Los te¨®logos malditos
El autor interpreta la expulsi¨®n por el Vaticano de seis miembros espa?oles de la Compa?¨ªa Claretiana como un paso m¨¢s en la operaci¨®n de limpieza teol¨®gica puesta en marcha por la Iglesia Cat¨®lica y cuyas principales v¨ªctimas han sido Hans K¨¹ng, Leonardo Boff y, ahora, Benjam¨ªn Forcano. "En la Iglesia s¨®lo pueden vivir hoy c¨®modamente los que corean las consignas del aparato", afirma.
Poco tiempo despu¨¦s de terminar el concilio Vaticano II osaba afirmar el arzobispo de Tur¨ªn: "Ciertos te¨®logos no ha mucho exiliados de la Iglesia se han convertido en peritos del Concilio". Estaba refiri¨¦ndose a te¨®logos como Raliner, Congar, Chenu, De Lubac y otros que, en la d¨¦cada anterior, durante el pontificado de P¨ªo XII, hab¨ªan ca¨ªdo bajo la sospecha del alto magisterio eclesi¨¢stico siendo declarados "malditos" y, apenas dos lustros despu¨¦s, con Juan XXIII, pasaron a ser los principales asesores de los padres conciliares y los redactores de los textos m¨¢s aperturistas del Vaticano II.Hoy la frase podr¨ªa volverse del rev¨¦s: "Ciertos te¨®logos, peritos del Concilio y / o continuadores de sus ideas renovadoras han vuelto a ser exiliados". La primera maldici¨®n posconciliar recay¨® sobre Hans K¨¹ng, asesor de los obispos en el Concilio, a quien se retir¨® la condici¨®n de te¨®logo cat¨®lico.
La Sagrada Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe ha acosado durante m¨¢s de diez a?os al moralista B. H¨¢rin, tambi¨¦n perito conciliar, que en su libro-entrevista Mi experiencia con la Iglesia llega a afirmar que teme m¨¢s al ex Santo Oficio que a los tribunalas de las SS durante la Segunda Guerra Mundial. Leonardo Boff, que contaba con el apoyo solidario de la Iglesia brasile?a, representada por los cardenales Artis y Lorscheider y por las numerosas comunidades de base de Am¨¦rica Latina, primero fue sancionado con un tiempo de silencio tras la condena de su obra Iglesia: carisma y poder, y m¨¢s tarde destituido como director de la revista Vozes.
El moralista norteamericano Curran se vio privado de la c¨¢tedra de Teolog¨ªa en la Universidad cat¨®lica de Washington debido a sus posiciones divergentes con las mantenidas oficialmente por el magisterio eclesi¨¢stico en cuestiones de moral sexual. En nuestro pa¨ªs las sanciones recayeron, en los a?os ochenta, sobre Jos¨¦ Mar¨ªa Castillo, Juan Antonio Estrada y Benjam¨ªn Forcano, excluidos de la docencia teol¨®gica.
El final, por ahora, de los procesos inquisitoriales ha sido la expulsi¨®n de seis miembros espa?oles de la Compa?¨ªa Claretiana, uno de ellos Benjam¨ªn Forcano, quien ya fuera procesado por su libro Nueva ¨¦tica sexual y posteriormente destituido de la direcci¨®n de la revista Misi¨®n Abierta.
El aire en la Iglesia ya est¨¢ haci¨¦ndose irrespirable. Las condiciones de habitabilidad rayan lo inhumano. En la Iglesia s¨®lo pueden vivir hoy c¨®modamente los que corean las consignas del aparato y obligan a ponerlas en pr¨¢ctica sin rechistar. Estamos asistiendo a una operaci¨®n de limpieza teol¨®gica en toda regla, que expulsa de la comunidad eclesial a los te¨®logos considerados impuros por atreverse a dialogar con la cultura moderna y a estar en sinton¨ªa con los marginados del sistema y por ser la conciencia cr¨ªtica del sistema eclesi¨¢stico y del orden establecido. En la instituci¨®n eclesi¨¢stica s¨®lo caben los te¨®logos de raza, a quienes se les asigna la funci¨®n tan poco creativa de luchar con denuedo contra la cultura laica, considerada como enemigo a batir.
