Zorrilla y el romanticismo por naturales

El rey don Sebasti¨¢n, de Portugal, desapareci¨® en la llamada batalla de los tres reyes, de Alcazarquivir; se mantuvo la leyenda de que estaba vivo y oculto esperando el momento de redimir su pa¨ªs del dominio de Felipe II. A este fen¨®meno hist¨®rico de la suposici¨®n del regreso de un salvador se le ha dado el nombre de sebastianismo (no lo recoge la Academia; est¨¢ en algunos diccionarios de Espasa-Calpe y en el Larousse de historia universal).En Espa?a se fij¨® la leyenda en un pastelero de Madrigal al que se juzg¨® y ejecut¨® por impostor; pero pudo ser que se le matara precisamente por ser el monarca leg¨ªtimo. Hubo novelas, obras de teatro: Traidor, inconfeso y m¨¢rtir fue la aportaci¨®n de Zorrilla a la leyenda; y al romanticismo de despu¨¦s de Larra, quiz¨¢ el mejor. Su Tenorio es una de las grandes obras de la literatura espa?ola de todos los tiempos. Esta otra es menor: menos ripioso su verso, menos impetuosa su acci¨®n; menos rom¨¢ntica, por decirlo as¨ª, con lo cual pierde.

Gustavo P¨¦rez Puig, al representarla ahora en la versi¨®n p¨®stuma de Jos¨¦ Mar¨ªa Rinc¨®n -muerto hace un mes-, tiende tambi¨¦n a reducir su romanticismo; a una cierta naturalidad, a hacer el verso coloquial y directo. No estoy seguro de si eso es bueno o malo. Resalta, en cambio, una creaci¨®n de personaje que Zorrilla intuy¨®: ese rey / pastelero burl¨®n, humorista ante el tormento y la muerte, incr¨¦dulo, con un amor oscuro y una vida misteriosa, que llega a producir el efecto de que no es humano. Un tipo moderno.

Verso sonoro

Es l¨®gico que Zorrilla no llegase m¨¢s all¨¢ y que P¨¦rez Puig tampoco deba acentuarlo. Pero ese aventurero (con algo de Don Juan, aunque no en lo amatorio) es lo que m¨¢s parece (a m¨ª, al menos) en esta versi¨®n. Naturalmente, Zorrilla no tiene en cuenta la historia real del pastelero, ni respeta ese gran misterio (en una confesi¨®n p¨®stuma, le hace declararse rey), ni le importa nada m¨¢s que construir una obra de teatro con las caracter¨ªsticas necesarias de la ¨¦poca, con las situaciones bien estudiadas y con el verso sonoro; con resonancias de su propio Tenorio en algunas situaciones (la llegada a la posada de sucesivos embozados) y en algunos versos. No es una obra desde?able, aunque ignoro qu¨¦ sentido puede tener representarla hoy.Queda dicho que el director ha dado tono moderado a la obra y, por tanto, a los actores; y a?adido que los mayores del reparto -Prendes, Fernando Delgado, F¨¦lix Navarro- tienen m¨¢s calidad en el verso y la apostura, que Manuel Gallardo juega bien la gallard¨ªa y el inc¨®gnito de su personaje, y que entre todos recuperan esta obra olvidada en los escenarios (probablemente, por la inutilidad de su representaci¨®n).

Gust¨® al p¨²blico, tan municipal, del estreno, y el director Gustavo P¨¦rez Puig y sus colaboradores en una puesta en escena sin riesgos ni aventuras salieron a saludar con los int¨¦rpretes.