"Hay menos violencia que antes", dice Rojas Marcos
Ni la violencia que se vive actualmente es un fen¨®meno nuevo, ni los enfermos mentales "son responsables de la inseguridad de nuestras calles", coincidieron ayer en se?alar en Madrid Luis Rojas Marcos, jefe de los servicios de salud mental de la ciudad de Nueva York; Manuel Desviat, psiquiatra, y Jos¨¦ Cabrera, catedr¨¢tico de psiquiatr¨ªa y m¨¦dico forense. "Si se mira en general, hay menos violencia de la que hab¨ªa antes", coment¨® Rojas Marcos, para quien los delitos o cr¨ªmenes sexuales son cometidos frecuentemente por personalidades sociop¨¢ticas, v¨ªctimas eternas de la sociedad.
Los psiquiatras tienen especial inter¨¦s en demostrar con he chos y cifras que detr¨¢s de los actos de violencia, asesinatos de ni?os o salvajes cr¨ªmenes sexuales como los registrados recientemente en Espa?a, raramente se encuentra un enfermo mental. "En mi experiencia, el enfermo mental es m¨¢s v¨ªctima que causante de la violencia. ?l y sus familias son v¨ªctimas; de la violencia institucional, porque las instituciones no se responsabilizan de su tratamiento y apoyo", afirm¨® Luis Rojas Marcos en una mesa redonda organizada por la Confederaci¨®n Espa?ola de Agrupaciones de Familiares y Enfermos Mentales (Feafes).El hecho es que la violencia existe, fomentada o no por la "cultura de casquer¨ªa", como dijo el psiquiatra Manuel Desviat. Rojas Marcos record¨® entonces la larga historia de sangre y armas forjada en los ¨²ltimos 20 siglos. Se remont¨® hasta los espect¨¢culos circenses de leones y presas humanas organizados por los romanos para terminar admitiendo que "hoy hay menos violencia de la que hab¨ªa antes". Si acaso encontr¨® un rasgo diferencial y propio de las ¨²ltimas d¨¦cadas, y es su gran capacidad de difusi¨®n gracias a los medios de comunicaci¨®n.
"La fascinaci¨®n que hay por la violencia hace que el causante de alguna forma sepa que va a ser visto por la sociedad; que va a tener un acceso al p¨²blico. Hoy podemos hablar de una violencia m¨¢s rebuscada, m¨¢s intelectualizada, menos salvaje desde el punto de vista animal. El animal se come a otro animal y no parece que disfrute en el proceso. Lo hace por necesidad. La violencia de hoy es m¨¢s civilizada, entre comillas; m¨¢s preparada para salir en la televisi¨®n", afirm¨®.
Desviat entiende que los pueblos, a medida que incrementan su cultura, respetan m¨¢s la vida humana. "Y la sociedad es m¨¢s culta, es verdad, pero tambi¨¦n existe una gran desproporci¨®n entre los ricos y los marginados que lo ven como en un escaparate", dijo.
En su opini¨®n, los medios de comunicaci¨®n juegan un doble papel en la sociedad actual. "En un sentido pueden elevar el nivel de conciencia de los ciudadanos, pero en otro degradan la convivencia social, des pertando los instintos en aquellos proclives a la violencia".
Personalidad antisocial
Los psiquiatras coincidieron en que los protagonistas de la violencia social no son enfermos mentales ni pueden ser tratados como tales, sino m¨¢s bien personalidades antisociales forjadas por el abuso infantil, los problemas econ¨®micos o la humillaci¨®n del castigo f¨ªsico que se les ha impuesto. "Las personas que han tenido estos problemas en la infancia no desarrollan un sentimiento hacia el sufrimiento humano y cuando crecen, por lo general, cometen actos violentos", indic¨® Rojas Marcos. "Nuestra sociedad machista es una f¨¢brica de violadores", puso Desviac como ejemplo de la influencia social en el delito.
Jos¨¦ Cabrera, catedr¨¢tico y psiquiatra penitenciario, lo demostr¨® con datos: "En Espa?a hay 38.000 presos y s¨®lo un 10% de ellos utiliza medicaci¨®n psicofarmacol¨®gica, la mitad como consecuencia de la propia situaci¨®n carcelaria". Cabrera insisti¨® en que los delitos se cometen por trastornos disociales que de ninguna manera pueden ampararse en la enfermedad mental. "M¨¢s del 60% de los violadores no tiene ning¨²n estigma psiqui¨¢trico; por tanto, deben cumplir los 15, 20 o 50.000 a?os de c¨¢rcel que se les impongan".
"Se ha intentado muchas veces meter mano en el tratamiento de los trastornos psicosociales, y no hay manera, porque por el momento no hay soluci¨®n", continu¨® Cabrera. "Mientras tanto, estas personas, si insisten en seguir cometiendo maldades, tienen que seguir estando en las c¨¢rceles", agreg¨®. Llegados a este punto, Rojas Marcos se pregunt¨®: "?Y qu¨¦ es entonces lo que se puede hacer?". "Hay que hacer prevenci¨®n en los ni?os", sugiri¨®. "Para los que ya sufren trastornos el tratamiento es dificil y pesimista. Por tanto, hay que influir en las familias, que es donde se crean las personalidades antisociales".
Venta de tranquilizantes
Como indicativo del clima social, Cabrera coment¨® que el f¨¢rmaco m¨¢s vendido en Espa?a es un tranquilizante. "Habr¨ªa que preguntar el porqu¨¦ a los m¨¦dicos, soci¨®logos y a nuestros pol¨ªticos", apostill¨®.
Luis Rojas Marcos, sorprendido con el dato, reflexion¨®: "El que una poblaci¨®n necesite un tranquilizante para vivir el d¨ªa a d¨ªa es un dato muy significativo del estr¨¦s y la ansiedad que padece".
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