La reforma de Hillary
M¨¢s de 37 millones de estadounidenses carecen de acceso a cuidados m¨¦dicos y seguro sanitario
Al llegar frente al mostrador de un hospital, donde una displicente enfermera pregunta sobre la forma de pago de los servicios m¨¦dicos solicitados, un ciudadano norteamericano tiene cuatro opciones: ense?ar su tarjeta del seguro p¨²blico Medicaid, mostrar su tarjeta de un seguro privado, cargarlo a su tarjeta de cr¨¦dito o dar media vuelta y soportar estoicamente el dolor. M¨¢s de 37 millones de estadounidenses se ven obligados a optar por esta ¨²ltima soluci¨®n. Para poner remedio a esta situaci¨®n, Hillary R. Clinton prepara una profunda reforma sanitaria.
No faltan razones por las que la reforma del sistema sanitario, en la que ahora mismo trabaja Hillary Rodham Clinton al frente de un equipo de 500 personas, sea la gran prioridad de la Administraci¨®n dem¨®crata, s¨®lo comparable con la soluci¨®n de los problemas econ¨®micos. Esos 37 millones de personas sin acceso al cuidado sanitario son, ¨²nicamente, la prueba m¨¢s evidente de un sistema que no funciona, un sistema en el que Estados Unidos gasta cada a?o casi un bill¨®n de d¨®lares (120 billones de pesetas), que contribuye casi al 50% del aumento del d¨¦ficit p¨²blico anualmente, que supone m¨¢s del 12% del Producto Interior Bruto de este pa¨ªs, y que, sin embargo, deja desprotegidas a millones de personas o en manos de compa?¨ªas de seguros pira?as a otros muchos millones.La ambici¨®n de la reforma que se plantea el Gobierno de Bill Clinton es, nada m¨¢s y nada menos, proveer cobertura sanitaria a toda la poblaci¨®n. Hacer eso ¨²nicamente a costa del erario p¨²blico supondr¨ªa, seg¨²n los c¨¢lculos que se barajan, el de sembolso de hasta 100.000 millones de d¨®lares en el plazo de cuatro a?os, cantidad que la defici taria econom¨ªa norteamericana no puede, ni aproximadamente, permitirse.
Clinton quiere corregir los problemas del actual sistema sanitario sin que ¨¦ste deje de ser fundamentalmente privado"Necesitar¨ªamos que los empresarios paguen por sus empleado y que el Estado pague por lo que no tienen empleo, dentro de un sistema que le exija a cada uno pagar con arreglo a sus posibilidades", afirma el presidente.
Poner en movimiento, sin embargo, la actual estructura sanitaria norteamericana para aproximar¨ªa a los deseos de Clinton puede ser una misi¨®n que exceda con mucho los cuatro a?os de gesti¨®n de una Administraci¨®n.
Asistencia p¨²blica
La sanidad estadounidense est¨¢ actualmente asentada sobre dos pilares fundamentales: los seguros privados, que amparan a cerca de 180 millones de personas, y la asistencia p¨²blica, conocida como Medicaid, y que afecta tans¨®lo a los 35 millones de norteamericanos que viven por debajo del nivel de la pobreza.
El Medicaid permite una asistencia sanitaria b¨¢sica y pr¨¢cticamente gratuita a los individuos con ingresos inferiores a los 7.000 d¨®lares (840.000 pesetas) anuales, a las familias de dos miembros con no m¨¢s de 9.500 d¨®lares (1.140.000 pesetas) al a?o, 11.000 d¨®lares (1.320.000 pesetas) si se trata de una familia de tres y as¨ª sucesivamente.
Por encima de esas cantidades, el Estado s¨®lo cubre los gastos sanitarios en caso de emergencia por accidente, cat¨¢strofe natural u otros casos excepcionales. Es impresindible, pues, para la clase media afrontar el gasto y las condiciones que exigen las compa?¨ªas de seguros.
Estas compa?¨ªas, que abundan por docenas en los diferentes Estados del pa¨ªs, ofrecen toda una gama de modalidades de seguro, cuyo precio, en funci¨®n de la edad del beneficiario y de la cobertura de la poliza oscila, entre los 100 y los m¨¢s de 1.000 d¨®lares mensuales.
Algunas ideas que se barajan en el nuevo proyecto sanitario son, por un lado, recortar los gastos que genera la actual estructura y, por otro, hacer que las empresas contribuyan en mayor medida al pago de los servicios sanitarios de sus trabajadores. Se calcula que el 20% de los gastos sanitarios est¨¢n motivados por los alt¨ªsimos salarios de los m¨¦dicos. Un cirujano norteamericano gana, como media, 250.000 d¨®lares (30 millones de pesetas) al a?o, y un m¨¦dico de medicina general, 112.000 d¨®lares (13.440.000 pesetas). Casi otro 20% m¨¢s de los gastos est¨¢n dedicados al pago de la burocracia creada por el actual sistema.
En cuanto a las contribuciones de las empresas, seg¨²n un estudio del Departamento de Tra bajo, el 48% de los empleados en compa?¨ªas de m¨¢s de 100 traba jadores tienen su seguro privado pagado, aunque no el de sus fa milias. Si se incluyen a las familias, ese porcentaje desciende hasta el 30%. En las empresas de menos de 100 trabajadores, la cobertura sanitaria al empleado es pr¨¢cticamente inexistente. Tampoco se aplica esa cobertura a los trabajadores con contratos de tiempo parcial.
Todas estas imperfecciones del sistema norteamericano han provocado que en los ¨²ltimos a?os se hayan levantado varias voces en favor de un sistema total o mayoritariamente p¨²blico. El modelo al que se mira con mayor entusiasmo es el de Canad¨¢, donde el Estado es la principal compania aseguradora y donde su gasto en salud supone un 6% de su producto interior bruto, exactamente la mitad del estadounidense.
Sue?o imposible
El problema, sin embargo, es de tal dimensi¨®n en Estados Unidos que, si el Gobierno de este pa¨ªs quisiera de repente hacerse cargo de la atenci¨®n de los 37 millones de personas sin ning¨²n tipo de seguro, le costar¨ªa, seg¨²n los c¨¢lculos del equipo de Hillary Rodham, unos 175.000 millones de d¨®lares (21 billones de pesetas). Un sue?o imposible, incluso en Am¨¦rica.Los seguros de enfermedad suelen estar b¨¢sicamente divididos en individuales y familiares, y estos ¨²ltimos cubren, por lo general, a los dos c¨®nyuges y a todos los hijos menores de 25 a?os. Un buen seguro en una compa?¨ªa de prestigio para una familia cuyo titular se encuentra entre los 40 y los 45 a?os cuesta 385 d¨®lares (46.000 pesetas) al mes con cobertura para todos los miembros de la familia.
Seg¨²n advirti¨® esta semana Ira Maganizer, director del equipo de trabajo de la primera dama, las enfermedades cr¨®nicas que actualmente no cubren los seguros privados tampoco podr¨¢n incluirse dentro de la reforma de la sanidad p¨²blica.
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