La realidad pasa factura
La tercera devaluaci¨®n de la peseta muestra bien a las claras las consecuencias de un doble error de pol¨ªtica de tipo de cambio. El primero s¨®lo nos lo hemos de atribuir en muy peque?a medida, una dozava parte, porque es un error de pol¨ªtica europea. Para que un sistema de tipos de cambios fijos funcione son necesarios, en ausencia de una pol¨ªtica monetaria ¨²nica, dos requisitos. Uno, que se prevea y permita el reajuste de las paridades cuando durante un cierto tiempo las econom¨ªas integrantes del sistema se comportan de forma distinta en crecimiento, inflaci¨®n y balanza de pagos. Otro, qye la econom¨ªa central del sistema (la inglesa en patr¨®n-oro, la americana en el sistema de Bretton Woods, la alemana en el SME) tenga un comportamiento fiscal y monetario correcto.La borrachera de optimismo provocada por la marcha hacia el mercado ¨²nico, por el boom econ¨®mico y por el hundimiento de los reg¨ªmenes comunistas hizo que los dirigentes europeos olvidaran estos dos principios elementales. Un sistema de paridades ajustables, que hab¨ªa funcionado muy bien, se convirti¨® en un dogma de cambios fijos condenado al fracaso por el distinto comportamiento de las econom¨ªas nacionales y por la incapacidad de Alemania, tras su unificaci¨®n, para mantener un adecuado equilibrio de pol¨ªtica fiscal y monetaria. Maastricht lleg¨® a¨²n en la cresta de la ola optimista, antes de que los problemas fueran evidentes, y los agrav¨® al cargarlos de contenido pol¨ªtico.El segundo error ha sido nuestro. En junio de 1989 nos incorporamos al sistema con la peseta a un nivel que no ten¨ªa en cuenta muchas de las cosas -desmontaje de protecci¨®n, elevaci¨®n de costes- que en nuestra econom¨ªa hab¨ªan ocurrido desde 1985. Esto fue importante, pero m¨¢s lo ha sido el no tener en cuenta los compromisos de disciplina presupuestaria y de costes que con esta incorporaci¨®n nos oblig¨¢bamos a respetar.
Europa ha pagado sus errores con la crisis cambiaria del pasado oto?o, con m¨¢s recesi¨®n de la que probablemente era necesaria y convirtiendo lo acordado en Maastricht m¨¢s en un s¨ªmbolo que en un programa. Y ha reaccionado aceptando que el SME debe ser m¨¢s flexible si quiere sobrevivir y que Alemania debe reequilibrar su econom¨ªa para seguir siendo el ancla monetaria de Europa.
Espa?a ha pagado con devaluaciones forzadas y con una p¨¦sima situaci¨®n econ¨®mica, que culmina en la paradoja de soportar simult¨¢neamente los m¨¢s altos tipos de inter¨¦s y el mayor nivel de paro de la CE. Paradoja tan insostenible que. los mercados han forzado la tercera devaluaci¨®n en el peor momento posible para el Gobierno. La peseta ha sido la losa que ha sepultado una pol¨ªtica econ¨®mica que ha cre¨ªdo que el rigor monetario y la facilidad presupuestaria y salarial pod¨ªan convivir. El nuevo Gobierno tendr¨¢ que imponer disciplina y firmeza para enderezar una situaci¨®n econ¨®mica cada d¨ªa m¨¢s complicada.Juan Antonio Garc¨ªa Diez, ex vicepresidente de Asuntos Econ¨®micos, es economista y empresario.
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