Todo a estribor
Ya controlan las alcald¨ªas de Par¨ªs y Ly¨®n, las dos ciudades m¨¢s din¨¢micas de Francia, y tambi¨¦n la presidencia de 19 de las 22 comunidades regionales del pa¨ªs. El Senado nunca hab¨ªa dejado de ser suyo, y ahora va a serlo la otra C¨¢mara, la Asamblea Nacional, y el puesto de primer ministro y el Gobierno de la naci¨®n. A la coalici¨®n de centro derecha s¨®lo le queda por reconquistar el El¨ªseo, la sede de la jefatura del Estado.En el El¨ªseo est¨¢ atrincherado el socialista Fran?ois Mitterrand, el ¨²nico superviviente de la paulatina operaci¨®n de conquista por parte de la izquierda de las instituciones de la V Rep¨²blica, fundada en 1958 por el general Charles de Gaulle. Una operaci¨®n que el propio Mitterrand lider¨® a lo largo de los a?os sesenta, setenta y primeros ochenta.
La mayor¨ªa de los concejales, alcaldes, consejeros regionales, diputados, senadores, ministros y jefes de Gobierno que formaron parte de la gran orquesta victoriosa de Mitterrand vuelven a la oposici¨®n. A la ola rosa que inund¨® la V Rep¨²blica le ha seguido el grito de "todo a estribor".
El ¨²nico contrapeso
De hecho, como observa el comentarista pol¨ªtico Alain Duhamel, pocas veces en la historia de la V Rep¨²blica la derecha ha desempe?ado tantos poderes. Incluso en los tiempos de De Gaulle, Georges Pompidou y Val¨¦ry Giscard d'Estaing, cuando controlaba la jefatura del Estado y la Asamblea Nacional, la derecha ten¨ªa que hacer frente a una izquierda combativa que le daba la r¨¦plica en los terrenos asociativo, callejero, sindical y municipal. A partir del domingo pr¨®ximo, s¨®lo tendr¨¢ un verdadero contrapeso: el anciano, enfermo y desprestigiado presidente Mitterrand.
"Adem¨¢s", subraya Duhamel, "la derecha cuenta con el apoyo del poder econ¨®mico y financiero". Fran?ois Mitterrand se convierte en el ¨²ltimo mohicano. Durante los pr¨®ximos dos a?os, el ¨²nico gran enemigo de la coalici¨®n de gaullistas y centristas ser¨¢n sus propios demonios interiores, sus tentaciones hegemonistas, sus divisiones pol¨ªticas y personales.
Para renacer de sus cenizas, ha adelantado MIchel Rocard, la izquierda francesa tendr¨¢ que dar por cerrado el ciclo del mitterrandismo. El mitterrandismo la llev¨® a la victoria en la conquista del poder y a la derrota en la guerra por su conservaci¨®n.
La izquierda tiene que encontrar ahora otro adalid. ?Lo ser¨¢ Rocard? Si ninguna otra figura redentora -?quiz¨¢ el ¨²ltimamente muy discreto Jacques Delors?- asume ese papel, la derecha reconquistar¨¢ en 1995 el palacio del El¨ªseo. Ni siquiera De Gaulle lo hizo mejor.
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