Sobre la amnist¨ªa en El Salvador
El articulista se?ala que la Ley de Amnist¨ªa aprobada en El Salvador es, en primer lugar, una ofensa a los pobres de ese pa¨ªs, ya que reafirma la idea de que la vida de ¨¦stos ni vale ni interesa. Es m¨¢s importante evitarle a un militar la verg¨¹enza de enfrentar sus cr¨ªmenes, aunque finalmente sean perdonados, que resarcir, de alguna manera, la memoria de v¨ªctimas inocentes.
La amnist¨ªa otorgada en El Salvador en fechas recientes es una ofensa a la justicia. Pocas personas dudan en El Salvador de la necesidad de buscar mecanismos de perd¨®n legal despu¨¦s de la guerra civil de m¨¢s de una d¨¦cada de duraci¨®n, pero el modo caprichoso, no consensual, indiscriminado y con visos de ilegalidad de la actual Ley de Amnist¨ªa, obliga a pensar en una burla de la justicia que consigue todo menos la reconciliaci¨®n de la sociedad.Elsta Ley de Amnist¨ªa es, en primer lugar, una ofensa a los pobres de El Salvador. Reafirma la idea de que la vida de los pobres ni vale ni interesa en el pa¨ªs. Es m¨¢s importante evitarle a un militar la verg¨¹enza de enfrentar sus cr¨ªmenes, aunque finalmente sean perdonados, que resarcir, de alguna manera, la memoria de v¨ªctimas inocentes. Los m¨¢s de 100 ni?os del Mozote asesinados a sangre fr¨ªa no merecen ni siquiera una petici¨®n de perd¨®n oficial de parte de la instituci¨®n que propici¨® esa masacre. Se quiere, por el contrario obligar a que los pobres olviden el pasado para que unos muy pocos en el poder, no tengan que asumir ninguna responsabilidad por cr¨ªmenes de franca atrocidad.
El partido de Gobierno en El Salvador, adem¨¢s, hab¨ªa propiciado no hace mucho m¨¢s de un irles la ampliaci¨®n de la pena de muerte en el pa¨ªs para cierto tipo de delitos comunes. Se produce as¨ª una terrible injusticia comparativa. Los delincuentes comunes a los que la ley alcanza (los due?os de: la corrupci¨®n oficial permanecen intocables) son en su 99% gente de escasos recursos, que el ambiente de pobreza y de violencia generada por la guerra ha llevado a la violaci¨®n de la ley. Para ellos se pide un endurecimiento de las penas. Para quienes han cometido delitos de orden pol¨ªtico "y conexos", que generalmente han disfrutado de educaci¨®n, de dinero y de poder, que han sido responsables de velar por un orden constitucional que nunca han respetado... para ellos, el mismo Gobierno pide un olvido absoluto de los cr¨ªmenes y un perd¨®n irrestricto de todo tipo de responsabilidad.
En segundo lugar, esta ley tiene visos claros de ilegalidad. En efecto, el art¨ªculo 244 de la Constituci¨®n salvadore?a afirma que no puede ser amnistiado ning¨²n funcionario del Gobierno por delitos cometidos durante el periodo del presidente al que sirvieron. Si tenemos en cuenta que todos los militares con grado de coronel son funcionarios del Gobierno, se nos hace evidente que la presente Ley de Amnist¨ªa trata de asegurar que no puedan ser juzgados, entre otros, los m¨¢s de 10 coroneles que aparecen mencionados en el caso de los jesuitas de la UCA. Habiendo cometido estos militares sus delitos durante el per¨ªodo del presidente Cristiani, la Ley de Anmist¨ªa viola al menos el esp¨ªritu de la Constituci¨®n, cuando no la letra directamente.
De nuevo aqu¨ª observamos serias contradicciones. Mientras el Gobierno se escuda en la Constituci¨®n para no cumplir las recomendaciones de la Comisi¨®n de la Verdad, emite leyes que la violan. Y no hablamos ya de la violaci¨®n del derecho, primero humano y despu¨¦s constitucional, de la vida, que se ha violado, y ante el cual se quiere afirmar, con la Ley de Amnist¨ªa, un "aqu¨ª no ha pasado nada", sino de un p¨¢rrafo, bien concreto de la Constituci¨®n que se ha saltado con toda tranquilidad y a la ligera.
