"Jam¨¢s llevar¨¦ un vaquero;, por distinci¨®n "
Juan Yanes es el hijo del due?o de una de las mejores joyer¨ªas del mundo
La tienda del padre de Juan Yanes anda por Goya, pero no parece de este mundo. Los pedruscos multicolores se acumulan en esos 400 metros cuadrados de perfecci¨®n 37 el visitante mira de reojo todos los espejos, tantea 100 veces cada paso para no romper nada y procura pensar que nunca existieron en esa circunstancia caras como la de Lina Morgan en Yo me bajo en la pr¨®xima, que no va a entregarse con ojos g¨¢rrulos ante tanta barbarie de lujo y que, bueno, oye, al fin y al cabo, qu¨¦ es eso sino una tienda como los propios due?os la llaman. Pero aun as¨ª, en la oscuridad, bastar¨ªa con el brillo de las joyas para moverse, y habr¨ªa que procurar no, asustarse al verse reflejado en todos los rincones.
Entre unas reproducciones del tesoro del Patrimonio Nacional queda aparcado el despacho de Juan, un chico engominado de 28 a?os que estudi¨® en un colegio del Opus Dei La pinta muestra a uno de esos hombres con f¨ªsico normalito que en las discotecas de moda posa acompa?ado de chicas exuberantes. Esa clase de gente que hace a los dem¨¢s preguntarse: ?qu¨¦ tiene ¨¦l que no tenga yo?Enuna mesa, una caja verde de malaquita valorada en dos millones o una azul de lapisl¨¢zuli de 500.000 pesetas que guardar¨¢n los puros de cualquier cliente. Ellos pueden ser Julio Iglesias, Constantino de Grecia, Sabino Fern¨¢ndez Campo, el obispo Luis Guti¨¦rrez, el ex primer ministro japon¨¦s Takesita, el duque del Infantado, lan Gibson o Gregorio Mara?¨®n. Todos estamparon su firma en el libro de honor de una casa que anda ya por su 111? aniversario.
En una esquina de la mesa yace un califa a quien Juan no tiene -"ser¨¢ un buen cliente nuestro"- el gusto de conocer, simp¨¢tico dentro del marco plateado. Juan parece hombre de pocos gestos y menos palabras, andares cortos y cara as¨¦ptica, de no haber roto nunca un plato. A lo peor nunca lo ha hecho.
Para una foto prefiere posar con chaqueta. "Si fuera, en mi casa me la quitar¨ªa, pero aqu¨ª no". Mucho respeto por un negocio centenario que amenaza con alargase como la sombra del Dr¨¢cula de Francis Ford Coppola, de forma independiente al cuerpo que la sostiene.
La forja de un estilo
Si Juan se volviera drogadicto ma?ana, si pidiera por las esquinas, okupara casas, insultara a los porteros de Pach¨¢ y escupiera a los polic¨ªas municipales, el negocio, la tienda, proseguir¨ªa su derrotero ascendente como hasta ahora por Londres, Par¨ªs, M¨²nich, Tokio, Nueva York, Dallas y Washington con la misma solemnidad rutinaria. Pero Juan Yanes, hijo, mantendr¨¢ su estilo, forjado entre los portales m¨¢s elevados de Serrano y Goya, por los a?os de los a?os para no decepcionar nunca a su padres.Puede figurar entre uno de los pocos j¨®venes que nunca se top¨® en la calle con un enamorado de la jeringuilla en pleno idilio y a buen seguro no ver¨¢ muchos en su vida. Las veces que fue a Vallecas era para ver un partido del Rayo Vallecano o una f¨¢brica de joyas.
No le pesa permanecer al margen de un lado tan vasto de la realidad. Se trata de mantener en la vida la senda correcta, y para ello, no descuidar el estilo.
Nunca lucir¨¢ marcas conocidas por mucho que disfracen su vulgaridad de precios elevados y jam¨¢s rozar¨¢ sus piernas un patal¨®n vaquero; todo en nombre de la distinci¨®n. "Jam¨¢s me pondr¨¦ un Rolex; no es distinguido". Por eso su reloj es Philippe Charriol con peque?os diamantes que ¨¦l mismo coloc¨® -400.000 pesetas en total-, y sus trajes nunca conjurar¨¢n la envidia de los cantantes de rock.
Casi todo lo que es obedece a una educaci¨®n ancestral, de amigos arist¨®cratas que se reir¨ªan si un chico le abriera la puerta del coche a una chica, gimnasio despu¨¦s del trabajo, veranos en Mallorca y besos al padre cuando llega a casa. Precisamente la educaci¨®n tan esmerada es lo que le impide eludir cualquier cuestionario impertinente que le planteen a bote pronto.
-?Le suena ?ngel Matanzo? [Lae entrevista tuvo lugar antes de que el alcalde fuese destituido del distrito de Centro].
-El concejal de Transportes, ?no?
-?Recuerda el nombre de tres pol¨ªticos municipales?
-Barranco, Jos¨¦ Mar¨ªa ?lvarez del Manzano, y el de IU, ?c¨®mo se llama, hombre ... ? ?Castellano?
-Paco Herrera. ?Pol¨ªticos de la Comunidad?
-Leguina, Ruiz Gallard¨®n, y la de IU... ?Puede ser Cristina Almeida?
-Isabel Villalonga.
A los 18 a?os decidi¨® seguir los mismos surcos que labrara el padre hace a?os. Estudi¨® gemolog¨ªa y par¨®. Desde entonces rara vez coge un libro, y cuando incurre en tales tareas el libro suele versar sobre diamantes.
No se le ha pasado por la cabeza vivir solo. Para qu¨¦, se pregunta, si con los padres no le falta de nada, dice. La discoteca de su casa, de Somosaguas conoci¨® muchas-fiestas a lo Gran Gatsby, pero desde hace tres a?os s¨®lo una. "En nuestras fiestas, digo nuestras porque las organic¨¦ con dos amigos, siempre fuimos a romper. Tratamos de que mucha gente conociese a mucha gente. Compramos 200 litros de bebida y a la una de la madrugada se hab¨ªa agotado todo. Vinieron m¨¢s de doscientes personas y hubo que reponer en un Vips".
Rutina
Pero su vida no escapa de la rutina. A las 8.20 llega en su Volvo 440. Desayuna en Gregorys y come en un restaurante cercano a la tienda. As¨ª un d¨ªa y otro. Y la tienda, con ser bonita y tan pisada por zapatos ilustres, tampoco escapa de la rutina.Cuando le regala algo a una chica, es de la tienda. Por ejemplo, un diamante en bruto al que ¨¦l, en un alarde de cari?o, le dar¨¢ forma.
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