Ciclo Brahms de la Fundaci¨®n Caja de Madrid
La segunda y ¨²ltima actuaci¨®n de Lorin Maazel, Horacio Guti¨¦rrez y la Sinf¨®nica de la Radio de Baviera para el ciclo Brahms constituy¨® un nuevo triunfo para todos.La verdad es que los muniqueses pueden sentirse orgullosos en materia musical: poseen dos magn¨ªficas orquestas -¨¦sta de la Radio y la Filarm¨®nica-, tienen consigo dos batutas tan importantes como las de Celibidache y Maazel, y una ¨®pera ejemplar en su funcionamiento y en !u programaci¨®n.
Los instrumentistas de la Radio de Baviera son, colectiva e individualmente, de todo punto admirables. Poseen adem¨¢s un entusiasmo, una capacidad de entrega, que electriza sus versiones y las hace fuertemente comunicativas. M¨¢s aun cuando est¨¢n regidas por el pensamiento y la t¨¦cnica de un maestro como Lorin Maazel, que se encuentra hoy en el punto justo de madurez: aquel en el que la juventud toda v¨ªa no ha vuelto su espalda.
Ciclo Brabms
Orquesta de la Radio de Baviera.Director: L. Maazel. Solista: H. Guti¨¦rrez. Auditorio Nacional. Madrid, 16 de marzo.
Entre el primer y el segundo concierto para piano de Brahms transcurren m¨¢s de 20 a?os, pero la personalidad del compositor evoluciona dentro de su propio estilo. M¨¢s que evolucionar, profundiza, lo que implica para el int¨¦rprete que lo aborda mayores dificultades estrictamente musicales y m¨¢s agudizada inteligencia. El virtuosismo, aun existiendo, es menos evidente, m¨¢s enteramente puesto a los pies del pensamiento musical que en el primer concierto. La versi¨®n del cubano Horacio Guti¨¦rrez, pianista que sabe crear un sonido propio y bello, fue excelente, pero impresion¨® menos a la audiencia, quiz¨¢ porque ese algo m¨¢s" que la obra conlleva no lleg¨® a reflejarse con exactitud en el solista, siempre bien orientado e impostado en el sonido orquestal que Brahms utiliza en actitud de poder a poder.
La Sinfon¨ªa n¨²mero 2 en re mayor volvi¨® a sumergirnos en la m¨¢s alta calidad musical. Maazel hizo, otra vez, una versi¨®n ver¨ªdica y personal de Brahms concebida desde su inequ¨ªvoca naturaleza de artista. Habr¨ªa que se?alar, a modo representativo, los magn¨ªficos solos del oboe y del violonchelo, pero tambi¨¦n la grave densidad de las cuerdas, la dulzura de los clarinetes, pero al fin acabar¨ªamos por donde hemos empezado: la exaltaci¨®n de una orquesta magn¨ªfica como es la de la Radio de Baviera.
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