la ley por la cual los despidos y ajustes de plantilla deb¨ªan someterse a autorizaci¨®n p¨²blica previa. Pierre B¨¦r¨¦govoy hizo aprobar en diciembre una nueva ley por la cual las empresas deben presentar puestos de trabajo alternativos antes de proceder a su despido. Sin esos planes, los ajustes de plantilla corren el riesgo de ser ilegalizados.
"La libertad para despedir o contratar es total. Nada impide en Francia a una empresa contratar o despedir como mejor lo desee. Pero debe hacerlo correctamente", asegur¨® esta semana en un debate con la oposici¨®n la ministra de Trabajo, Martine Aubry. "Incluso, si lo desea, pueden hacer un contrato de duraci¨®n definida por tres d¨ªas".
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