El paro y la responsabilidad del Gobierno
El autor critica el pesimismo con el que se abordan temas como el desempleo. En su opini¨®n, falta an¨¢lisis y sobra la utilizaci¨®n partidista de cifras rotundas. El art¨ªculo cuestiona las estad¨ªsticas y concluye que el paro se ha convertido "en un arma para intentar abatir el un tanto carcomido ¨¢rbol del socialismo patrio".
El pasado mes de febrero publicaba la revista de informaci¨®n econ¨®mica Mercado un amplio estudio sobre la evoluci¨®n de la econom¨ªa espa?ola. Su intenci¨®n no era solamente did¨¢ctica, trataba de "romper el pesimismo general e instar a los medios de comunicaci¨®n a generar la confianza suficiente para salir de la crisis". Dificil empe?o. Los informadores, en nuestros d¨ªas, con las honrosas excepciones que siempre es costumbre recordar, no parecen respirar a gusto si no est¨¢n metidos en el mef¨ªtico ambiente de la calumnia solapada, la maledicencia o el catastrofismo. Por esto, la revista Cambio 16, con un humor ir¨®nico muy oportuno, titulaba un art¨ªculo aparecido en su n¨²mero del 1 de febrero sobre los informes sociol¨®gicos de Amando de Miguel y de la Universidad Complutense diciendo: "Lamentamos informar que los espa?oles son felices". Naturalmente que una de las misiones de la prensa es la denuncia, pero siempre que se base en una investigaci¨®n seria y se d¨¦ a la luz como informaci¨®n y no como pedrada.Viene este largo exordio a cuento del revuelo informativo y pol¨ªtico suscitado por la noticia de que tenemos ya tres millones de parados. Los medios de comunicaci¨®n, con unanimidad casi total, han dado por buena dicha cifra sin m¨¢s an¨¢lisis ni averiguaciones. Y la oposici¨®n ha recibido la noticia con exultante furia regeneradora. Es una arma m¨¢s para intentar abatir el un tanto carcomido ¨¢rbol del socialismo patrio.
Aqu¨ª tendr¨ªamos que preguntarnos, como hizo Jardiel Poncela en cuanto a las v¨ªrgenes: ?pero hubo alguna vez tres millones de parados? Porque un sondeo de Demoscopia publicado en este diario el 24 de mayo de 1992 pon¨ªa de manifiesto que el 80% de los ciudadanos consideraba que el subsidio de desempleo daba lugar a fraudes y abusos. Y lo que es todav¨ªa m¨¢s concluyente: "Una de cada dos personas consultadas conoc¨ªa a alguien que, cobrando el paro, estaba haciendo trabajos remunerados".
Lo de los tres millones no es, pues, ni cierto ni nuevo. En 1987 la cifra de desempleados ascendi¨® a 2.911.400, y eran datos del Inem y no de una encuesta cuya fiabilidad siempre es relativa, pues se hace con muestreos. En dicha ocasi¨®n la tal cifra no produjo especial conmoci¨®n. Bien es verdad que no iba a haber elecciones como ocurre ahora. Y cuatro a?os despu¨¦s el paro hab¨ªa descendido a 2.473.700 sin especiales cambios de orientaci¨®n econ¨®mica y sin el auxilio de los taumaturgos de la derecha. Simplemente, una reactivaci¨®n de la econom¨ªa mundial hab¨ªa contribuido a enderezar la nuestra. Exactamente lo contrario de lo que ahora sucede.
No se trata de minimizar este drama del desempleo ni de ofrecer una visi¨®n optimista al estilo de Pangloss, sino de aportar algunas aclaraciones que ayuden a separar el problema real de su ganga de oportunismo pol¨ªtico. En este asunto concurren circunstancias diversas, y no todas son responsabilidad del Gobierno. A finales de 1981 hab¨ªa 1.887.000 parados. La oferta de crear 800.000 puestos de trabajo que los socialistas hicieron en 1982 aliment¨® durante mucho tiempo las cr¨ªticas burlonas de la oposici¨®n. Sin embargo, entre 1982 y 1991 se hab¨ªan creado 1.548.000 (poblaci¨®n activa en 1982, 11.061.000; en 1991, 12.609.000) ?Por qu¨¦, pues, a pesar de ello sigue existiendo tan alta tasa de paro? Aparte de los factores externos e internos que han contribuido a crear esta situaci¨®n -falta de evoluci¨®n de las estructuras productivas, crisis mundial, d¨¦ficit p¨²blico y excesivo optimismo econ¨®mico-, nos olvidamos del tremendo impacto que en el mercado laboral viene suponiendo el auge de la natalidad de los a?os sesenta y setenta -una media de 650.000 nacimientos anuales; en los ¨²ltimos a?os, de 450.000-. Adem¨¢s, se ha ido produciendo una creciente incorporaci¨®n de la mujer a la vida activa. En 1982 trabajaban 3.140.000 mujeres, y en 1991, 4.079.000. Ambos factores inciden muy negativamente en la angustiosa carrera entre demanda y oferta de empleo. Unamos a esto la crisis mundial, con sus 30 millones de parados, y un incremento sobre 1991 de seis millones, as¨ª como la paralizaci¨®n temporal de las dos locomotoras de la econom¨ªa mundial: EE UU y Alemania.
Clima de pesimismo
Buscar soluciones a tan grave problema est¨¢ fuera de mi alcance, pero, por lo pronto, el cerco inmisericorde que los medios informativos, los sindicatos y la oposici¨®n pol¨ªtica ponen al Gobierno no contribuye en absoluto a la disminuci¨®n del clima de pesimismo a que alud¨ªa la revista Mercado. Al contrario, incrementa la inseguridad y la alarma con ese fen¨®meno bien conocido del feed-back. Por otra parte, no parece que el PP ni IU est¨¦n especialmente interesados en la b¨²squeda de remedios, con o sin pacto social. Solamente quieren elecciones inmediatas para aprovechar la ca¨ªda en la cotizaci¨®n del socialismo.
En espera de que nos revelen esos milagrosos remedios que como Deus ex machina han de resolver nuestros problemas econ¨®micos, se podr¨ªa empezar tratando de que no sea Espa?a el pa¨ªs de la CE donde m¨¢s horas de trabajo se pierden por huelgas y donde es m¨¢s caro el despido, el doble en el individual y el cu¨¢druple en el colectivo.
Ricardo Lezcano es inspector financiero y tributario.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.