Una nueva realidad social
Considera el articulista que es imprescindible una nueva actitud de los poderes p¨²blicos hacia las fundaciones que no est¨¦ basado en la desconfianza ni en la excepci¨®n. Todo ello con el reforzamiento legislativo que se considere necesario para garantizar el cumplimiento del objetivo constitucional de inter¨¦s general.
Quienes hemos dedicado una parte de nuestras vidas al mundo de las fundaciones comprobamos con alguna frecuencia la falta de sensibilidad con la que se acogen nuestras actividades en determinados sectores. Tal vez hayamos sido nosotros mismos responsables de no haber sabido transmitir la idea de que estamos asistiendo, en Espa?a y en todo el mundo desarrollado, a un incesante florecimiento de las fundaciones. Se est¨¢ produciendo en todas las sociedades avanzadas y maduras una promoci¨®n de las actividades de los particulares en favor de la comunidad y est¨¢n emergiendo, bajo el cobijo de las conductas solidarias plenamente compatibles con la modernidad y el progreso.Es probable que los sectores m¨¢s reticentes con la plena aceptaci¨®n y desarrollo de las fundaciones contin¨²en participando de una vieja y caduca percepci¨®n de estas entidades como herederas de aquellas otras de car¨¢cter piadoso o ben¨¦fico que nacieron a favor de los vientos del proceso de secularizaci¨®n. Por el contrario, el resurgimiento del sector no lucrativo, por la v¨ªa del mecenazgo, del voluntariado y, muy principalmente, a trav¨¦s de las fundaciones es ciertamente formidable. S¨®lo en nuestro pa¨ªs existen unas seis mil fundaciones, aunque solamente unas cuatrocientas tengan verdaderamente este car¨¢cter. No olvidemos la labor encomiable que vienen realizando instituciones de tanto prestigio y solvencia como la Fundaci¨®n Reina Sof¨ªa, la ya cl¨¢sica Fundaci¨®n Juan March y, m¨¢s pr¨®ximas en el tiempo, la Fundaci¨®n Ram¨®n Areces, la BBV, la Banesto, la del BCH, la CREAF, la propia Fundaci¨®n ONCE y tantas otras que est¨¢n compitiendo desde sus respectivos ¨¢mbitos y fines en la prestaci¨®n de servicios sociales, culturales o asistenciales.
'Tercer sector'
Desde esta heterogeneidad, las fundaciones constituyen en Espa?a una nueva realidad social. Sobrepasan ya el c¨ªrculo d¨¦ los directamente afectados por sus actividades y comienzan a tener impactos importantes sobre la sociedad en general, ayudadas por el prestigio de sus patronos y de sus propios gestores. Forman ya un tercer sector, como son denominadas en Estados Unidos, superponibles y en convivencia con lo p¨²blico y lo privado. Uno de cada tres norteamericanos adultos participa como voluntario en el sector no lucrativo cumpliendo el compromiso de responsabilizar a los ciudadanos en las tareas de la comunidad, de modo que sus actividades significan un porcentaje pr¨®ximo al 3% del PNB estadounidense. Aunque existen indudables carencias documentales por lo que se refiere a Espa?a y al objeto de poder calibrar la importancia cuantitativa de este sector, se acepta que el valor patrimonial de las fundaciones ben¨¦fico-asistenciales asciende a 300.000 millones de pesetas, a 28.000 millones en el caso de las ben¨¦fico-docentes o a 15.000 millones las fundaciones laborales.
Por lo que respecta a la Fundaci¨®n ONCE, todav¨ªa de reciente constituci¨®n, cerr¨® el ejercicio de 1992 con un presupuesto de 9.000 millones de pesetas, ampliado a 10.800 millones para el a?o en curso, destinados al mantenimiento y creaci¨®n de empleo para personal discapacitado, eliminaci¨®n de barreras arquitect¨®nicas y adquisici¨®n de aparatos para incrementar la autonom¨ªa motriz y funcional de este colectivo.
La relevancia de estos datos viene a avalar las enormes posibilidades de crecimiento y expansi¨®n de esta nueva realidad social, sustentada en un mandato constitucional (art¨ªculo 34) y actualmente en proceso de desarrollo legislativo. Las fundaciones se han forjado ya un espacio propio, est¨¢n colaborando en la vertebraci¨®n social del pa¨ªs y son ya elementos imprescindibles en el momento actual del desarrollo del Estado. Los poderes p¨²blicos no pueden abarcar la ampl¨ªsima y heterog¨¦nea actividad humana, individual o societaria. El papel del Estado y de las administraciones p¨²blicas est¨¢ disminuyendo progresivamente en las materias que afectan a la vida de los ciudadanos, y en esa misma proporci¨®n se acrecienta la presencia y actividad de instituciones sin ¨¢nimo de lucro. En una sociedad moderna, el futuro de las fundaciones ser¨¢ particularmente brillante si se consolida el actual movimiento que emerge de la ciudadan¨ªa tendente a ampliar las oportunidades de participaci¨®n social y de solidaridad. Estas oportunidades nacen de la creciente creatividad e innovaci¨®n en la gesti¨®n privada, de la irrupci¨®n acelerada de nuevas tecnolog¨ªas en la producci¨®n, de la expansi¨®n de altos niveles educativos y en las comunicaciones y que dotan a la sociedad de una mayor cohesi¨®n y de mayores y mejores expectativas de promoci¨®n.
