Debates andr¨®ginos
Esta campa?a, adem¨¢s de larga, carga con la pobre presencia de las mujeres. Ninguna otra campa?a anterior fue m¨¢s pr¨®diga en candidatas, pero ahora su escasez se detecta con intensidad mayor. Probablemente, una parte del desinter¨¦s que los ciudadanos han ido mostrando por las cuestiones pol¨ªticas cabe asignarla a la anacr¨®nica superpresencia masculina en los estrados y a la mim¨¦tica, adem¨¢s de menguada, intervenci¨®n pol¨ªtica ,de las mujeres.Todos los debates televisivos con vitola oficial -no se cuenta el partido de balonmano de anoche entre chicas del PP y del PSOE- llevan, por el momento, en su cartel el nombre de hombres, el olor de hombre, el volumen y el ruido de los hombres. Se parecen a las antiguas tertulias de bicarbonato ytoros. Buenas para la afici¨®n, buenas para la digesti¨®n patriarcal; malas para interesar a todos y crecientemente antiguas para las preferencias de la audiencia general.
La televisi¨®n necesita, como condici¨®n de vida, una alta y constante proporci¨®n de sustancia femenina. No importa de qu¨¦ asunto se trate. Sin mujeres en la pantalla, desde las variedades a los informativos, la televisi¨®n est¨¢ anunciando una hecatombe universal por la que concluir¨¢ el mundo o estar¨¢ declar¨¢ndose en quiebra, con lo que se cerrar¨¢ la emisi¨®n seguidamente.
F¨²nebres, severos, gara?ones, los programas pol¨ªticos que repiten con tes¨®n hombres y hombres apestan, al cabo, el gusto del espectador. Que no participen mujeres tara los di¨¢logos, provoca aver¨ªas en los referentes, perjudica el espect¨¢culo. Las mujeres suelen componerse con variaci¨®n y exhibir un repertorio ornamental diverso en consonancia con el deber de amenidad; pero, adem¨¢s, ellas, por menos escuchadas hasta ahora, aportan un est¨ªmulo adicional.
Est¨¢ bien que se programen choques duros de hombre a hombre. Antena 3, por ejemplo, anuncia su Directo elecciones con los signos (t¨²nel de vestuarios, sala de pesaje o maquillaje, managers, estrechamiento de manos) de una velada de boxeo. Es leg¨ªtimo que el medio dramatice sus productos y traspase las connotaciones de un debate a las de un combate. Pero dentro de esta gu¨ªa ?por qu¨¦ no una controversia entre mujer y mujer o un cuerpo a cuerpo mujer-hombre?
Mas del 50% de los electores son mujeres, m¨¢s del 50% de los universitarios son mujeres, pero menos de la mitad de la audiencia para los programas pol¨ªticos son mujeres; pr¨¢cticamente el 100% de los altos protagonistas pol¨ªticos son hombres. ?Es la pol¨ªtica un espect¨¢culo de nuestro tiempo?
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