El campo ve despuntar la guada?a
Las ingentes ayudas al moribundo campo espa?ol no han salvado a los agricultores de la crisis m¨¢s profunda de los ¨²ltimos a?os
Un d¨ªa cualquiera de la semana pasada, Antonio Sanchiz se levant¨® a las seis de la ma?ana, como de costumbre. Pens¨® en las 100 hect¨¢reas de girasol y cereal que tiene arrendadas cerca de Tarazona de la Mancha (Albacete) y se alegr¨® de seguir siendo agricultor. Ese mismo d¨ªa, otros 200 agricultores espa?oles dejaban de serlo: por t¨¦rmino medio, 72.000 trabajadores han abandonado cada a?o el campo en Espa?a en la ¨²ltima d¨¦cada, lo que supone un total de 720.000 desde 1982. "Una barbaridad", se dijo Antonio.Cuesta entender las razones que tiene Antonio Sanchiz, de 40 a?os, para alegrarse de su trabajo en el campo. Porque tras varias campa?as con precios permanentemente a la baja, su capacidad de resistencia financiera est¨¢ al l¨ªmite. Un d¨ªa de este a?o descubri¨®, cuando fue a pagar las semillas, los abonos y todo lo necesario para sus tierras, que la factura superaba en 600.000 pesetas lo que hab¨ªa obtenido con la cosecha del a?o pasado.
Antes de eso, ya sab¨ªa que tampoco podr¨ªa pagar los 2,3 millones de pesetas que religiosamente entrega cada a?o al propietario de las tierras que trabaja. "Un terrateniente de Valencia que ni siquiera sabe d¨®nde tiene los bancales".
Sanchiz no es un caso ¨²nico, ni aislado, ni raro. La deuda acumulada por el campo espa?ol en los ¨²ltimos a?o es enorme, aunque la cifra concreta sea objeto de discusi¨®n.
Las organizaciones agrarias la cifran en casi dos billones de pesetas. El Ministerio de Agricultura la rebaja a 1,27 billones, aunque reconoce que el crecimiento en el ¨²ltimo a?o ha sido espectacular.
Deuda y buenas intenciones
?sa es la foto fija del campo espa?ol, de la que Antonio Sanchiz es s¨®lo una peque?a imagen. Cada vez son menos y cada vez m¨¢s endeudados.
Frente al clamor urgente del campo, las propuestas de los partidos pol¨ªticos con vistas al pr¨®ximo 6 de junio son m¨¢s bien vagas. Las buenas intenciones son legi¨®n. "Elevar la media de producci¨®n por hect¨¢rea", propone el PSOE. Izquierda -Unida pide un "trato preferente a las explotaciones familiares y cooperativas". El Partido Popular habla de una pol¨ªtica "m¨¢s en¨¦rgica" frente a Bruselas. Ninguno se moja con la deuda.
Sentado frente a una chimenea en la que se consume lentamente un gran tronco de encina,a Antonio s¨®lo se le enrojecen los ojos y se le quiebra la voz cuando habla del expediente de embargo que le acosa. Tres millones de pesetas.
"Ahora ya no decidimos si seguimos o no. Son los bancos y la Administraci¨®n los que lo hacen". Las organizaciones agrarias comparten su opini¨®n y piden la refinanciaci¨®n de la deuda. El agricultor pierde posici¨®n social a ojos vista. Aunque Antonio crea que "Espa?a ha sido siempre agr¨ªcola", esta vez las cifras le desmienten. En 1983, la agricultura aportaba el 6,5% de la riqueza nacional. Diez a?os despu¨¦s, en 1992, s¨®lo represent¨® un 3,7% del producto interior bruto (PIB), seg¨²n los ¨²ltimos datos proporcionados por el ministerio. Cada vez menos, irremediablemente. Antonio acierta a traducir las cifras en palabras: "Ya no contamos nada".
Los doce pa¨ªses miembros de la CE ten¨ªan una Pol¨ªtica Agraria Com¨²n -la PAC-, que reformaron en mayo de 1992. Izquierda Unida es la ¨²nica formaci¨®n que se muestra claramente en contra de esta reforma. "Las ayudas comunitarias se reparten de forma inversamente proporcional a quien m¨¢s las necesita", asegura Salvador Jov¨¦, responsable del ¨¢rea econ¨®mica.
El Ministerio de Agricultura afirma que la reforma significa duplicar la ayuda que Espa?a recibe de la CE a partir de 1995, cuando se ponga en marcha. Lo que, en ning¨²n caso, asegura que el campo espa?ol mejore sustancialmente su situaci¨®n.
Demostraci¨®n: desde que Espana ingres¨¦ en la CE, en 1986, las ayudas se han multiplicado por 16. Han pasado en siete a?os de 37.000 millones de pesetas el primer ano a casi 600.000 millones en 1992.
