Voluntad de integrar
Las cifras enga?an. De los 11 millones de habitantes de la regi¨®n parisiense, 1,4 millones son inmigrantes legales, y quiz¨¢ unos 200.000 m¨¢s no tengan los papeles en regla. Pero eso no explica la extraordinaria diversidad humana de las calles parisienses. Para comprender en su justa medida por qu¨¦ en todas partes hay tantos eslavos, latinos, africanos, magreb¨ªes y asi¨¢ticos, hay que recordar que, de los nueve millones de parisienses que tienen la nacionalidad francesa, el 25% nacieron en el extranjero o tienen padres o abuelos nacidos en el extranjero. Y es que Francia concede su nacionalidad con mucha mayor generosidad que, por ejemplo, Alemania. El turco que lleva 25 a?os en Alemania sin ser considerado ciudadano de pleno derecho de ese pa¨ªs ya ser¨ªa franc¨¦s en Francia. Y, con toda seguridad, sus hijos. Ese esp¨ªritu no es atribuible a la izquierda. Es uno de los fundamentos de la naci¨®n francesa. Charles de Gaulle lo record¨® con su c¨¦lebre frase: "Francia es una idea, no una raza". Tras haber hecho a los jud¨ªos ciudadanos de pleno derecho de la Rep¨²blica, tras haber integrado a millones de polacos, rusos, armenios, italianos o espa?oles, Francia est¨¢ empe?ada en hacer franceses a los casi cuatro millones de inmigrantes magreb¨ªes, africanos y asi¨¢ticos que ahora viven en su suelo.
Y cuando dice integrar no dice tan s¨®lo darles un carn¨¦ y un pasaporte, sino evitar el modelo anglosaj¨®n, en el que m¨²ltiples comunidades viven separadamente, cada cual en su propio gueto.
?sa es la profunda originalidad de lo que est¨¢ pasando en Par¨ªs. La capital francesa no aspira a ser una ciudad multirracial, que ya lo es, sino una capital mestiza. Ello obliga a sus autoridades a lidiar con problemas como la. poligamia o el velo de los musulmanes, la escisi¨®n del cl¨ªtoris de las ni?as africanas o el trabajo de los menores entre los asi¨¢ticos.
La cultura se enriquece
Entrentanto, la cultura parisiense se enriquece. Los trabajos de cantantes como Salif Keita, de Mali; Yousou N'Dour, de Senegal, o Cheb Jaled, de Argelia, han sido difundidos a todo el mundo a partir de Par¨ªs. Grupos musicales como Mano Negra, Negresses Vertes o Gipsy Kings estan constituidos por franceses salidos de la inmigraci¨®n. Safo y Amina son solistas procedentes del Magreb. Ese crisol cultural ha convertido a Par¨ªs en una de las fortalezas de una nueva est¨¦tica musical, la llamada world music, la m¨²sica del mundo. El mismo fen¨®meno se registra en literatura con el marroqu¨ª Tahar Ben Jelloun, que escribe en franc¨¦s. O en cine con el argelino Mahinud Zeminuri, director de esa maravillosa pel¨ªcula llamada Los locos a?os del tw?st. Si una ciudad europea est¨¢ buscando la mezcla de razas, religiones y culturas, ¨¦sa es Par¨ªs, capital de Francia.
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