El moscard¨®n
Ella llevaba 10 minutos haciendo cola en la carnicer¨ªa cuando vio revolotear en torno al dispositivo antiinsectos un moscard¨®n de abdomen metalizado. Empez¨® a padecer por ¨¦l, y cuando el animal se pos¨® sobre la armadura de la que colgaban los tubos asesinos, le grit¨® mentalmente que huyera. El moscard¨®n pareci¨® o¨ªrla, pues tras un movimiento de alerta vol¨® en direcci¨®n a la salida.Cuando abandonaba el mercado, vio al insecto detenido sobre un n¨²mero de loter¨ªa que colgaba del pecho de un ciego. Lo compr¨® y al d¨ªa siguiente le toc¨® una cantidad modesta con la que pudo terminar el mes. D¨ªas despu¨¦s, estaba sola en casa, por la tarde, aturdida por haber visto mucho tiempo la televisi¨®n, y decidi¨® tomarse una copa de ginebra para aliviar la culpa de no haber limpiado los cristales. Pero no encontr¨® la botella. Sol¨ªa esconderla en sitios dif¨ªciles para que su marido no se enterara de que beb¨ªa, y luego, con frecuencia, no se acordaba de d¨®nde la hab¨ªa guardado. Cuando ya empezaba a desesperarse, oy¨® un zumbido y vio al moscard¨®n pos¨¢ndose sobre aquella radio antigua que no funcionaba. Le dio la vuelta y encontr¨® dentro la botella de ginebra.
A la semana siguiente, al pasar por delante de un bingo, vio al moscard¨®n sobre la gorra del portero. Entr¨® y en media hora gan¨® 10.000 pesetas. Se gast¨® la mitad en botellas que escondi¨® por toda la casa. Esa noche coloc¨® un montoncito de basura en un rinc¨®n de la cocina, y al poco vio llegar al moscard¨®n, que se pos¨® sobre una monda de naranja. Luego, mientras miraba la tele junto a su marido, el animal permaneci¨® en un pliegue del sof¨¢, desde el que no dejaba de observarla. Al d¨ªa siguiente, su marido estaba muerto; cuando se lo llevaban, el moscard¨®n sali¨® de la oreja del cad¨¢ver y se pos¨® sobre su sill¨®n favorito.
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