La crisis que azota a la agricultura espa?ola en los ¨²ltimos dos a?os es la m¨¢s profunda en d¨¦cadas, a pesar de que lo recibido de Bruselas el a?o pasado super¨® en 100.000 millones lo que cost¨® el AVE (448.000 millones).
"?Tanto? No s¨¦ a qui¨¦n le dar¨¢n todo ese dinero". A Antonio le cuesta imaginar la magnitud de las cifras que tanto la CE como la Administraci¨®n gastan en el campo. ?sa es la tragedia de la agricultura espa?ola. La tragedia de una crisis y una decadencia imparables a pesar de las ingentes cantidades de dinero que se le destinan. Dos billones de pesetas. ?sa es la cifra que en 1992 ayud¨® a paliar las crecientes dificultades de los labradores, seg¨²n Agricultura. Al dinero aportado por Bruselas hay que sumar los 238.000 millones que gast¨® el ministerio, los 300.000 millones de las comunidades aut¨®nomas y el bill¨®n de pesetas de la aportaci¨®n al r¨¦gimen especial agrario de la Seguridad Social.
No obstante, el PP cree que "la aportaci¨®n presupuestaria del ministerio es insuficiente", en palabras de Miguel Ram¨ªrez, uno de los responsables de la pol¨ªtica agraria popular. Su propuesta incluye aumentar la dotaci¨®n del Ministerio de Agricultura en 50.000 millones de pesetas.
Desconcierto
"El problema no es tanto econ¨®mico como de desconcierto". Jorge Sevilla, jefe del gabinete del ministro de Agricultura, Pedro Solbes, cree que el ritmo vertiginoso al que est¨¢ cambiando el panorama agr¨ªcola en Espa?a desde el ingreso en la CE en 1986 es el responsable de la angustia del mundo rural.
Sevilla apuntala su discurso con datos. "Es innegable que las rentas de los agricultores han aumentado considerablemente en los ¨²ltimos diez a?os".
Pero entre las cifras oficiales y la realidad se abre, como siempre, un abismo. En gran parte, el aumento de renta agr¨ªcola experimentado en los ¨²ltimos a?os se debe al hecho de que cada vez hay menos agricultores.
Al dividir lo producido entre un n¨²mero cada vez m¨¢s peque?o de productores, el cociente aumenta. Aun as¨ª, en 1992 la renta disminuy¨® un 8%. Independientemente de los c¨¢lculos macroecon¨®micos, ?cu¨¢nto obtiene un agricultor para vivir? "He vivido con 300.000 pesetas al a?o". Con esa menguada cantidad, Antonio Sanchiz asegura que le resultar¨ªa imposible atender las necesidades de su familia sin. la aportaci¨®n de su mujer, que regenta una tienda en Tarazona de la Mancha.
La reforma de la PAC supondr¨¢ una renta mejor y m¨¢s segura a partir de 1995, cuando est¨¦ totalmente implantada, seg¨²n el ministerio. Hoy, Antonio vende la cebada que produce a 17 pesetas por kilo. Hace cuatro a?os la vend¨ªa a 24 pesetas. "Nos dar¨¢n una subvenci¨®n para compensar la ca¨ªda de precios; pero mejorar, no mejoraremos se queja.
Mientras, las multinacionales de la alimentaci¨®n consiguen ping¨¹es beneficios. "Las ofertas de los hipermercados las hacemos los agricultores espa?oles. Cuando vas a cobrar, te pagan menos diciendo que es por las ofertas que han tenido que hacer", explica Antonio.
Los m¨¢rgenes comerciales entre el campo y el consumidor rozan el esc¨¢ndalo. En 1992, melocotones, cebollas y naranjas alcanzaron el 240%. Albaricoques y limones, el 200%.
Todos los partidos coinciden en destacar que la actual estructura agiraria espa?ola es inadecuada: "Excesiva atomizaci¨®n, reducido) tama?o de las explotaciones", seg¨²n Gonzalo Arguil¨¦, delegad0 federal de agricultura del PSOE.
Cambios estructurales
Los cambios estructurales toman a?os en dejarse sentir. Llegar¨¢n con toda seguridad demasiado tarde para Antonio Sanchiz, quien no est¨¢ muy seguro de sobrevivir este a?o como agricultor.
Si abandona, contribuir¨¢ a acercar la poblaci¨®n activa agraria espa?ola a la media de los pa¨ªses m¨¢s desarrollados. Ha dejado de ser necesario.
En un suplemento especial sobre la agricultura francesa, el diario Le Monde citaba al poeta Paul Claudel para ilustrar la situaci¨®n del campo: "?Qu¨¦ es morir, sino dejar de ser necesario?". Antonio Sanchiz, que no ha le¨ªdo ni Le Monde ni a Claudel, lo ha comprendido cuando asegura que necesita respirar el aire del campo, de la siembra, para seguir vivo'. "Si abandono el campo, me he muerto; he dejado de existir". Y pretende seguir luchando.
Pero todos los indicios muestran que las deudas, los descensos de precios y la sequ¨ªa blanden ya la guada?a.
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