"La literatura es mi amante"
El escritor uruguayo Juan Carlos Onetti, de 84 a?os, acaba de publicar su ¨²ltima novela, Cuando ya no importe (Alfaguara). Es un libro es crito en noches de insomnio, en el que el autor demuestra ser fiel a su mundo: el escenario m¨ªtico de Santa Mar¨ªa, algunos de sus personajes m¨¢s queridos, el burdel de siempre y paisajes y personas perfectamente reconocibles para sus lectores habituales
Es como una inmensa ballena blanca varada, que nunca abandona la cama, de esas de hospital que permiten sobrevivir con el tronco erguido. A su alrededor yacen no los restos del naufragio, no los fardos que ha arrojado a la orilla el mar, sino sus utensilios, los que le escoltan.Alardea de su incurable pereza; a Onetti le cuesta publicar, pero no escribir, "?Que si escribir ayuda a vivir? S¨ª, sin duda". Onetti enciende un cigarrillo al que al rato dejar¨¢ a su suerte, olvidado en un cenicero. "Escribir es una felicidad".
Y lo dice mientras echa una ojeada r¨¢pida a su ¨²ltima novela, Cuando ya no importe (Alfaguara). "Este ¨²ltimo libro lo escrib¨ª ac¨¢ en noches de insomnio, porque ahora se me ha cambiado el sue?o, vete a saber por qu¨¦ razones misteriosas, y me he pasado las noches escribiendo, y muy feliz de hacerlo. Siempre he tenido la sensaci¨®n de que escribiendo uno est¨¢ agarrado a la cola de la vida... ".
En este libro aparece de nuevo el escenario m¨ªtico de Santa Mar¨ªa y todo su mundo. Pero, ?por qu¨¦ vuelvo siempre al mismo mundo imaginado? Ah, eso no lo s¨¦".
A su edad, y con la obra que tiene ya a sus espaldas, tal vez pueda sentir Onetti que se est¨¢ despidiendo de la literatura. "S¨ª, sin duda, y creo que esta vez he tenido, si no de forma totalmente consciente, la sensaci¨®n de que esto es lo ¨²ltimo que voy a escribir. Ser¨ªa corno mi testamento literario, para decirlo en espa?ol, ?no?, que ustedes son muy grandilocuentes. He percibido ese presentimiento, s¨ª, y qu¨¦".
Tal vez ha escrito este libro sabiendo que lo mejor de Onetti ya est¨¢ en la literatura o qui¨¦n sabe, le pregunto, si se escribe con la idea de mejorar lo anterior. "No tengo la menor intenci¨®n de hacer comparaciones entre unos y otros. He escrito este libro porque me entusiasmaba la historia y sin otro prop¨®sito. Tengo la suerte de que he escrito..., no s¨¦, bueno, digamos diez libros, pues tengo la suerte de que siempre hay un grupo de lectores (que dice: 'Este libro que a nosotros nos gusta es el mejor, y cr¨¦eme si te digo que conozco por lo menos diez grupos de admiradores, as¨ª que, qu¨¦ quieres, Salgo siempre ganando".
Interrumpe el accidentado di¨¢logo y pide, anfitri¨®n inm¨®vil, alcohol para el visitante y para ¨¦l. "Ag¨¹ita, ?verdad, Juan?, ag¨¹ita", sugiere sin convicci¨®n una voz femenina. "S¨ª, para el whisky", ordena Onetti, y se pierde por el pasillo la voz rendida femenina. "S¨ª, estupendo, con los antibi¨®ticos que est¨¢s tomando".
Enciende un cigarrillo, de corta vida y prosigue su soliloquio: "... Aceptar¨ªa que despu¨¦s d¨¦ tantos a?os ya he dado lo mejor de m¨ª, que esto se acab¨®, pero no me preocupa. Nunca he sido un esclavo del escribir, como lo son Vargas Llosa o Garc¨ªa M¨¢rquez. Alguna vez se lo he dicho a ellos: lo que t¨² tienes son relaciones conyugales con la literatura, tienes que cumplir con tu se?ora esposa, mientras que yo tengo relaciones pasionales con mi amante, eso es la literatura para m¨ª: una amante. Cuando noto esa pasi¨®n, escribo, y cuando no, pues no. En un pasado reciente estuve muchos a?os sin escribir, ten¨ªa asuntos personales que arreglar y no pas¨® nada".
