El margen de victoria del 's¨ª' principal inc¨®gnita del refer¨¦ndum dan¨¦s
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Dos d¨ªas antes del refer¨¦ndum del 2 de junio del pasado a?o, los partidarios de Maastricht eran un 44% de los votantes, y los contrarios, el 35%. En id¨¦nticas v¨ªsperas, los partidarios de Maastricht son hoy el 50%, y sus enemigos, el 32%, seg¨²n la encuesta que publica esta ma?ana la prensa danesa. En proyecciones significa el 61% para el s¨ª frente al 31 % para el no. La mayor inc¨®gnita parece cifrarse en saber si ser¨¢ un peque?o s¨ª, como el de los franceses en septiembre del pasado a?o, o sise producir¨¢ la sorpresa y habr¨¢ un resultado apabullante, capaz de devolver los ¨¢nimos a los europe¨ªstas.
El futuro de la Comunidad Europea, su ampliaci¨®n a Austria, Finlandia, Noruega y Suecia, la continuaci¨®n de la marcha cansina hacia la divisa ¨²nica europea (ecu) y muchas cosas m¨¢s dependen del resultado que arrojen las urnas ma?ana martes, cuando los daneses; voten por segunda vez en menos de un a?o la ratificaci¨®n del Tratado de Maastricht, en esta ocasi¨®n con expl¨ªcitas derogaciones en moneda ¨²nica, ciudadan¨ªa, defensa y pol¨ªtica judicial y policial.Moses Hansen, pastor de la Iglesia de Pentecost¨¦s y uno de los m¨¢s fervientes partidarios del no, asegura que las cosas se han puesto feas. Por eso dirige una huelga de hambre contra Maastricht, en la que participan unas 200 personas. "Se necesita un milagro para. que ganemos esta vez", asegura. Pero Moses cree en los milagros y lleva un jersey con una estrella de David y una frase: "Jes¨²s, ?ven enseguida!". Ha plantado una tienda delante del Folketing o Parlamento y asegura que "Maastricht es la corrupci¨®n y la sociedad a la americana".
Los camareros del Cap Horn, situado en Nyhavn, una calle portuaria donde se re¨²nen los j¨®venes a tornar copas, llevan camisetas en favor del no. El refer¨¦ndum ser¨¢ bueno para ellos en cualquier caso: las terrazas de las cervecer¨ªas y restaurantes est¨¢n abarrotadas.
La agitaci¨®n pol¨ªtica en torno al refer¨¦ndum es discreta y poco visible. Un grupo de mujeres contra Maastricht realiz¨® el s¨¢bado una especie de manifestaci¨®n-excursi¨®n en el ferry entre Helsingor (Dinamarca) y Helsingbor (Suecia) para demostrar con c¨¢nticos y pancartas amables la oposici¨®n de las f¨¦minas escandinavas al federalismo europeo. La publicidad callejera es escasa y poco visible.Siete de los ocho partidos parlamentarios apoyan el voto afirmativo. Tambi¨¦n 48 de los 49 peri¨®dicos.
A pesar del silencioso optimismo de los partidarios de Maastricht, nadie quiere repartir la piel del oso antes de matarlo. Nadie esperaba el 2 de junio pasado que se produjera el resultado desfavorable. Nadie hab¨ªa tampoco medido suficientemente las consecuencias. El Gobierno de centro-derecha, encabezado por Poul Schl¨¹ter, que convoc¨® entonces el refer¨¦ndum, ya no dirige el pa¨ªs. Lo hace de forma m¨¢s callada y sin tanta alharaca el socialdem¨®crata Poul Nyrup Rasmussen, cosa que puede ser ¨²til para un buen resultado. No cuenta ni con el desgaste de su antecesor, producto de diez a?os en el poder, ni con una cierta frivolidad que presidi¨® la gesti¨®n de la consulta popular en 1992.
Tambi¨¦n al ruidoso y popular Uffe Elleman-Jensen, ex presentador de televisi¨®n capaz de organizar un numerito en cada reuni¨®n de ministros de Exteriores europeos, le ha sucedido Niels Helveg Petersen, un hombre m¨¢s gris y de rostro triste, que se ve obligado estos d¨ªas a compaginar su pacifismo temperamental e ideol¨®gico con las amenazas b¨¦licas que debe proferir contra los serbios en tanto que presidente semestral en ejercicio de la CE.
Otras cosas han cambiado: el pacto entre siete partidos parlamentarios -todos menos la extrema derecha- para apoyar la nueva f¨®rmula de integraci¨®n en el Tratado de Maastricht, proporciona tambi¨¦n una base pol¨ªtica extraordinaria a los partidarios del s¨ª.
De otro lado, los sindicatos industriales y agrarios, las patronales correspondientes y las empresas m¨¢s importantes del pa¨ªs como la popular¨ªsima Lego apoyan el s¨ª.
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