El problema es la medicina
"... pero el futuro de la medicina no fue precisamente por donde ¨¦l propuso".As¨ª termina la nota de Carlos Castilla del Pino sobre Mara?¨®n en el coleccionable de EL PA?S Los mil protagonistas del siglo XX, que provoc¨® en su d¨ªa un largo y apasionado art¨ªculo de Gregorio Mara?¨®n y Bertr¨¢n de Lis en defensa de su abuelo. El asunto me parece de inter¨¦s no tanto por lo que a Mara?¨®n mismo se refiere (su figura ha sido objeto de debates en los ¨²ltimos a?os desde la celebraci¨®n de su centenario) cuanto por lo que a¨²n pesa y representa su modelo de ser m¨¦dico en la medicina de hoy. La medicina necesita debate y clarificaci¨®n, pues cada d¨ªa se hace m¨¢s profundo el desfase entre la realidad de la profesi¨®n y la inercia del discurso institucional que viene de tiempos pret¨¦ritos.
Como "ciencia, arte y oficio" defini¨® Mara?¨®n a la medicina, aunque sin aclarar la dosis que deb¨ªa ponerse de cada componente para hacer equilibrado el producto. Otros autores vienen negando, sin embargo, que la medicina sea "ciencia". Lo es la f¨ªsica, la qu¨ªmica o la biolog¨ªa, pero no la medicina, que es aplicaci¨®n de otros saberes. Menos a¨²n que sea "arte", pues entrar¨ªamos en el terreno propio del cham¨¢n. Roberto Koch ofreci¨®, hace m¨¢s de cien a?os, una definici¨®n cuyo sentido com¨²n la mantiene en plena vigencia: "La medicina es lo que el m¨¦dico sabe o debe saber para el ejercicio de sus tareas profesionales". El mibrobi¨®logo alem¨¢n nos propuso as¨ª una definici¨®n puramente "t¨¦cnica" de la medicina que, como tal, ha evolucionado conforme a los avances producidos en la instrumentaci¨®n moderna.
La actividad m¨¦dica se ejerci¨®, desde sus comienzos, como relaci¨®n privada m¨¦dico-enfermo. Se basaba en la facultad que se le supon¨ªa a aquel de dominar "un arte" ejecutado con medios tan primitivos, pero a la vez tan valorados en el campo art¨ªstico, como el mirar, escuchar, percutir o palpar, y de producir un resultado que, por su car¨¢cter de creaci¨®n personal, era poco discutible. El paradigma de esta antigua pr¨¢ctica es, sin duda, Gregorio Mara?¨®n. En su tiempo la mutaci¨®n ya se vislumbraba, pero ¨¦l, al contrario de otros "popes de la medicina", como Jim¨¦nez D¨ªaz, no la vio, no la quiso ver o la neg¨®, anteponiendo el "debe ser" de la tradici¨®n al "es" de los tiempos. Hoy el m¨¦dico ha perdido definitivamente aquel papel. El m¨¦dico ha dejado de ser considerado como ¨¦l mismo, como una personalidad con "arte" propio, para verse incluido en la reputaci¨®n de un equipo, de una empresa o de un sistema. El paciente acude hoy a un hospital o a un servicio atra¨ªdo por el prestigio que le da el disponer de tecnolog¨ªa avanzada, sabe que existe la hemodi¨¢lisis, la litotricia, la resonancia magn¨¦tica o la cirug¨ªa no invasiva y viene a consumir tal tecnolog¨ªa.
Cient¨ªficos y t¨¦cnicos
La medicina se ha tecnificado y, con la t¨¦cnica, se ha fragmentado en numerosos centros de decisi¨®n y actividad. Ya no es posible hablar de la medicina o del m¨¦dico como una realidad ¨²nica. El quehacer del anatomopat¨®logo o el inmun¨®logo se asemeja m¨¢s a los cient¨ªficos y t¨¦cnicos de cualquier otro laboratorio de biotecnolog¨ªa que a sus colegas cl¨ªnicos. El radi¨®logo, ecografista o m¨¦dico nuclear obtiene im¨¢genes informatizadas que interpreta como lo hace el ge¨®logo o el astr¨®nomo. El cirujano que desatasca una uretra o coloca un cristalino artificial lo hace con la misma rutina t¨¦cnica con la que se arregla una delicada m¨¢quina. Hay, por tanto, muchas medicinas, tantas como t¨¦cnicas disponibles, lo que conforma una realidad claramente visible, aunque no por ello sea aceptada, porque estos cambios, en muchos sentidos, han destrozado el prestigio tradicional del m¨¦dico, y esto es un hecho doloroso que provoca resistencias y lleva a culpabilizar a otros de los m¨²ltiples problemas que se viven.Porque los problemas son, sin duda, muchos. La medicina, en su progreso, soluciona cosas, pero tambi¨¦n crea nuevos problemas. Cada avance, cada ¨¦xito de la medicina es fuente de otros muchos y m¨¢s complejos interrogantes y manifestaci¨®n de un fracaso final que es la inevitable muerte de toda persona.
La arrogancia de la tecnolog¨ªa moderna ha hecho desaparecer la resignaci¨®n religiosa ante la muerte que antes exist¨ªa. Se crean as¨ª problemas a la ciencia que, hasta la inmortalidad, tiene un campo infinito que investigar; a la pol¨ªtica que ha de intervenir y organizar; a la econom¨ªa que ha de financiar o a la ¨¦tica que debe enfrentarse a nuevos dilemas relacionados con decisiones sobre la vida y la muerte.
As¨ª vemos a la sanidad, a la econom¨ªa, a la justicia o a la filosofia bregando cada d¨ªa con problemas que no ha engendrado y con los que no saben muy bien qu¨¦ hacer, pues la medicina tiende a proclamar su irresponsabilidad sobre tales problemas. Enarbolando los viejos principios de la "libertad cl¨ªnica" o la "libertad de prescripci¨®n" se quiere salvar a la medicina de cualquier compromiso de sus actos. En palabras de Mara?¨®n, "la medicina es una ciencia inexacta, y si se elige al m¨¦dico que se cree puede "acertar" se admite tambi¨¦n, consciente o inconscientemente, la limitaci¨®n de la ciencia y, por tanto, la posibilidad, todo lo reducida que se quiera, pero en cierto modo legal, de error que el acierto emp¨ªrico lleva siempre escondido en su seno". "El juez que ha de atender su reclamaci¨®n", insist¨ªa Mara?¨®n, "cometer¨¢ la m¨¢s atroz injusticia si condena de plano al m¨¦dico, y no a los profesores que le dieron el t¨ªtulo". Volvemos as¨ª al "arte" como esencia principal de la medicina y a concederle al t¨ªtulo de m¨¦dico un valor de bula que niega cualquier posibilidad de evaluaci¨®n y control del ejercicio que es, al fin, el principal problema que tiene hoy la medicina.
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