Mutaciones importantes
Desde estos planteamientos de modernidad y progreso hay que continuar reflexionando y agilizando el marco institucional en el que se mueven las fundaciones. La Europa comunitaria va a posibilitar la aceleraci¨®n de los movimientos asociativos Y la prestaci¨®n de servicios comunes por parte de estas instituciones. Las fundaciones, por otra parte, van a sufrir importantes mutaciones que se divisan ya en el horizonte m¨¢s pr¨®ximo. Como sujetos activos de su futuro, tendr¨¢n un mayor protagonismo, ligado a los avances econ¨®micos y sociales, ya sea mediante aportaciones de personas f¨ªsicas o por subvenciones de grandes empresas e instituciones. En ocasiones, las fundaciones tendr¨¢n que actuar como si fueran sociedades de capital-riesgo, apostando decididamente por su desarrollo y afrontando nuevos problemas sociales, como el del envejecimiento, el medio ambiente, el sida, la drogadicci¨®n, la violencia, etc¨¦tera. Asistiremos al nacimiento de nuevas fundaciones, potentes, din¨¢micas, competitivas, ligadas la mundo de la empresa y de las grandes instituciones. Paralelamente, si la pol¨ªtica fiscal no es regresiva, se tender¨¢ a una mayor financiaci¨®n de estas instituciones, bien a trav¨¦s de sus. propios recursos o procur¨¢ndose ellas mismas donaciones privadas de tipo individual o empresarial.
Es inevitable que las fundaciones, sujetas a los debidos controles y cautelas, puedan realizar actividades mercantiles e industriales cuando est¨¦n relacionadas con la finalidad fundacional o a su servicio como instrumento de gesti¨®n. Debe contemplarse igualmente la posibilidad de que las fundaciones sean titulares de participaciones societarias. Desde esta perspectiva, parece l¨®gico pensar en un marco de mayor autonom¨ªa, de modo que el papel de los poderes p¨²blicos de impulso y control se conjugue con la exigencia de responsabilidad colegiada y personal de los patronos y de los gestores. La intervenci¨®n de las administraciones p¨²blicas se efect¨²a a trav¨¦s de los protectorados, y ¨¦stos deben prestar el apoyo, asesoramiento y especialmente un tratamiento fiscal con una clara vocaci¨®n impulsora de la expansi¨®n fundacional.
Efectivamente, el impulso de las fundaciones pasa inevitablemente por una consideraci¨®n fiscal. La delimitaci¨®n objetiva de estas entidades como sujetos be neficiarios en la tributaci¨®n va a reportar a las administraciones p¨²blicas un considerable ahorro o econom¨ªa en tanto que las fundaciones asuman funciones tradicionalmente atribuidas a los presupuestos p¨²blicos. Pero se trata de una cuesti¨®n de mayor cuant¨ªa, de una raz¨®n filos¨®fica y no meramente contable. Las fundaciones, en todas las sociedades avanzadas, est¨¢n sirviendo de cohesi¨®n social y est¨¢n propiciando campos de colaboraci¨®n y de encuentro para que determinados colectivos -j¨®venes o jubilados- realicen tareas que de otro modo tendr¨ªan consignaciones presupuestarias a cargo de las administraciones. A trav¨¦s de las fundaciones se desarrolla un mayor dinamismo y creatividad en todos los ¨¢mbitos de la actividad humana. Desde la investigaci¨®n en ¨²ltimas tecnolog¨ªas, la prevenci¨®n de delincuencias, el tratamiento y asistencia de marginaciones, la exhibici¨®n art¨ªstica, el mecenazgo cultural, la ayuda al Tercer Mundo, los programas de juventud, toda la amplia. gama de actividad humana puede y debe ser objeto de una voluntad fundacional. En reciprocidad, la gesti¨®n de las fundaciones, como lo est¨¢n haciendo las m¨¢s conocidas, ha de adaptarse a las nuevas t¨¦cnicas empresariales y de organizaci¨®n para el m¨¢ximo aprovechamiento de los recursos y, en su caso, de los beneficios. No se puede, por otra parte, obviar una cuesti¨®n de la m¨¢xima actualidad, y es la compatibilidad de obtener ingresos por la realizaci¨®n de actividades y la garant¨ªa del respeto a los fines de inter¨¦s general que enmarca el reconocimiento constitucional de las fundaciones. La exigencia de que las fundaciones no operen con ¨¢nimo de lucro no excluye que ¨¦stas obtengan ganancia o beneficio, entendidos en el sentido econ¨®mico, financiero y contable, y que posibilitar¨¢n un reforzamiento y expansi¨®n de los fines propios de cada instituci¨®n. Se trata, en definitiva, de que no se prive a las fundaciones de ninguno de los derechos y libertades y de los instrumentos que la Constituci¨®n reconoce y ampara con car¨¢cter general.
Era de maduraci¨®n
Las fundaciones m¨¢s din¨¢micas y mejor dotadas han demostrado ya a la sociedad espa?ola su idoneidad y su capacidad de servicio social. Se trata tan s¨®lo, en la etapa que se avecina, de reforzar las garant¨ªas de que cumplir¨¢n el objetivo constitucional de inter¨¦s general, dentro de los controles que se determinen en la ley de desarrollo. Pero la sociedad requiere una nueva actitud en los poderes p¨²blicos hacia las fundaciones que no est¨¦ basada en la desconfianza ni en la excepci¨®n. El ejercicio de las potestades administrativas no debe sustituir ni menoscabar el derecho fundamental de la tutela judicial y el ejercicio de la funci¨®n jurisdiccional. La sociedad espa?ola en su conjunto y los colectivos m¨¢s din¨¢micos o desprotegidos ser¨¢n los primeros beneficiarios en esta nueva era de maduraci¨®n y esplendor que vive, tambi¨¦n en Espa?a, como en el resto de pa¨ªses industrializados, el mundo de las fundaciones.
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