Siglo XX y medioevo
LA MUERTE el pasado s¨¢bado de Turgut Ozal, presidente de Turqu¨ªa, ha afectado a la poblaci¨®n de forma mucho menos espectacular que en 1938 lo hiciera la del gran Atat¨¹rk -"padre de los turcos"-, el fundador de la Rep¨²blica laica. La tristeza hoy por la desaparici¨®n de Ozal ha sido un asunto relativamente modesto si se lo compara con las manifestaciones de duelo popular que entonces suscit¨® la de Mustaf¨¢ Kemal. Sin embargo, por la delicadeza del momento pol¨ªtico y social que atraviesa el pa¨ªs y por los diferentes condicionamientos de su posici¨®n estrat¨¦gica, podr¨ªa llegar a convertirse en un acontecimiento de repercusiones m¨¢s profundas.Las reformas de Atat¨¹rk hicieron mucho por convertir a la entonces flamante Rep¨²blica en un pa¨ªs laIco, nacionalista y populista, sometido a un fuerte control por el Estado y alejado de la religi¨®n isl¨¢mica, que hab¨ªa sido su se?al de identidad durante siglos. En cambio, la d¨¦cada de Turgut Ozal -como primer ministro de 1983 a 1989 y como presidente desde entonces hasta su muerte- ha sido m¨¢s importante para Turqu¨ªa porque ha colocado al pa¨ªs en el siglo XX. Durante d¨¦cadas, le evoluci¨®n de Turqu¨ªa fue medida en t¨¦rminos de la revoluci¨®n laicizante iniciada por Atat¨¹rk, es decir, simplemente por los avatares de la ruptura de las r¨¦moras religiosas. A principios de los a?os ochenta, por el contrario, Turqu¨ªa sal¨ªa de dos, episodios de dictadura militar y de una cuasi-guerra civil sin haber conseguido progresar ni un t¨ªmido paso en la v¨ªa del desarrollo y la modernizaci¨®n.
Y sin embargo, en plena guerra fr¨ªa, se trataba de un pa¨ªs estrat¨¦gicamente fundamental. La pertenencia al campo de las democracias y la simult¨¢nea pervivencia en el interior del pa¨ªs de una situaci¨®n casi medieval, de infradesarrollo y superpoblaci¨®n, es lo que tal vez explica mejor el c¨²mulo de contradicciones. Posiblemente ilustra tambi¨¦n las razones por las que sus aliados occidentales -y Estados Unidos en primer lugar- la hayan cortejado siempre, al tiempo que la CE declinaba admitirla entre sus miembros. Igualmente esclarece la enorme popularidad interior de un hombre como el fallecido presidente, simp¨¢tico, impulsivo, dado a reaccionar de forma imprevisible, musulm¨¢n devoto, progresista instintivo y autoritario.
Hacia fuera, Turqu¨ªa ha utilizado la d¨¦cada para reafirmar su ambici¨®n de ejercer la hegemon¨ªa estrat¨¦gica en la zona, present¨¢ndose acaso ante el mundo como la nueva potencia isl¨¢mica moderada, incluso si en sus acciones quedan flagrantes ejemplos de barbarie. Su insensible y cruel tratamiento de los separatistas kurdos y las tentaciones de inmiscuirse en el conflicto de Nagorni Karabaj, que opone a Armenia y a Azerbaiy¨¢n (por un recuerdo del trato genocida dispensado a los armenios despu¨¦s de la I Guerra Mundial), son dos de ellas. Ello se compensa con indudables aciertos, como el apoyo al esfuerzo aliado en la guerra del Golfo y la presencia vigilante en los Balcanes.
Pero es sobre todo en el interior en donde la etapa de Ozal ha dado pasos de gigante. Convencido de que el camino para la superaci¨®n de las viejas contradicciones tercermundistas pasaba por el desarrollo econ¨®mico, en 1983 el entonces primer ministro abri¨® los mercados suprimiendo el control de cambios y privatizando empresas, y permiti¨® la llegada masiva de capitales extranjeros. El desarrollo ha sido espectacular, aunque -una contradicci¨®n m¨¢s- persistan en grandes capas de la poblaci¨®n la pobreza, el analfabetismo y el costumbrismo primitivo.
Terminados los funerales oficiales en Ankara y Estambul, ma?ana, viernes, se conocer¨¢n las candidaturas para sustituir a Turgut Ozal. El nuevo presidente, que deber¨¢ ser elegido por el Parlamento en un plazo de 40 d¨ªas, saldr¨¢ probablemente de una terna integrada por el primer ministro conservador, Suleyman Demirel (antiguo mentor de Ozal y posteriormente su rival y jefe del Ejecutivo); el presidente del Parlamento, Husamettin Cindoruk, y el socio en la coalici¨®n de Gobierno, el socialdem¨®crata Erdak Inonu. Cualquiera de los tres tiene el camino del futuro firmemente marcado por un predecesor inteligente, carism¨¢tico, a ras de suelo y muy turco.
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