Hablemos de Hispasat
Con motivo de la celebraci¨®n del D¨ªa Mundial de las Telecomunicaciones y del pr¨®ximo lanzamiento del sat¨¦lite Hispasat 1B, con el que se completa la puesta en ¨®rbita del primer sistema espa?ol de sat¨¦lites multimisi¨®n, la articulista, despeja en este texto las dudas sobre la utilidad del Hispasat, provocadas por las cr¨ªticas, en su opini¨®n de clara intencionalidad pol¨ªtica, vertidas contra el proyecto.
El pr¨®ximo 17 de mayo se conmemora el D¨ªa Mundial de las Telecomunicaciones cuyo lema para este a?o Las telecomunicaciones y el desarrollo humano.Hace pocos d¨ªas tambi¨¦n, el Consejo de Ministros pon¨ªa en marcha el concurso para la adjudicaci¨®n de los primeros canales de televisi¨®n por sat¨¦lite con se?al nacida desde territorio espa?ol. M¨¢s o menos en las mismas fechas en que se resuelva el concurso, el Hispasat 1B ser¨¢ lanzado al espacio, completando de ese modo la puesta en ¨®rbita del primer sistema espa?ol de sat¨¦lites multimisi¨®n.
Son hitos todos ¨¦stos que me han movido a reflexionar sobre las razones, las extra?as razones, por las que en los ¨²ltimos meses hemos asistido al triste espect¨¢culo organizado por un determinado grupo de nuestro mapa pol¨ªtico empe?ado en el persistente ejercicio de arrojar sobre Hispasat algo m¨¢s que sombras de dudas; empe?ado m¨¢s bien en cargarle con un lastre de descr¨¦dito que dice bien poco de su voluntad de, defender los intereses nacionales.
Porque, para m¨ª, lo m¨¢s incre¨ªble de los gritos que se han dado contra el proyecto Hispasat es que han puesto en cuesti¨®n la propia oportunidad de su existencia. Del mismo modo que se ha cuestionado el AVE, o la Expo, o cualquiera de las grandes inversiones en infraestructuras acometidas por el Gobierno socialista en los ¨²ltimos a?os, estos profesionales de la demagogia han sostenido que Espa?a no necesita de un sistema propio de sat¨¦lites, que se trata de un nuevo despilfarro, que no aporta nada a las telecomunicaciones espa?olas. Con una l¨®gica que, aplicada stricto sensu, podr¨ªa retrotraemos a los tiempos felizmente superados en los que nuestro pa¨ªs era un mero comparsa de los foros internacionales, sostienen que Espa?a puede abastecerse alquilando capacidad en los sat¨¦lites for¨¢neos que operan sobre nuestra Pen¨ªnsula. Y concluyen -agoreros siempre- que no habr¨¢ clientes para contratar su capacidad, que las cuentas no salen y que se producir¨¢n p¨¦rdidas ingentes que habremos de pagar entre todos.
Para ser exactos, todo esto lo dec¨ªan hace algunos meses, movidos por un empe?o obsesivo -del que no sabemos qu¨¦ ventajas sacaban- en conducir al fracaso el entonces reci¨¦n lanzado Hispasat 1A. Hace alg¨²n tiempo que no se les oye: los hechos, siempre tozudos, han dinamitado sus turbios argumentos y han demostrado, como no pod¨ªa, ser de otro, modo, que Espa?a necesita un sistema propio de sat¨¦lites, que hay clientes sobrados para cubrir su capacidad y que se trata de un negocio rentable, tal y como hab¨ªamos previsto.
