La utop¨ªa desarmada
Los ¨²ltimos tiempos no han sido buenos para la izquierda en el mundo, ni mucho menos en Am¨¦rica Latina. El derrumbe del bloque socialista, el imperativo del ajuste econ¨®mico y la ola neoliberal le han hecho la vida de cuadritos. El persistente drama cubano y la impresi¨®n de que una ¨¦poca ha negado a su fin, as¨ª como la ausencia aparente de una alternativa espec¨ªfica y cre¨ªble, constituyen todos ellos factores que han contribuido a generar una impresi¨®n de obsolescencia o falta de pertinencia de la izquierda en muchos pa¨ªses de Am¨¦rica Latina.Y sin embargo, a trav¨¦s de un proceso doloroso y contradictorio de autoan¨¢lisis y rectificaci¨®n, aquel segmento del espectro pol¨ªtico que logr¨® mantener su presencia en la vida pol¨ªtica latinoamericana contra viento y marea a lo largo de los a?os comienza ahora a recobrar el rumbo en el mundo de la posguerra fr¨ªa. La Conferencia sobre Alternativas en Am¨¦rica Latina, un foro de candidatos presidenciales en 1993-1994, celebrada en la escuela Woodrow Wilson, de la Universidad de Princeton, el pasado fin de semana, ilustra tanto el camino que la izquierda ya ha recorrido en un intento por volver a la palestra, as¨ª como el trecho que a¨²n le queda por avanzar.
La conferencia de Princeton puso de relieve la fuerza real de la izquierda, as¨ª como sus contradicciones perennes. La presencia misma de personalidades de alto perfil tales y como Lula, de Brasil; Cuauth¨¦moc C¨¢rdenas, de M¨¦xico; Antonio Navarro Wolff, de Colombia, y Rub¨¦n Zamora, de El Salvador, fue un fiel reflejo de una transformaci¨®n importante: hoy la izquierda latinoamericana tiene liderazgos conocidos y reconocidos, algo de lo cual, con la excepci¨®n de Fidel Castro en Cuba y de Salvador Allende en Chile, durante los a?os sesenta hab¨ªa carecido. Asimismo, el hecho de que acad¨¦micos norteamericanos especializados en asuntos de la regi¨®n de la talla de Albert O. Hirschman, Abraham Lowenthal y Jon Womack, entre muchos otros, se hayan reunido para discutir el futuro y el programa de la izquierda en Am¨¦rica Latina, muestra que esta ¨²ltima sigue siendo un factor importante en la vida pol¨ªtica de la regi¨®n, y que es tomada en serio por quienes cuentan. Con toda raz¨®n: Lula va ganando en varias encuestas que buscan pronosticar el resultado de los comicios presidenciales brasile?os del a?o entrante, y la candidatura ya anunciada de C¨¢rdenas puede encontrar un eco semejante al de 1988, en vista de las crecientes dificultades que ha enfrentado el r¨¦gimen del presidente Carlos Salinas de Gortari.
No obstante, la reuni¨®n de Princeton tambi¨¦n subray¨® lo que le falta hacer a la izquierda para consumar su aggiornamento. Su mejor desempe?o fue sin duda en materia de democracia. En el debate dedicado a ese tema, los candidatos ya mencionados, junto con Luis Maira, el secretario general del Partido Socialista Chileno, y Pablo Medina, secretario general y fundador de Causa R en Venezuela, se mostraron seguros de s¨ª mismos y bien informados. Buena parte de la izquierda latinoamericana contempor¨¢nea proviene de las luchas libradas contra el autoritarismo y las dictaduras de decenios pasados: es el caso de Brasil, de Chile, de M¨¦xico y, en parte, de Colombia.
Todos los dirigentes que acudieron a la reuni¨®n est¨¢n firmemente comprometidos con los procesos electorales de sus respectivos pa¨ªses y con la expansi¨®n y el florecimiento de la sociedad civil. En lo que a esto respecta, su pasado es impecable, y sus intervenciones durante la conferencia, incluyendo la respuesta afirmativa, clara y expl¨ªcita que hizo C¨¢rdenas a una pregunta en tomo a su posici¨®n ante la observaci¨®n internacional de las elecciones presidenciales en M¨¦xico el a?o entrante, reflejan la firmeza de las posiciones expresadas. Hasta las contradicciones reales de la izquierda en materia de democracia se encararon de manera abierta, como cuando, ante la pregunta insistente relativa a su postura frente a Cuba, el ex guerillero, Navarro Wolff dijo: "Perd¨ª la mitad de una pierna en la guerra; los cubanos me pusieron una nueva. Para m¨ª, es muy dif¨ªcil hablar de los problemas de Cuba".
