El ¨¢lbum del imperio
Tras exhibirse en M¨²nich, se presenta ahora en el Museo del Prado esta exposici¨®n de pintura de la era victoriana, que abarc¨® cronol¨®gicamente las tres cuartas partes del siglo XIX, pues la c¨¦lebre reina ascendi¨® al trono en 1837 y permaneci¨® en ¨¦l hasta 1901; esto es, 64 a?os de reinado. Se trata de una amplia selecci¨®n de 113 obras, entre ¨®leos, acuarelas y dibujos, que, adem¨¢s, se acompa?a de una peque?a, pero ilustrativa, muestra de fotograf¨ªa de esta misma ¨¦poca.En principio, hay un s¨®lido argumento a favor de esta convocatoria: contiene obras de las que no hay casi nada en los museos espa?oles, ni tampoco, en realidad, en museos o colecciones de fuera del Reino Unido. Por otra parte, abundando en esta misma feliz direcci¨®n, esta pintura victoriana, hasta hace relativamente poco casi desconocida y a¨²n menos apreciada, ha sido objeto de una reivindicaci¨®n cr¨ªtica, que ha conseguido llevar al gran p¨²blico algunos de sus episodios y figuras m¨¢s felices, como, por ejemplo, los prerrafaelistas, los decadentistas, en tomo a Whistler, y alg¨²n virtuoso acad¨¦mico del porte de Alma-Tadema, Leighton o Watts. Por ¨²ltimo, como se nos recuerda en la presentaci¨®n, esta visi¨®n completa la que hace cinco a?os tuvo lugar en el mismo Prado acerca de la aut¨¦ntica etapa dorada de la pintura brit¨¢nica, la que abarc¨®, con una selecci¨®n apabullante de obras maestras, lo realizado entre Hogarth y Turner. Individualidades
Hay poderosas razones para certificar que, tras Constable y Turner, la pintura brit¨¢nica entr¨® en una aguda depresi¨®n, que no obstante, no resta inter¨¦s a su actual revisi¨®n panor¨¢mica ni supone la no existencia de algunas muy notables individualidades, como, sobre todo, Whistler. Con todo, aunque el peor defecto imputable a la pintura de este periodo. es su excesiva y prolija literaturizaci¨®n, lo que ello hace rebajar la calidad propiamente art¨ªstica del conjunto se compensa, no obstante, con la amenidad y el valor documental que sus variadas y ex¨®ticas im¨¢genes proporcionan al p¨²blico mayoritario.
Por lo dem¨¢s, el que la selecci¨®n contenga 84 pintores diferentes ya nos avisa, antes incluso de acceder a la exposici¨®n, que los responsables de la misma -J. J. Luna por parte espa?ola- han preferido optar m¨¢s por la cantidad de informaci¨®n que por la discriminaci¨®n cr¨ªtica. En este sentido, esta ambici¨®n es causa correlativa de lo mejor y de lo peor de la muestra, puesto que en ella est¨¢n no s¨®lo todos los movimientos, tendencias y temas significativos, sino tambi¨¦n los pintores de primera, segunda, tercera y hasta cuarta categor¨ªa, lo que puede provocar ese t¨ªpico fen¨®meno de confusi¨®n que denuncia el conocido dicho popular de que "los ¨¢rboles impiden contemplar el bosque". Sea cual sea la eventual confusi¨®n que provoca el conjunto, hay no pocas figuras de fuerte atractivo y diferente ¨ªndole -Turner, Palmer, Martin, Hunt, Maddox Brown, Everett Millais, Rossetti, Roberts, Wilkie, Lewis, Crane, Dadd, Wallis, Burne-Jones, Alma-Tadema, Leighton, Sargent, Whistler-, algunas, adem¨¢s, aqu¨ª representadas por cuadros sobresalientes, como para que se pueda sacar bastante provecho de una convocatoria que, insisto, resultar¨¢ bastante divertida para la mayor¨ªa del p¨²blico visitante.
Babelia
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