El presidente ruso recurre al descr¨¦dito del adversario y al rock en el cierre de la campa?a
Una mezcla de viejos h¨¢bitos de la propaganda comunista -como el descr¨¦dito del adversario- y de elementos ajenos a las tradiciones rusas -tales como la m¨²sica rock o la b¨²squeda del voto joven- han caracterizado la campa?a del presidente de Rusia, Bor¨ªs Yeltsin, ante el refer¨¦ndum que se celebra ma?ana para resolver la virulenta crisis entre el poder Ejecutivo y el Legislativo.
En una exposici¨®n de t¨¦cnica militar y productos de la reconversi¨®n b¨¦lica en Izhevsk, en la rep¨²blica de Udmurtia, Bor¨ªs Yeltsin se par¨® ante una maquinilla de picar carne. Alzando el utensilio dom¨¦stico, hecho de metal, Yeltsin se dirigi¨® al director de la f¨¢brica Ezhmash (la gigantesca empresa productora de los fusiles Kal¨¢shnikov) y le espet¨®: "Esto deber¨ªa ser de pl¨¢stico". "Bien", respondi¨® lac¨®nico y sumiso el director.
El incidente ten¨ªa poder evocativo. Cuando Yeltsin era el m¨¢ximo dirigente comunista de la provincia de Sverdlovsk visitaba f¨¢bricas y granjas colectivas, ense?ando a sus responsables lo que ten¨ªan que hacer y c¨®mo y cu¨¢ndo ten¨ªan que hacerlo. Por si fuera poco, cerca de Yeltsin, el jueves, en la exposici¨®n de Izhevsk, estaba V¨ªktor Iliushin, hoy el jefe del Secretariado del presidente, que en Sverdlovsk era el encargado de preparar las visitas de Yeltsin a las empresas y de registrar las tareas encomendadas, desde la distribuci¨®n de piensos a la de abonos, y sus plazos.
La campa?a a favor de Yeltsin puede resumirse en la expresi¨®n da-da-niet-da (s¨ª-s¨ª-no-s¨ª), a tenor de- las respuestas recomendadas a las cuatro preguntas de los boletines (confianza en el presidente, apoyo a su pol¨ªtica econ¨®mica, reelecci¨®n presidencial y reelecci¨®n del Parlamento). En pro del da-da-niet-da se han empleado m¨¦todos experimentales en el panorama pol¨ªtico ruso, tales como los conciertos de rock para atraer a la juventud, hacia la cual ha ido dirigida la artiller¨ªa yeltsinista. Evocando a la reina Isabel de Inglaterra, que condecor¨¦ a los Beatles, Yeltsin reparti¨® medallas esta semana entre varios m¨²sicos de rock, recompensados as¨ª por sus servicios en agosto de 1991, cuando mantuvieron el ¨¢nimo de quienes defendieron la democracia frente a los golpistas sovi¨¦ticos. Tras un c¨®ctel en el Kremlin, los homenajeados con la medalla de Defensores de la Rusia Libre, entre ellos el cantante Konstant¨ªn K¨ªnchev y el conjunto Mister Twister, volvieron al trabajo y actuaron en el concierto Por el refer¨¦ndum y en apoyo del presidente, junto a la iglesia de San Basilio.
Los intelectuales se han volcado en apoyo de Yeltsin. Una muestra ha sido el documental de una hora que el cineasta Eldar Riazanov dedic¨® a la familia del presidente, y especialmente a su esposa, Na¨ªna Iosevna. La pel¨ªcula, pasada el martes por la televisi¨®n, se film¨® durante la Pascua ortodoxa. Na¨ªna Iosevna aparece en ella como una mujer sencilla, que ha sacrificado su carrera por la de su esposo.
A diferencia de Ra¨ªsa Maximovna, que jam¨¢s dej¨® entrar a la prensa en su casa y que no gozaba de las simpat¨ªas de sus conciudadanos, Na¨ªna Iosevna, menos brillante y menos elegante, es un personaje con el cual pueden identificarse la mayor¨ªa de las sufridas mujeres rusas que han rebasado la cincuentena. La pel¨ªcula, que mostraba a las hijas de Yeltsin preparando el plato favorito de su padre -croquetas de patatas- y al mismo presidente rechazando el t¨¦ que le serv¨ªan porque "estaba fr¨ªo", sal¨ªa al paso de algunos de los reproches que se le hacen al l¨ªder ruso: haberse dejado tentar por los privilegios, ser impulsivo y mostrarse desp¨®tico con sus allegados.
Sopa de verduras
Na¨ªna recordaba que Yeltsin cocinaba borsh (sopa de verduras) en un ko1j¨®s estudiantil, se quejaba de la incomprensi¨®n de los moscovitas hacia su marido y afirmaba que ¨¦ste estaba tan enfrascado en el trabajo, cuando resid¨ªan en la ciudad de Sverdlovsk (hoy Yekaterinburg), que los vecinos, de tanto verla sola con sus hijas, la hab¨ªan llegado a considerar "madre soltera". "Vuelve a casa como un lim¨®n exprimido. ?De qu¨¦ se puede hablar con ¨¦l?", se lamentaba la primera dama de Rusia. El clavo que oblig¨® a Riazanov a cambiar su silla por otra m¨¢s segura en la cocina del presidente completaba el cuadro de una "f¨¢milia normal".
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