Sal gorda
Fui llamado por la comisar¨ªa de mi barrio para que acudiera a responsabilizarme por mi cocinera, que acababa de ser detenida en el mercado. Mi presunta empleada hab¨ªa alargado su presunta mano hacia el escaparate del carnicero y hab¨ªa arramplado con un solomillo de dos kilos. A¨²n ten¨ªa el presunto trozo de carne de primera en el bolso.Dije que no ten¨ªa nada que ver con ella, y que, probablemente, trabajaba para el vecino del descansillo, que es aficionado a lo ajeno; ya le han pillado m¨¢s de una vez.
Entonces se puso al tel¨¦fono la cocinera. Me pareci¨® que hablaba con tono dolido, pero en estos casos los intereses de la familia me fuerzan a ignorar las consideraciones humanitarias. No quiero decir que el fin justifica los medios, porque eso es inmoral, pero, bueno, vaya, lo cierto es que el bienestar de la familia va antes que nada, incluso cuando me parece que exagera. Para eso contribuye al bienestar del pa¨ªs. Y el vecino, es cosa sabida, no.
"Se?orito", me dijo, "que a ver si me saca usted del l¨ªo, que yo no tengo la culpa de nada". "Pero ?c¨®mo se le ocurre robar un solomillo?". "Es que ustedes quieren comer solomillo todos los d¨ªas, y como est¨¢ a 2.800 el kilo (un suponer) y usted me da 2.000 diarias para toda la compra, pues no tengo otro modo de comprarlo. Y yo me las tengo que arreglar porque ustedes quieren un filete a diario, no les falte la prote¨ªna para discurrir".
Luego le dije al juez que eran pamplinas (?qui¨¦n se puede permitir un solomillo diario?, ?yo, que adem¨¢s soy vegetariano?) y que nadie pod¨ªa hacerme responsable. Habr¨ªase visto. ?Qu¨¦ quieren, que por un filete dimita de mi condici¨®n de jefe de familia? Todo lo m¨¢s, que culpen a mi se?ora, que es a la que le gusta cocinar, y que, encima, manda en esa parte de la casa.
Las par¨¢bolas son una perrer¨ªa.
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