Evidentemente, si Espa?a no tuviera un sistema propio de sat¨¦lites no pasar¨ªa nada. Muchos pa¨ªses no lo tienen y, sin embargo, cubren sus crecientes necesidades de comunicaci¨®n por sat¨¦lite a base de alquilar transpondedores a las organizaciones, interestatales que los poseen. Ahora bien, una naci¨®n que aspira a situarse en el grupo de cabeza de los pa¨ªses desarrollados debe plantearse que cualquier dependencia de instancias for¨¢neas en sus sistemas de comunicaciones limita su propia capacidad de decisi¨®n estrat¨¦gica, dificulta la continuidad y la estabilidad de sus comunicaciones y cuestiona, por m¨ªnimamente que sea, la independencia nacional. Pero adem¨¢s hay razones t¨¦cnicas evidentes: s¨®lo un sistema propio proporciona una cobertura id¨®nea adaptada al territorio, de manera que, en el caso de Espa?a, ¨²nicamente Hispasat est¨¢ dise?ado para dotar de una calidad de servicio homog¨¦nea a todos los puntos del pa¨ªs, incluida Canarias, que en los sistemas hasta ahora utilizados ha sufrido una evidente marginaci¨®n por la lejan¨ªa de su territorio.
Ocupaci¨®n completa
Como todos sabemos, el Hispasat 1A se lanz¨® desde la base de Kourou, en la Guayana Francesa, en septiembre del pasado a?o. Entr¨® en operaci¨®n, -es decir, en condiciones de comenzar a operar regularmente- a comienzos del presente a?o. Cinco meses despu¨¦s, los servicios que est¨¢ prestando a plena satisfacci¨®n y ¨®ptimo rendimiento superan las previsiones iniciales y se encuentran muy por encima de lo que viene siendo habitual en sat¨¦lites de similares caracter¨ªsticas en el mismo periodo.
M¨¢s en concreto: la Misi¨®n Gubernamental, concebida para las necesidades de la defensa nacional, viene prestando un apoyo esencial desde el mes de diciembre a nuestras tropas desplazadas en Bosnia en misi¨®n humanitaria.
El servicio fijo se encuentra contratado ya en el 80% de su capacidad total, y a trav¨¦s de ¨¦l, Retevisi¨®n est¨¢ proporcionando se?ales de televisi¨®n y radio (la Vuelta Ciclista se est¨¢ sirviendo a los hogares a trav¨¦s de Hispasat), servicio de radiob¨²squeda y transmisi¨®n de datos, en tanto que Correos y Telef¨®nica han comenzado tambi¨¦n a utilizar sus servicios, de manera que a finales de a?o s¨®lo quedar¨¢n libres cuatro de los 16 traspondedores de servicio fijo, m¨ªnimo razonable de previsi¨®n para necesidades futuras.
Los dos canales de la Misi¨®n Am¨¦rica est¨¢n ya siendo gestionados por RTVE, que est¨¢ emitiendo en pruebas por uno de los canales su Canal Internacional y ha presentado un proyecto para la puesta en marcha de las dos programaciones en un plazo inmediato. De manera que, con la resoluci¨®n del concurso de los tres canales de gesti¨®n indirecta de televisi¨®n m¨¢s los dos que gestionar¨¢ directamente RTVE (me refiero a los cinco canales de DBS que emiten exclusivamente sobre Espa?a), tendremos la capacidad de nuestro sistema tan ajustada que lo que habr¨¢ que preguntarse es si no nos habremos quedado cortos en nuestras previsiones, puesto que hay que suponer que en los 10 a?os de vida ¨²til del sistema surgir¨¢n necesidades para las que acaso no tengamos capacidad.
De manera que a m¨ª, y supongo que a cualquiera que se acerque a la cuesti¨®n desde una actitud de an¨¢lisis no malintencionada, me queda claro no s¨®lo que el Hispasat es ¨²til, sino que el desarrollo de Espa?a, la calidad de vida de los espa?oles, se ver¨¢n notablemente favorecidos con ¨¦l. La mejora de sus comunicaciones telef¨®nicas, de las demandas empresariales en materia de telecomunicaci¨®n (datos, redes VSAT, etc¨¦tera), la ampliaci¨®n de la oferta televisiva con un coste m¨ªnimo para el usuario, la aportaci¨®n a la defensa nacional, el incremento de los lazos con Iberoam¨¦rica..., poner en duda tales evidencias revela m¨¢s torpeza que mala voluntad.
