El embrollo brit¨¢nico sobre el Tratado de Maastricht terminar¨¢ en los tribunales
ENRIC GONZ?LEZ, La tortuosa ratificaci¨®n brit¨¢nica del Tratado para la Uni¨®n Europea est¨¢ a punto de dar un inesperado giro: ser¨¢n los tribunales, al parecer, y no el Parlamento, los que. dir¨¢n la ¨²ltima palabra. Todos los grupos pol¨ªticos de la C¨¢mara de los Comunes desean traspasar el problema a los tribunales por muy distintas razones. Major acept¨® ayer la enmienda laborista que pide la exclusi¨®n del Tratado de Maastricht de la cl¨¢usula que exime al Reino Unido de la aplicaci¨®n del Cap¨ªtulo Social.
El Gobierno de John Major tuvo que decidir ayer entre dos males: o acudir a una votaci¨®n en los Comunes sobre el Cap¨ªtulo Social, y perderla de forma humillante, o rendirse sin plantear batalla ante la mayor¨ªa formada por la oposici¨®n y su propio grupo de euroesc¨¦pticos. Tras largas dudas, opt¨® por lo segundo.La aceptaci¨®n de la enmienda, adem¨¢s de suponer una retirada vergonzante para el Gobierno, implica la inclusi¨®n del Cap¨ªtulo Social y abre la perspectiva de un proceso jur¨ªdico como remate a la ratificaci¨®n. Los conservadores afirman que la enmienda no tiene validez, ya que el tratado es intocable como tal. Por tanto, la inclusi¨®n de referencias al Cap¨ªtulo Social en la legislaci¨®n brit¨¢nica, -es decir, lo que est¨¢ haciendo el Parlarnento:adaptar las leyes del Reino Unido a lo firmado en Maastricht hace 16 meses-, es superflua.
El ministro de Asuntos Exteriores, Douglas Hurd, se?al¨® ya en febrero que la enmienda no serv¨ªa para nada, ya que se refer¨ªa a algo que no figuraba en el tratado y, por tanto, no estaba sujeto a discusi¨®n. Hurd, a quien correspondi¨® ayer la penosa tarea de aceptar la enmienda planteada por los laboristas, se ratific¨®, en esa opini¨®n en su intervenci¨®n ante los Comunes.
Todo a la carta jur¨ªdica
"Hubi¨¦ramos preferido que las cosas discurrieran de otra manera, pero la conclusi¨®n ser¨¢ la misma: aunque sin protocolo, el Tratado de Maastricht ser¨¢ ratificado y, en este pa¨ªs, no incluir¨¢ el Cap¨ªtulo Social", manifest¨®.
Los asesores legales del Gobierno creen que el Tribunal Supremo europeo de Estrasburgo les dar¨ªa la raz¨®n y John Major, harto de arrastrar el proceso de ratificaci¨®n, parece dispuesto a jug¨¢rselo todo a la carta jur¨ªdica.
La oposici¨®n laborista y liberal-dem¨®crata, que quiere el Cap¨ªtulo Social y para eso present¨® la enmienda, opina lo. contrario que el Gobierno: el Parlamento es soberano y, por tanto, el Tribunal de Estrasburgo deber¨ªa ordenar a John Major que incluyera esa parte del tratado.
El tercer bando en discordia, la treintena de conservadores rebeldes y euroesc¨¦pticos que decanta la balanza a favor de la oposici¨®n, no quiere ni el Cap¨ªtulo Social ni el resto del tratado. En opini¨®n de sus asesores legales, la enmienda altera el tratado que es, por definici¨®n, inalterable. Esta contradicci¨®n lo invalidar¨ªa todo, dicen, convencidos de que los tribunales (en su caso, prefieren la High Court brit¨¢nica a Estrasburgo) respaldar¨ªan su posici¨®n.
Los conservadores, en peligro de ver recortada su mayor¨ªa parlamentaria
E. G., La inestable mayor¨ªa de que dispone el Gobierno conservador brit¨¢nico en la C¨¢mara de los Comunes podr¨ªa verse reducida hoy de 21 a 20 esca?os si los tories sufren una derrota en la elecci¨®n parcial de Newbury.
En las elecciones generales de hace un a?o, la candidata conservadora Judith Chaplin obtuvo c¨®modamente el esca?o de Newbury (sureste de Inglaterra) con 37.000 votos, 12.000 m¨¢s que el candidato en segunda posici¨®n, el liberal-dem¨®crata David Rendel. Pero desde el fallecimiento de Chaplin el humor pol¨ªtico en la zona ha empeorado significativamente y todo indica que el nuevo candidato conservador, Julian Davidson, pagar¨¢ con una derrota la impopularidad de John Major.
El voto tory se ver¨¢ perjudicado, adicionalmente, por la concurrencia de varios candidatos conservadores no respaldados por el partido. Dichos candidatos apelan al electorado euroesc¨¦ptico o nost¨¢lgico del thatcherismo.
El voto de castigo anticonservador se desplazar¨¢ casi en masa, si esta vez las encuestas no fallan, hacia los liberaldem¨®cratas, lo cual supondr¨¢ la reconfirmaci¨®n de un fen¨®meno cada vez m¨¢s evidente: en la mitad sur de Inglaterra, la zona m¨¢s rica del Reino Unido, la aut¨¦ntica oposici¨®n es la liberal-dem¨®crata, con los laboristas en tercer lugar y a distancia.
Hoy se celebran tambi¨¦n elecciones en parte de las corporaciones locales de Inglaterra y Gales. Previsiblemente, el descontento generalizado de los electores con su Gobierno se reflejar¨¢ igualmente en esa votaci¨®n, con un incremento de representantes laboristas y liberal-dem¨®cratas.
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