Botarates
El botarate no deja de serlo porque se ponga al volante de un coche. Un botarate lo es igual a pie o a motor, seg¨²n revela su forma de conducir cuando circula en caravana por la carretera.Las caravanas dan bastante que pensar. El pasado fin de semana hubo muchas, y los automovilistas tuvieron ocasi¨®n de observar la inmensa variedad de comportamientos que ha sido capaz de concebir la mente humana.
La actitud propia del ciudadano com¨²n es permanecer en la caravana por el orden en que lleg¨®, detr¨¢s del coche que iba delante, delante del coche que se puso detr¨¢s. Se trata de personalidades vulgares, naturalmente, cuyo estudio carece de inter¨¦s. Los importantes son los otros. As¨ª el zopenco que se sale de la caravana para ir adelant¨¢ndola durante kil¨®metros, convencido de que, si viene alguien en sentido contrario, se tirar¨¢ a la cuneta. As¨ª el badulaque que hace lo mismo, organizando una caravana paralela. As¨ª el mastuerzo que adelanta en un cambio de rasante. As¨ª el borrico que prefiere hacerlo en las curvas sin visibilidad. As¨ª el majadero que utiliza de atajo el arc¨¦n. As¨ª el panoli que atruena con el claxon al coche precedente por ir despacio. As¨ª el gilisandio que, adem¨¢s, le grita, le muestra la cornamenta y se le pega al culo. As¨ª el chocholoco que luego se le abalanza, le obliga a frenar y ya se queda all¨ª delante, gozoso, con la satisfacci¨®n del deber cumplido; hasta C¨¢diz. As¨ª el sansirol¨¦ que, para a reponer fuerzas, se mama bien mamao, y cuando vuelve a la caravana se cree que est¨¢ en los sanfermines.
Todos ellos y los botarates se parecen en que el coche ni les cura ni les mejora. Bueno, algunos se matan -incluso mueren matando-, y entonces se acab¨® la presente historia. Pero ¨¦se no es buen final, ni el remedio deseable para quienes van en las caravanas haciendo el pendejo.
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