Garant¨ªa pol¨ªtica

"El que avisa no es traidor", reza un conocido dicho popular. Y est¨¢ claro que nadie podr¨¢ acusar a CiU el 7 de junio de que "no ha avisado". Su eslogan de campa?a, "Ahora decidiremos", ya dice bastante. La concreci¨®n que del mismo viene haciendo Jordi Pujol dice mucho m¨¢s: "Puede ocurrir perfectamente que un Gobierno que haya ganado la votaci¨®n de investidura pierda la de los Presupuestos del Estado unos meses m¨¢s tarde". La hora de la verdad no ser¨¢, pues, la investidura, sino que llegar¨¢ a finales de a?o, cuando, tras la negociaci¨®n "econ¨®mica" y "auton¨®mica" correspondiente, se haya determinado lo que cuesta la "contribuci¨®n" de CiU a la "gobernabilidad" de Espa?a.La reflexi¨®n se impone. No s¨®lo por venir de quien viene, sino adem¨¢s porque el patio est¨¢ como est¨¢. Si los pron¨®sticos de las encuestas se hacen realidad, CiU puede convertirse de hecho en el ¨²nico partido con el que se podr¨ªa contar para formar Gobierno.

M¨¢s todav¨ªa tras la posici¨®n de fuera de juego en que parece haber quedado IU para la pr¨®xima legislatura. En parte por motivos externos a ella (el rechazo de los dem¨¢s partidos y el cerco por los sectores de la sociedad y de los medios de comunicaci¨®n que ¨²nicamente la jalean cuando se opone frontalmente al PSOE) y en parte por motivos imputables a ella misma (su proceso "democr¨¢tico" de elaboraci¨®n de candidaturas, las condiciones impuestas para cualquier negociaci¨®n imposibles de aceptar por nadie con un m¨ªnimo de solvencia pol¨ªtica), el resultado es que IU no va a contar en lo que a la gobernaci¨®n del pa¨ªs se refiere. Los esca?os de IU estar¨¢n contra todo proyecto, sea el que sea. En lo que a participaci¨®n en la toma de decisiones se refiere, su posici¨®n no va a ser muy distinta de la de HB.

Justamente por eso, la posici¨®n de CiU se ve enormemente reforzada. El "Ahora decidiremos" no podr¨¢ hacerse realidad porque es imposible, pero su posici¨®n s¨ª puede ser decisiva.

Y los t¨¦rminos de la negociaci¨®n est¨¢n claros. Tras el fracaso de la operaci¨®n reformista del 86, CiU vuelve a reafirmarse en su estrategia sindical respecto del sistema pol¨ªtico espa?ol. Los votos de CiU para gobernar Espa?a tienen un precio: "Que nadie nos llame mercantilistas" por ello, ha dicho Jordi Pujol recientemente.

Frente a dicha estrategia sindical no cabe m¨¢s que una respuesta pol¨ªtica. De lo contrario, entrar¨ªamos en una subasta que har¨ªa imposible cualquier proyecto de Gobierno. Los presupuestos y el estado de las autonom¨ªas son cuestiones capitales, pero precisamente por eso no son susceptibles de ser abordadas sindicalmente, como si de la negociaci¨®n de un convenio colectivo se tratara.

?sa es la respuesta dada por Felipe Gonz¨¢lez, renunciando p¨²blicamente a formar Gobierno si el PSOE no es el partido con mayor n¨²mero de esca?os. Aqu¨ª no hay ninguna maniobra partidista. Hay simplemente sentido com¨²n. Obligar a CiU a entenderse con el partido espa?ol m¨¢s votado es la ¨²nica manera de poder canalizar la negociaci¨®n a trav¨¦s de un proyecto general de gobernaci¨®n del pa¨ªs. El marco de negociaciones no puede definirlo el nacionalismo catal¨¢n. Tiene que hacerlo el partido espa?ol. El Gobierno de la naci¨®n no es el de un Ayuntamiento o una comunidad aut¨®noma. Tal como est¨¢ el patio, el acuerdo entre el PP y el PSOE de que s¨®lo formar¨¢ Gobierno el que obtenga m¨¢s esca?os es la "garant¨ªa pol¨ªtica m¨ªnima" de la gobernabilidad del pa¨ªs.