Torpeza que tambi¨¦n se revela en las cuentas del Gran Capit¨¢n con las que pretenden arg¨¹ir un coste desmesurado del proyecto. Con un manifiesto desprecio hacia las m¨¢s elementales nociones de econom¨ªa, suman las inversiones y los costes operacionales y, como en ¨¦stos incluyen las amortizaciones, en definitiva suman dos veces la cifra de inversi¨®n total. As¨ª es dif¨ªcil que las cuentas salgan.
Los mismos que cuestionan la utilidad y la rentabilidad del sistema lanzaron la especie de que el Hispasat 1A se hab¨ªa averiado. La patra?a -urdida a partir de una informaci¨®n m¨ªa al Congreso de los Diputados sobre una anomal¨ªa sin consecuencias- se difundi¨® con tal osad¨ªa que un portavoz de ese grupo lleg¨® a afirmar, vociferando: "El Hispasat no funciona" en un programa televisivo que estaba siendo recibido en los hogares a trav¨¦s del Hispasat. Desprop¨®sitos ha habido para todos los gustos: un periodista que asisti¨® a la demostraci¨®n realizada en el centro de Arganda estuvo varias horas viendo con nosotros las im¨¢genes transmitidas por el sat¨¦lite en aquella ocasi¨®n. Cuando lleg¨® a su peri¨®dico escribi¨® que "Hispasat s¨®lo sirve para hablar por tel¨¦fono". Todo el mundo tiene derecho a confundirse, desde luego: lo admirable es el empe?o de algunos por ejercer ese derecho. Como aquellos, los mismos de siempre, que han venido afirmando que el proyecto Hispasat s¨®lo tiene de espa?ol el nombre y el dinero con que se ha pagado.
Con no ser poco -puesto que, a efectos de su utilizaci¨®n, la espa?olidad ser¨ªa incuestionable-, hay que recordar que la industria espa?ola ha participado en un 30% en la fabricaci¨®n del sistema y que, adem¨¢s, el contrato establece en concepto de retornos industriales la participaci¨®n de empresas nacionales en proyectos de tecnolog¨ªas avanzadas promovidos por el contratista principal por un total de 100 millones de ecus, de los que ya se han contabilizado alrededor de 3.000 millones de pesetas. Incluso la lanzadera utilizada tiene participaci¨®n espa?ola, por cuanto Espa?a forma parte -bien que con un porcentaje escaso- de la sociedad europea Arianespace. S¨®lo la base de lanzamiento hubo de buscarse en el exterior: el requisito de que debe hacerse desde el punto m¨¢s pr¨®ximo al ecuador dificulta mucho que Espa?a disponga de una base propia.
Avatares inevitables
Voy a ir concluyendo estas reflexiones. Cuando las escribo, leo en la prensa que el sat¨¦lite Astra 1C ha sido por fin, lanzado tras cuatro meses de retraso y algunas peripecias. La misma nota recuerda la destrucci¨®n, el pasado diciembre, del sat¨¦lite australiano Optus B2, lanzado por el cohete chino Larga Marcha, y la decisi¨®n del constructor norteamericano Hughes Space and Communications de retirar el Galaxy 4 pocas horas antes de su lanzamiento. Son datos, tristes datos, que vienen a recordamos la fragilidad de la tecnolog¨ªa aeroespacial. A nadie en su sano juicio se le ocurre celebrar estas desgracias que afectan al desarrollo de la humanidad. En Espa?a, el proyecto Hispasat ha salido adelante, con brillantez, con eficacia, aunque con los avatares inherentes en una operaci¨®n de tal envergadura. Pese a ello, voces airadas lo han puesto en la picota. ?Era simple ignorancia?, ?defend¨ªan otros intereses -comerciales, estrat¨¦gicos, industriales- no coincidentes del todo con los intereses de Espa?a? Qui¨¦n sabe. Ahora que los hechos -tozudos, como siempre- les han desenmascarado no es bueno que el silencio les permita pasar inadvertidos. Hablems de Hispasat.
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