En lo que toca a las relaciones con Estados Unidos, todos los participantes expresaron su benepl¨¢cito por la llegada al poder de la Administraci¨®n de Clinton en Washington, pero parecieron carecer de una visi¨®n global del tipo de v¨ªnculo que quisieran ver surgir en la era posterior a Reagan y Bush. M¨¢s all¨¢ de la denuncia del tinte ideol¨®gico y de la falta de recursos de iniciativas como la de la Empresa de las Am¨¦ricas, la izquierda parece tener varias asignaturas pendientes en la elaboraci¨®n del tipo de Gran Acuerdo que las dos mitades del hemisferio podr¨ªan concluir.
Tal vez el cambio m¨¢s interesante y de mayor alcance potencial en este ¨¢mbito pueda hallarse en la misma asistencia de los dirigentes al encuentro de Princeton. De un tiempo a esta parte, la izquierda latinoamericana ha comenzado a llevar su lucha "a la boca del le¨®n", es decir, justamente all¨ª donde se toman buena parte de las decisiones que afectan a sus pa¨ªses y pueblos: en EE UU. En lugar de limitarse a denunciar la intervenci¨®n norteamericana -que con gran frecuencia es preciso denunciar-, ahora ha comenzado a operar pol¨ªticamente en EE UU.
Esto se vio en la conferencia: la mayor¨ªa de los invitados latinoamericanos se dirigi¨® al p¨²blico en ingl¨¦s y con el aplomo y la soltura que provienen de la experiencia de encontrarse en situaciones semejantes en repetidas ocasiones. La izquierda de Am¨¦rica Latina ha empezado a proponerse tejer alianzas ya no contra EE UU, sino en EE UU, aunque tambi¨¦n contra determinados sectores e intereses dentro de esa naci¨®n. El hecho de que Mario Vargas Llosa, profesor visitante en Princeton este a?o, y conocido por sus posiciones diametralmente opuestas a las de los participantes, haya asistido al primer d¨ªa entero de la reuni¨®n, y haya dialogado con los invitados durante el almuerzo, fue un indicio de las posibilidades que abre esa nueva postura de la izquierda.
En materia econ¨®mica y social, sin embargo, las dificultades a¨²n vigentes resultaron palmarias. Si bien la izquierda ha rebasado las posturas hipernacionalistas y antimercado de anta?o, la formulaci¨®n de alternativas precisas -por ejemplo, al dilema planteado por las disyuntivas sustituci¨®n de importaciones-libre comercio, o la del Estado grande-Estado chico- deja algo que desear.
La izquierda ha recentrado sus posiciones, sin duda. As¨ª lo muestran el ¨¦nfasis que pusieron Lula, Navarro Wolff y Rub¨¦n Zamora, por ejemplo, en la competitividad y la integraci¨®n regional: el Mercosur, en el caso de Brasil; un reconstruido Mercom¨²n Centroamericano, en el caso de El Salvador, y la creciente integraci¨®n econ¨®mica entre Colombia y Venezuela, en el caso de Navarro Wolff.
Asimismo, C¨¢rdenas aclar¨® su postura frente al Tratado de Libre Comercio de Norteam¨¦rica. Expres¨® su rechazo al convenio actual tal y como lo negociaron los Gobiernos de Bush, Mulroney y Salinas, pero se manifest¨® a favor de un acuerdo que incluyera convenios paralelos significativos de defensa del medio ambiente y de los derechos y las normas laborales, un mecanismo de financiamiento compensatorio, el principio de negociaciones sobre la movilidad laboral y un dispositivo de soluci¨®n de disputas abierto a todos los temas y a todas las partes.
Pero estas manifestaciones representan s¨®lo respuestas puntuales a tendencias vigentes, no una visi¨®n cabal de un futuro diferente. La izquierda latinoamericana ahora tiene que avanzar hacia la reconquista de lo que tuvo y de lo que ha perdido: una utop¨ªa reconstruida, que moviliza a sus adeptos, pero que tambi¨¦n convence a sus adversarios que es posible convivir con la izquierda en un mismo pa¨ªs, en una misma regi¨®n.
es profesor visitante de la Universidad de Princeton y catedr¨¢tico de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico.
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