En tercer lugar, el Gobierno de El Salvador ha acudido, para justificar esta Ley de Amnist¨ªa, a la mentira p¨²blica y a la manipulaci¨®n sistem¨¢tica de la informaci¨®n. Se han montado aut¨¦nticas campa?as en el pa¨ªs para desprestigiar a los comisionados. Campanas orquestadas por medios de comunicaci¨®n, como el Diario de Hoy, entre otros, que sirvieron, en su tiempo, para preparar el caldo de cultivo de los asesinatos de monse?or Romero, de los jesuitas de la UCA, y de tantos otros asesinados por pensar de un modo distinto a los verdugos de El Salvador.
Calumnias e insultos
Miembros de los poderes del Estado de El Salvador han calumniado e insultado a los comisionados que redactaron el informe de la Verdad. En ning¨²n momento se ha respondido al informe De la locura a la esperanza con un esfuerzo por investigar y aclarar los puntos oscuros (por ejemplo, los escuadrones de la muerte) que deja el texto. Al contrario, el Gobierno ha preferido atacar a los comisionados, cerrar los ojos a la verdad y denigrar a todo el que d¨¦ credibilidad al informe. Frente a la consistencia interna del informe, el partido del gobierno reacciona con la prepotencia y el desprecio por la verdad del pandillero due?o soberano de un territorio.
Miembros del Gobierno han insistido en la Ley de Amnist¨ªa como un deber cristiano. Frente al deber cristiano de construir la convivencia sobre la justicia y visitar despu¨¦s c¨¢rceles y encarcelados (realidad esta ¨²ltima que en nada ha intereseado al Gobierno), se nos quiere convencer de que el olvido de los valores humanos m¨¢s hondos es una virtud. Hay que olvidar que la guerra entigrece las almas; hay que olvidar la costumbre racional (cristianas, por lo visto, s¨®lo son las actitudes del Gobierno) de pedir perd¨®n p¨²blicamente por delitos p¨²blicos; hay que olvidar las ense?anzas de la moral que nos dicen que quienes tienen responsabilidades p¨²blicas tienen mayores responsabilidades ante la sociedad.
Paz para el futuro
Y esta actitud gubernamental, no frente a una posici¨®n de venganza o de resarcimiento irracional. Todos en El Salvador hablamos de la necesidad de buscar mecanismos racionales de perd¨®n legal, de asegurar la pac¨ªfica convivencia para el futuro, de construir una nueva sociedad, desterrada la guerra y sus causas, sobre un proceso de verdad, justicia y perd¨®n. No hay dos extremas en El Salvador en este momento. Hay simplemente un af¨¢n de reconciliaci¨®n en la verdad y un intento gubernamental, por otra parte, de sepultar la verdad en el olvido.
Injusticia, violaci¨®n de leyes, mentira, y todo... ?por qu¨¦? S¨®lo hay dos respuestas l¨®gicas, no excluyentes la una de la otra. O existe una clara supeditaci¨®n a los verdugos se?alados en el informe, o hay complicidad con los mismos.
La posici¨®n alternativa a la amnist¨ªa y a la situaci¨®n tensa propiciada por la misma sigue siendo la que hemos venido diciendo desde hace tiempo: es necesario profundizar en la verdad para que podamos cambiar estructuras y actitudes que da?an a todos los salvadore?os. Es de suma importancia que haya justicia para que la sociedad pueda, a trav¨¦s de sus instituciones, sancionar formal y oficialmente los cr¨ªmenes cometidos, evitando as¨ª el, riesgo de su repetici¨®n en el futuro (y nosotros propon¨ªamos en este terreno la confesi¨®n del delito cometido ante un juez, para poder acogerse posteriormente a alg¨²n tipo de indulto).
Y debe tambi¨¦n haber mecanismos de perd¨®n legal para que en este pa¨ªs peque?o, donde el mundo de lo personal incide tanto en el desenvolvimiento institucional, se pueda convivir y construir sin traumatismos una nueva sociedad democr¨¢tica, participativa, con un Estado de derecho pleno, y atenta especialmente a las graves necesidades de las mayor¨ªas empobrecidas. El fiel cumplimiento de las recomendaciones del informe de la Comisi¨®n de la Verdad ofrece un excelente camino para lo que proponemos.
es provincial de los jesuitas de Centroam¨¦rica.
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