Muere Gabriel y Gal¨¢n en su c¨¦nit creativo
El autor de 'Muchos a?os despu¨¦s' ser¨¢ enterrado hoy en Torrelodones
Ayer muri¨® en Madrid, a los 52 a?os, el escritor y periodista Jos¨¦ Antonio Gabriel y Gal¨¢n que batall¨® durante doce a?os contra la terrible carga de un linfoma. Un padecimiento que no logr¨® impedirle, sin embargo, elevar, con esfuerzo heroico, el valor de su escritura, hasta ser reconocido internacionalmente con el premio Eduardo Carranza de 1991 por su novela, ahora emblem¨¢tica, Muchos a?os despu¨¦s. Su entierro se celebrar¨¢ hoy domingo a la una de la tarde en el cementerio de Torrelodones (Madrid).
La vida de Gabriel y Gal¨¢n reproduce casi en absoluto y en tiempo presente la pugna ejemplar de un escritor con el proceso de la creaci¨®n y sus padecimientos solitarios. Hace aproximadamente un a?o, cuando tras muchos de moderada audiencia, hab¨ªa obtenido el prestigioso premio Carranza y se encontraba ocupado con una nueva novela, anotaba en su diario: "Ciertamente, mi vivencia de la contradicci¨®n (creadora) es perfecta. Desear¨ªa escribir herm¨¦ticamente, entendido solamente por los especialistas y, al mismo tiempo, tener ¨¦xito popular. Estoy en liza por los premios de la Cr¨ªtica y del Nacional de Literatura (con Muchos a?os despu¨¦s). Si no me llevo alguno me sentir¨¦ defraudado, deprimido, porque creo que en justicia mi novela es mejor que las dem¨¢s. ?Qu¨¦ significa injusticia? ?Por qu¨¦ no me conformo como hab¨ªa dicho con el acto de la creaci¨®n? ?Por qu¨¦ vuelvo a las andadas del reconocimiento debido? (...) El problema es que esto afecta a mi forma de escribir (...) Pero no puedo hacer concesiones. Las vivir¨ªa como una traici¨®n y sin embargo desear¨ªa el gran favor popular (Despu¨¦s del gran favor de la cr¨ªtica seria)."
La ley del azar
En ese a?o 1992, los premios de la Cr¨ªtica y el Nacional de Narrativa recayeron, respectivamente, sobre Umbral y Mu?oz Molina que ya hab¨ªa obtenido otro favor popular m¨¢s con el Planeta.?Es una loter¨ªa lo que decide el destino de las personas, de los autores, del reconocimiento general? Gabriel y Gal¨¢n ten¨ªa razones para creer en el imperio del azar. De una parte le hab¨ªa tocado a ¨¦l, en 1980, el diagn¨®stico de un c¨¢ncer coincidiendo precisamente con el estreno de su feliz adaptaci¨®n de La velada de Benicarl¨®. Le hab¨ªa tocado de s¨²bito el comienzo de unas semanas de dicha literaria y el principio de un seguro calvario hospitalario. Como obstinado jugador, la ruleta le retaba desde la catadura de un mal que elevaba la partida a un lance de vida o muerte. Su coraje contra la adversidad y sus positivas reacciones a las recaidas, sorprendieron sucesivamente a todos los equipos m¨¦dicos que le trataron en Espa?a o en Estados Unidos. Debilitado una y otra vez por los tratamientos, clav¨® ante su escritorio una serie de fotograf¨ªas del Picasso octogenario brioso y risue?o en plena actividad creadora. Gabriel y Gal¨¢n era tambi¨¦n un trabajador directo. Apenas se encuentran tachaduras en sus manuscritos.
La creaci¨®n, el paso del tiempo, el riesgo, el juego formaron el grupo de sus obsesiones. Una vez regresando de Francia con su mujer y su hijo detuvo el coche en una gasolinera con el pretexto de llenar el dep¨®sito. Apenas les quedaba dinero. Mientras le esperaban en la cafeter¨ªa fue a un casino pr¨®ximo y gan¨® en unos minutos tanta pasta como para aguantar los siguientes tres meses. Prudente en la vida, el juego fue su repetida aventura, tal como muestra un personaje de Muchos a?os despu¨¦s. Le bastaba con que la probabilidad no fuera cero para seguir combatiendo por la recompensa. "Mi pensamiento -escrib¨ªa en una nueva acometida del c¨¢ncer- est¨¢ romo en estos ¨²ltimos meses desde que inici¨¦ el (nuevo) tratamiento de quimioterapia. Me envenenan para destruir lo maligno en mi, pero tambi¨¦n me est¨¢n envenenando en lo que puede considerarse mi yo ¨ªntimo. Lo que est¨¢ ocurriendo en mi cuerpo es una aut¨¦ntica batalla campal entre toda una bater¨ªa de armas qu¨ªmicas y el desbarajuste de las c¨¦lulas malignas que se reproducen de manera desaforada. Vivo un combate a muerte."
La m¨²sica cl¨¢sica, el flamenco, Brassens, C¨¨line, Cervantes, Pascal, Saint John Perse, sus hijos y Cecilia, su mujer inquebrantable, han sido los apoyos fundamentales. "Sigo viviendo gracias a mi familia y a la escritura" confesaba hace d¨ªas a ?ngel Garc¨ªa Pintado.
Sin perder la lucidez, apostado contra el mal y buen conocedor del valor de la escritura para conjurar el peor de los desastres, garabateaba en su diario: "Me miro al espejo por las ma?anas, cada ma?ana con m¨¢s intensidad y extra?eza. Voy contemplando mi transformaci¨®n. En el espejo no hay m¨¢s que dos ojos enormes, perplejos, sin cejas, enmedio de una inmensa masa carnosa, amarillenta, como un desierto, con una cabeza rasurada blanca y pelo pincho que luchan por abrirse paso sin lograrlo pues cada ma?ana son m¨¢s grandes los ojos sin protecci¨®n y el rostro m¨¢s trasl¨²cido y sin sustancia".
Como el escritor de raza que era, lo que la enfermedad le demol¨ªa fatalmente por un lado, lo supl¨ªa Gabriel y Gal¨¢n con la energ¨ªa de seguir construyendo literatura.
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