Los electores m¨¢s mimados en la campa?a
Los jubilados recuerdan a los partidos que intentan seducirlos que hay cuatro millones de pensiones por debajo del salario m¨ªnimo
Casi cinco millones y medio de espa?oles y potenciales votantes tienen m¨¢s de 65 a?os. Adem¨¢s de ser muchos -constituyen el 18% del censo electoral- votan casi todos y son, sin duda, los m¨¢s mimados por los l¨ªderes pol¨ªticos durante la campa?a electoral. La raz¨®n parece obvia. Los mayores conforman el ¨²nico segmento social al que se puede intentar seducir con una sola promesa: pensiones.Pero como experiencia es lo ¨²nico que les sobra a los jubilados, ¨¦sta les aconseja que se crean de la misa la media. Y la petici¨®n un¨¢nime que hacen a todos los partidos es que recuerden que hay m¨¢s de cuatro millones de pensiones inferiores al salario m¨ªnimo (58.530 pesetas).
Los soci¨®logos descubrieron hace una d¨¦cada que la tercera edad ser¨¢ la principal fuerza pol¨ªtica del futuro en Europa. Los partidos han ca¨ªdo en la cuenta hace menos tiempo y ahora todos preparan sus estrategias electorales teniendo presentes a los pensionistas. El s¨²bito inter¨¦s de los partidos por ellos cuando se acercan las elecciones y tantas visitas de los candidatos a sus residencias y clubes les indignan. Esa repulsa se puede detectar en organizaciones de jubilados o en los pensionistas cogidos al azar en un hogar de la tercera edad.
Abelardo Mart¨ªn Gonz¨¢lez, ex metal¨²rgico, miembro de CC OO desde su fundaci¨®n y dirigente de los jubilados del sindicato, siente "aut¨¦ntica pena al ver a personas tan inteligentes tratando de enga?ar a los jubilados, porque despu¨¦s del 6 de junio se olvidar¨¢n de todo". No se cree las promesas del PP y tampoco conf¨ªa en que el PSOE vaya a mejorar su situaci¨®n, pese a tener un voto estimado del 50% de los jubilados.
A Valent¨ªn Cabrero, carpintero jubilado, con una pensi¨®n de 74.000 pesetas, le impresionan tambi¨¦n muy poco las promesas electorales. "No tienen verg¨¹enza, nos enga?an y quieren arreglar todo en 24 horas", afirma.
La reforma de 1985
En los casi once a?os de gobiernos socialistas, la pol¨ªtica de pensiones y de asistencia a los mayores ha sido la m¨¢s cuidada y la menos contestada. Primero se aplicaron aumentos que beneficiaron a las pensiones m¨¢s bajas y se fij¨® un tope m¨¢ximo de prestaci¨®n. A partir de 1990, tras el acuerdo logrado con los sindicatos para la legislatura que ahora acaba, se han revalorizado cada a?o lo mismo que la inflaci¨®n pasada, de forma que mantienen el poder adquisitivo. Previamente, la reforma de 1985, aplicada con una cirug¨ªa traum¨¢tica, sent¨® las bases para la viabilidad del sistema p¨²blico.
El balance que hacen los propios jubilados es que su situaci¨®n no es para tirar cohetes, aunque vivan sensiblemente mejor. Y no ignoran que en 1993 hay dos millones m¨¢s de pensiones que en 1982. La causa, junto al crecimiento vegetativo, es un considerable y at¨ªpico aumento de las pensiones de aut¨®nomos, invalidez y empleadas de hogar.
Tampoco desconocen que en la legislatura que ahora acaba se han puesto en marcha las pensiones no contributivas, dirigidas a las personas que no cotizaron a la Seguridad Social o no lo hicieron en tiempo suficiente. Al d¨ªa de hoy se han reconocido 160.000 de esas prestaciones y otras 95.000 est¨¢n en tr¨¢mite. El porcentaje de las que se han denegado est¨¢ en torno al 55%.
Una vez aplicada esa ley, las personas con m¨¢s de 65 a?os que todav¨ªa no cobran una pensi¨®n p¨²blica en Espa?a suponen el 4%. En cifras redondas, son algo m¨¢s de 210.000 personas en posici¨®n muy diferente: unas tienen rentas altas y las restantes est¨¢n en situaci¨®n de necesidad, pero ni la Administraci¨®n ni las comunidades aut¨®nomas ni los asistentes sociales las han podido localizar, presumiblemente porque son aut¨¦nticos marginados.
Los jubilados consideran que, con todo, falta mucho por hacer. Los datos que preocupan a todos ellos son: la pensi¨®n media en el conjunto del sistema de Seguridad Social se sit¨²a en 53.000 pesetas al mes; el 73% tiene prestaciones por debajo del salarlo m¨ªnimo interprofesional -58.530 pesetas- y el 51 % de los hogares en situaci¨®n de pobreza tiene como sustentador principal a un pensionista.
H¨¦ctor Maravall, director general del Instituto de Servicios Sociales (Inserso) y experto en Seguridad Social, comprende sus quejas, pero asegura: "El Gobierno ha cuidado mucho a este sector social y les ha facilitado informaci¨®n directa". Las buenas relaciones con los jubilados y sus organizaciones las explica as¨ª: "Tienen memoria y saben c¨®mo estaban antes. El mayor es posibilista, se queja de su pensi¨®n, pero conoce los l¨ªmites".