Y lo dice mientras ve c¨®mo una sol¨ªcita mano femenina le echa agua traicionera al whisky y hace un gesto de rendici¨®n c¨®mplice. "No me sorprende demasiado leer lo que los dem¨¢s piensan de mi obra. Cuando leo cr¨ªticas siento m¨¢s bien curiosidad, una curiosidad muy desgajada de ese libro que se supone que es mio, que fue m¨ªo, porque yo cuando termino un libro, le digo adi¨®s...".
"?D¨®nde estar¨ªa yo cuando conceb¨ª Santa Mar¨ªa?, pues posiblemente en Argentina,. s¨ª, en Buenos Aires, porque ahora -pienso, sin poderlo afirmar totalmente, que fue en el tiempo de la dictadura peronista.... y no s¨¦ por qu¨¦ co?o se le ocurri¨® a Per¨®n, tal vez por un comentario de radio que no le gust¨®, suprimir un barco que hac¨ªa todas las noches el trayecto Montevideo-Buenos Aires y viceversa; s¨ª, pudo ser por eso, porque yo no ten¨ªa ya claro ni una ciudad ni otra, y me imagin¨¦ Santa Mar¨ªa, conservando indudablemente, porque no pod¨ªa ser de otro modo, caracter¨ªsticas rioplatenses, que ah¨ª est¨¢n, se pueden rastrear, seguro".
Y en ese mapa imaginario se mueven, desde entonces, los fantasmas de su literatura, el doctor D¨ªaz Grey, Larsen, Brausen. Pero en el mapa imaginario de Onetti siempre hay rotos, por los que se cuela la realidad. En Cuando ya no importe se alude a Montevideo. "S¨ª, hay un viaje a Montevideo, al principio", y se alude tambi¨¦n a aquella triste frase c¨¦lebre de cuando la dictadura militar uruguaya del aeropuerto de Montevideo: "El ¨²ltimo en salir que apague la luz".
Extra?a, s¨ª, su pa¨ªs, Uruguay, pero no le gusta que hable de nostalgia. "Nostalgia, no; nostalgia es un t¨¦rmino que indica algo de intensidad, como la saudade, y volver all¨¢ ser¨ªa como volver a mi vida, pero con 50 a?os m¨¢s, y eso no sirve para nada. Como dec¨ªa Neruda, nosotros los de entonces ya no somos los mismos; nosotros ni, ay, Onetti lee todo lo que cae en sus manos (libros y peri¨®dicos, y muestra una gran preocupaci¨®n por lo que ocurre en Espa?a; me dijo que no grabara lo que piensa que hay detr¨¢s de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, esa mu?eca rusa) y, sobre todo, novelas policiacas. "No me averg¨¹enza decir que me gustan las policiales, ?sab¨ªas que Neruda viajaba siempre con una maleta que le preparaba su mujer llena de novelas policiales?, ?y que el presidente Roosevelt, con quien siempre he simpatizado, era un hincha de las policiales?'.
Y qu¨¦ cosas, en definitiva, le siguen importando, ah¨ª, en la cama, embarrancado en el ¨²ltimo piso de la avenida de Am¨¦rica. "Hay tantas cosas todav¨ªa, escribir, leer... Me importa escribir, me importa leer, me importan las visitas de hermosas ni?as..., son tan misteriosas las mujeres, ?sabes que mantienen el encanto mucho m¨¢s tiempo que el hombre?'.
"Siempre he adorado a las mujeres, siempre... Fui muy feliz con ellas". Y mientras enciende un cigarrillo y s¨®lo encuentra agua en su vaso de whisky, Juan Carlos Onetti, el autor de El pozo, de Tiempo de abrazar, de La vida breve, de Tan triste como ella, de La muerte y la ni?a, de Los adioses, en fin, calla.
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