Vuelve a los tribunales de Par¨ªs el proceso de la sangre contaminada con el virus del sida
El Tribunal de Apelaci¨®n de Par¨ªs reabri¨® ayer, debido a los recursos presentados por el ministerio fiscal y el doctor Allain, del Centro Nacional de Transfusi¨®n Sangu¨ªnea (CNTS), el caso de "Ia sangre contaminada", que provoc¨® que m¨¢s de 1.200 hemofilicos se convirtieran en seropositivos por transfusiones hechas entre marzo y octubre de 1985, cuando se repartieron lotes de sangre que se sab¨ªa conten¨ªan el virus del sida. 250 han muerto ya. La acusaci¨®n pretende cambiar la calificaci¨®n del delito y que se considere como "envenenamiento" en vez de "distribuci¨®n de mercanc¨ªa averiada". Ayer, s¨®lo compareci¨® ante el tribunal el doctor Garreta, ex m¨¢ximo responsable del CNTS, que cumple cuatro a?os de c¨¢rcel.
Militantes de Act-Up se manifestaron ante el Palacio de Justicia reclamando el procesamiento de Laurent Fabius, Georgina Dufoix y Edmond Herv¨¦, ex primer ministro y ministros de Asuntos Sociales y Sanidad, respectivamente, en el momento en que sucedieron los hechos, bajo gobierno socialista. Pero el ¨²nico que acudi¨® ayer esposado ante el tribunal fue un demacrado Michel Garretta, que cumple, en la c¨¢rcel parisiense de la Sant¨¦, una condena de cuatro a?os de prisi¨®n.Garretta era el m¨¢ximo dirigente del CNTS en el momento cr¨ªtico. Los doctores Allain -ahora trabaja en Gran Breta?a y fue condenado a cuatro a?os de c¨¢rcel, dos de ellos con suspensi¨®n de pena-, Jacques Roux -cuatro a?os de c¨¢rcel; pero con pena suspendida por razones de salud- y Robert Netter -en libertad sin cargos- deben acudir de nuevo ante un tribunal que revisar¨¢, a lo largo de seis semanas, un caso que ha sido considerado como Ia mayor causa del desprestigio popular para la gesti¨®n socialista".
'Chivo expiatorio'
Seg¨²n su abogado, el ex doctor -fue expulsado del cuerpo m¨¦dico tras el juicio- Michel Garretta, ha perdido 17 kilos durante los meses de c¨¢rcel. Ha pedido la libertad provisional, que le ha sido denegada, y se considera v¨ªctima de "la cobard¨ªa colectiva", que le ha utilizado como "chivo expiatorio" de lo que, seg¨²n ¨¦l, era una decisi¨®n conjunta de todos los dirigentes de la sanidad francesa. Garretta no ha dejado de repetir: "Yo, de acuerdo, pero ?y los dem¨¢s?".La estrategia de los abogados de las v¨ªctimas tiene dos objetivos: por un lado, pretende cambiar la calificaci¨®n del delito y que deje de tratarse de "distribuci¨®n de mercanc¨ªa averiada" para hablarse de "envenenamiento". Para ello necesitan demostrar que hubo "intenci¨®n de matar" y que, adem¨¢s de "consciencia" en el momento de distribuir la sangre contaminada, hubo tambi¨¦n "intencionalidad". Si el Tribunal de Apelaci¨®n aceptase la consideraci¨®n de delito de envenenamiento, entonces habr¨ªa que cambiar de jurisdicci¨®n y los acusados correr¨ªan el peligro de ser condenados a penas muy superiores. El segundo objetivo pasa por poner en evidencia el grado de implicaci¨®n de los consejeros cient¨ªficos y de los directores de gabinete de los ministros.
El anterior juicio, celebrado entre el 22 de junio y el 5 de agosto de 1992, prob¨® que el 12 de marzo de 1985 el doctor Roux fue advertido de que todos los lotes de productos sangu¨ªneos estaban contaminados; que el doctor Netter retras¨® la legalizaci¨®n del llamado test americano para permitir a los franceses de Diagnostics Pasteur presentar el suyo; que el CNTS aplaz¨® cuanto pudo la obligatoriedad de "calentar" los productos sangu¨ªneos por razones econ¨®micas y que decidi¨® distribuir todos los lotes contaminados antes de empezar a vender los "descontaminados"; y que los doctores Weiselberg y Gros, consejeros de ministros, aceptaron la primac¨ªa de la l¨®gica econ¨®mica sobre la sanitaria a sabiendas de sus consecuencias mortales.
En definitiva, la primera parte del juicio revel¨® la dimensi¨®n pol¨ªtico-econ¨®mica del caso, aunque no quiso juzgarla. Por ejemplo, Laurent Fabius, que tuvo que prestar declaraci¨®n, prob¨® haber reaccionado bien el 19 de junio de 1985, al declararse obligatorio ante el Parlamento el test antisida para todos los donantes de sangre, pero luego no supo asumir como primer ministro la responsabilidad correspondiente a las actuaciones equivocadas de sus ministros y altos funcionarios. Luego, cuando quiso rectificar ante la presi¨®n de la opini¨®n p¨²blica, ya era demasiado tarde y sus vacilaciones se interpretaron como confesi¨®n impl¨ªcita de culpabilidad o negligencia.
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