Un toro de poder
Atanasio / Ortega, Soro, S¨¢nchez
Toros de Atanasio Fern¨¢ndez, con trap¨ªo, 4? poderoso; en general mansos, de feo estilo; 1?, pastue?o.
Ortega Cano: media estocada tendida baja recibiendo -aviso- y dobla el toro (ovaci¨®n y salida al tercio); rueda de peones antes de entrar a matar, pinchazo y bajonazo escandaloso (bronca).
El Soro: estocada corta ladeada (silencio); tres pinchazos bajos, pinchazo -aviso-, nuevo pinchazo y descabello (ovaci¨®n y salida al tercio). Manolo S¨¢nchez: tres pinchazos y estocada (silencio); bajonazo descarado (palmas).
Plaza de Valencia, 18 de marzo. S¨¦ptima corrida de Fallas. Lleno.
Por primera vez en la feria un toro derrib¨® al caballo de picar y luego hubo otro de mayor poder, que derrib¨® dos veces con gran estr¨¦pito. La gente no se lo pod¨ªa creer. Salen tantos toros febles, modorros y p¨²tridos, que ya apenas hay referencias de c¨®mo se comporta un toro ¨ªntegro en estado puro, tal cual lo pari¨® su mam¨¢, la vaca.De manera que el toro con trap¨ªo, seriedad, fuerza y lo que hay que tener, aparecido de s¨²bito en la rubia arena del coso valenciano, constituy¨® para muchos una sorpresa, y, al propio tiempo, la revelaci¨®n de c¨®mo fue de emocionante e intensa esta fiesta, en tiempos no demasiado lejanos de autenticidad y plenitud lidiadora.
El torazo de los dos derribos sac¨® al picador de la silla en el tercer encuentro, a punto estuvo de desmontarlo, y a¨²n habr¨ªa aguantado una cuarta vara en regla, a juzgar por el genio y la pujanza retadora que desarroll¨® hasta caer abatido de un infamante bajonazo.
Ortega Cano fue el encargado de torearlo y ejecutarlo. Y lo hizo con lamentable olvido del arte y del decoro. Intentaba Ortega Cano pegar derechazos -que el toro admit¨ªa de mal talante- y entonces dirig¨ªa la mirada al p¨²blico con la enternecedora expresi¨®n propia de los incomprendidos. ?Qu¨¦ hacer? La l¨®gica -si hubiera recurrido a ella- le habr¨ªa aconsejado intentar cualquier otra suerte de las numerosas que configuran la tauromaquia -natural, ayudado, de pit¨®n a pit¨®n, por alto, por bajo, kikirik¨ª, trincherilla, rosicler- pero hab¨ªa puesto su empe?o en los derechazos, s¨®lo eso. Y as¨ª transcurri¨® la desordenada faena. Ortega Cano: que se los pego a usted. Y el torazo: que se los va a pegar usted a la se?ora Rita. Y dicho y hecho, el toro la emprend¨ªa a bufidos y arreones desbordando al maestro derechacista, que hab¨ªa de poner tierra por medio. Llegan a abrir la puerta, y lo lleva hasta El Perellonet.
El toro ¨ªntegro
Es bueno que salga de cuando en cuando el toro ¨ªntegro para poner a los maestros derechacistas en su sitio. Al toro pastue?o los derechazos se los pega cualquiera, y pues tal era la condici¨®n del primero, Ortega Cano se los peg¨® como quien lava. En cambio, al toro poderoso, bufador, arre¨®n y guaran¨ª, depende. Un torero sin t¨¦cnica o escasito de valor, no ser¨ªa capaz nunca, ni auxiliado por la Guardia Civil.
El Soro le abrevi¨® la vida a un manso de feo estilo, mientras al manejable quinto toro le, hizo una faena animosa y valentona, que entusiasm¨® al p¨²blico. Manolo S¨¢nchez, por su parte, resolvi¨® con serenidad, decoro e incluso gusto est¨¦tico los ¨¢rduos problemas que le planteaba la ¨¢spera mansedumbre de su lote, y dej¨® constancia de su calidad y su verg¨¹enza torera. A este joven matador de recient¨ªsima alternativa, el toro de trap¨ªo, poderoso y bufador no le impresiona lo m¨¢s m¨ªnimo, por lo que se pudo apreciar. Luego aqu¨ª hay torero.
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