Y el l¨ªmite m¨¢s preocupante para el futuro es que las expectativas de vida cada vez se alargan m¨¢s y el n¨²mero de jubilados por persona ocupada aumenta de manera galopante, por efectos del control de la natalidad y por el incremento del paro. Las sociedades empiezan a pedir a los Gobiernos soluciones, no s¨®lo referidas a las futuras pensiones, sino tambi¨¦n programas de ocio y asistencia para ese emergente grupo social. A las empresas tambi¨¦n se les empieza a demandar medidas, entre ellas, cursos de preparaci¨®n a la jubilaci¨®n.
Cuando se adquiere la condici¨®n de jubilado hay una esperanza de vida de 20 a 30 a?os m¨¢s. Espa?a y Portugal son los pa¨ªses de la CE donde ha aumentado m¨¢s esa expectativa. Para el a?o 2001 habr¨¢ 2,4 millones de espa?oles con m¨¢s de 80 a?os.
A ello hay que a?adir otro fen¨®meno, producto de la crisis econ¨®mica e industrial: el aumento paulatino de los prejubilados. El n¨²mero total de jubilados anticipadamente -entre 55 y 65 a?os de edad- no figura en ninguna estad¨ªstica oficial y los expertos aseguran que una buena parte de ellos est¨¢n escondidos en las pensiones de invalidez.
Los sindicatos est¨¢n empezando a preocuparse por ese sector de personas, dado que no tienen derecho ni a los beneficios de los jubilados ni a los propios de los trabajadores en activo.
La mayor esperanza de vida ha provocado tambi¨¦n que haya una creciente demanda sanitaria de las personas con m¨¢s de 65 a?os y que el 60% de los ingresos en urgencias correspondan a ancianos. El d¨¦ficit de residencias para la tercera edad y servicios sociales ha cargado sobre los
hospitales una demanda de asistencia no estrictamente m¨¦dica. Pero aun as¨ª, los problemas de salud de las personas mayores son reales, y una encuesta del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas revela que el 43,5% de los encuestados dice tener una enfermedad cr¨®nica; el 23,7%, varias, y el 32,25/6 afirma no padecer ninguna. Otra encuesta manejada por el Ministerio de Asuntos Sociales pone de manifiesto que para el 24% de las personas consultadas la atenci¨®n sanitaria es su necesidad m¨¢s urgente.
Junto a los problemas de masificaci¨®n que, como todos los ciudadanos, encuentran en la sanidad p¨²blica, los mayores soportan seguros m¨¦dicos privados m¨¢s caros y hay algunas sociedades que no aceptan nuevos clientes con m¨¢s de 64 a?os.
En servicios sociales el panorama es igualmente deficiente. El mayor n¨²mero de demandas y preocupaciones que llegan al Inserso son, prioritariamente, las derivadas de la inseguridad y el miedo al futuro. Los ancianos no quieren residencias, sino alg¨²n instrumento de ayuda en los propios domicilios o la teleasistencia. Y quienes m¨¢s servicios sociales necesitan son los mayores de 80 a?os, que son, a su vez, quienes tienen pensiones m¨¢s bajas.
Ayuda a domicilio
El servicio de telealarma facilita asistencia m¨¦dica y psicol¨®gica -a quienes viven solos y tienen miedo a sufrir alg¨²n percance. De momento se limita a experiencias piloto en Madrid y pueblos de esta comunidad aut¨®noma, con 3.000 personas atendidas.
En ayuda a domicilio se asiste a unas 40.000 personas y cada vez hay m¨¢s demanda. Un problema a resolver que encuentran los ayuntamientos, el Inserso y la Cruz Roja es contar con asistentes profesionales. Los usuarios son discapacitados o mayores de 80 a?os. La mitad viven solos; la otra, con el c¨®nyuge, y sus ingresos son inferiores a las 55.000 pesetas al mes.
Pocas soluciones m¨¢s se han inventado m¨¢s all¨¢ del servicio de comida y lavander¨ªa a domicilio o las ayudas para la adaptaci¨®n y mejora de la propia vivienda. La acogida de ancianos -adoptarlos- tiene inconvenientes, sobre todo cuando empiezan a no valerse por s¨ª mismos. Las experiencias que se est¨¢n realizando en el Pa¨ªs Vasco as¨ª lo demuestran. Esos problemas de los m¨¢s ancianos son diferentes a los de quienes son m¨¢s j¨®venes y tienen una vida activa. Un mill¨®n de ellos utilizan algunos de los 469 hogares y clubes que hay en Espa?a y exigen cada d¨ªa mejores condiciones.
Pero donde mayor inter¨¦s ponen los jubilados es en los viajes del Inserso, que est¨¢n utilizando 357.000 personas en la temporada 1992-1993. A esos viajes se apuntan sobre todo personas sin estudios (35,2%) o con estudios primarios (54,2%), con mayor¨ªa de mujeres. El 53,43% de ellos acude sin pareja.
El efecto contagio ha provocado que no s¨®lo sea la Administraci¨®n central la que organiza los viajes; ya se han sumado a la iniciativa las autonom¨ªas y los ayuntamientos. Esos viajes han constituido un revulsivo para los mayores: les han sacado de sus casas y les han demostrado que pueden ligar y divertirse de nuevo.
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