Permanente b¨²squeda
?Se puede ir por libre, tanto en la vida como en la literatura, en una sociedad compartimentada en clich¨¦s, cuarteada en tribus, clasificada y etiquetada? ?Se puede sobrevivir al margen de la rueda de las modas? ?Se puede ejercitar la libertad literaria, y del esp¨ªritu, yendo de un lado a otro, de la poes¨ªa al periodismo, del ensayo a la novela, del teatro a los guiones radiof¨®nicos, sin menospreciar ning¨²n g¨¦nero? ?Se puede ser agn¨®stico y religioso a la vez, creer en las ideolog¨ªas y ser esc¨¦ptico ante ellas? ?Se puede luchar denodadamente contra una enfermedad aniquiladora y aceptar sin rabia el inexorable final? Jos¨¦ Antonio Gabriel y Gal¨¢n, pudo. En realidad, su vida y su obra son un constante pendular indagatorio de las posibilidades expresivas que ofrece la escritura, sin desde?ar ni una sola de sus manifestaciones, al tiempo que una permanente b¨²squeda, por un lado de lo absoluto y por otro de esa oculta realidad que se esconde detr¨¢s del brusco final de un delincuente juvenil o de las andanzas de un antiguo militante comunista que busca en el juego la imposible respuesta a los interrogantes que plantea el simple oficio de vivir.
Austero y preciso
Su obra literaria no es excesivamente extensa. No hay en ella m¨¢s unidad de estilo que un lenguaje medido, casi siempre austero y preciso, con gran respeto al significado de las palabras, sin sometimientos a escuelas, modas literarias o concesiones a los gustos imperantes o impuestos. Algunos podr¨ªan considerarle como un continuador de la generaci¨®n realista. Otros le situar¨¢n, a pesar de la diferencia de edad, colateralmente dentro de la generaci¨®n de los cincuenta.
Sin embargo, ese encuadramiento u otros que igualmente podr¨ªan hacerse, resultan forzados, porque si algo caracteriza precisamente a Gabriel y Gal¨¢n es su deliberada huida de corrientes y emplazamientos generacionales. Aunque, por supuesto, participe y tenga muchas cosas en com¨²n con todos ellos. Tambi¨¦n literariamente, por supuesto.
Solo, aunque nunca solitario (su concepto de la an¨²stad estaba por encima de cualquier otra cosa, literatura inclu¨ªda), indagador en las profundas simas en las que puede sumergirse el ser humano, nunca espectador ni de la vida ni de la historia, cosmopolita en sus aficiones y gustos culturales pero enraizado en su tierra extreme?a, excelente articulista y agudo cr¨ªtico, Jos¨¦ Antonio Gabriel y Gal¨¢n ser¨¢ siempre uno de esos escritores, no hay muchos, y una de esas personas, todav¨ªa menos, que escap¨¢ndose para no ser clasificados tendr¨¢ siempre entre sus lectores y amigos ese puesto de honor que algunos jurados y autores de antolog¨ªas le negaron tantas veces. De todas maneras no hay que lamentarse: ¨¦l lo prefiri¨® as¨ª.
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