Limpieza teol¨®gica
En esta operaci¨®n de limpieza teol¨®gica que se est¨¢ llevando a cabo en la Iglesia con tanto celo como severidad quedan entre par¨¦ntesis los derechos humanos, tan defendidos por la propia Iglesia de puertas para fuera, incurriendo as¨ª en una crasa contradicci¨®n dif¨ªcilmente superable.
Esa operaci¨®n de poner en suspenso los derechos humanos se hace sin rubor y apelando adem¨¢s a argumentos teol¨®gicos que se presentan como dictados por Dios. Las libertades de expresi¨®n, asociaci¨®n, investigaci¨®n y conciencia tienen tales recortes y restricciones que terminan por convertirse en una caricatura y dejan de existir en la pr¨¢ctica.
El derecho al disenso y a la cr¨ªtica queda eliminado por decreto, hasta el punto de no admitirse fundamentaci¨®n alguna, ni ¨¦tica, ni pol¨ªtica, ni teol¨®gica, de dicho derecho para los te¨®logos.
Ni la libertad del acto de fe, ni la apelaci¨®n a los derechos humanos, ni la apelaci¨®n a la conciencia legitiman el derecho a la cr¨ªtica. Seg¨²n este razonamiento, que puede leerse en la Instrucci¨®n romana sobre la vocaci¨®n eclesial del te¨®logo (24-5-1990), no hay raz¨®n para considerar como violaciones de los derechos humanos las sanciones contra los te¨®logos-as y las expulsiones de las congregaciones religiosas.
Por lo mismo, al entender la unidad de la fe monol¨ªticamente hablando, el pluralismo en la Iglesia resulta aut¨¦nticamente inviable. Ello explica el severo control doctrinal, por una parte, y la llamada a la unidad de los cat¨®licos en las esferas de la cultura y de la pol¨ªtica, por ejemplo.
Libertades cristianas
Para detener la hemorragia que desangra a los movimientos cristianos prof¨¦ticos creo necesaria y urgente la elaboraci¨®n de una declaraci¨®n abierta de derechos y libertades de los cristianos, que constituya el marco de articulaci¨®n eclesial y de relaci¨®n horizontal entre los cristianos y cristianas.
Dif¨ªcilmente habr¨¢ conciencia de transgresi¨®n de tales derechos en la jerarqu¨ªa de la Iglesia si previamente no contamos con una formulaci¨®n n¨ªtida de los mismos. Dicha declaraci¨®n se sustenta en la historia moderna de la libertad, tiene un fundamento antropol¨®gico y se mueve en el horizonte de las estructuras democr¨¢ticas vigentes en la sociedad.
Pero se fundamenta tambi¨¦n, y de manera prioritaria, en el principio teol¨®gico de la comunidad de iguales, tan genuinamente evang¨¦lico y democr¨¢tico.
Las reglas de juego en la Iglesia no pueden seguir siendo el anatema, la sospecha o las sanciones, sino el di¨¢logo, la tolerancia, la cr¨ªtica y la autocr¨ªtica, el consenso y el disenso. Si se opta por estas reglas de juego seguir¨¢ habiendo tensiones, conflictos y desacuerdos, pero no volver¨¢n a repetirse casos como la expulsi¨®n de los claretianos ni te¨®logos malditos. Y la Iglesia en su conjunto podr¨¢ recuperar ante la sociedad parte de la credibilidad que pierde a diario con comportamientos tan autoritarios como los aqu¨ª descritos.
Juan Jos¨¦ Tamayo es secretario general de la Asociaci¨®n de Te¨®logos Juan XXIII y autor de La marginaci¨®n, lugar social de los cristianos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.