Si pierde el PSOE
En 1993 se han Igualado las ventajas comparativas que antes diferenciaban a los socialistas de Gonz¨¢lez de los conservadores de Fraga y sus sucesores. Fundamentalmente, la identificaci¨®n (abusiva) entre los conceptos de democracia e izquierda como efecto de la existente durante 40 a?os entre derecha y franquismo. El hecho de que los partidos de centro y derecha hayan tardado casi tres lustros en dar con un l¨ªder no comprometido en el pasado con el r¨¦gimen de Franco ilustra esa situaci¨®n. El mismo fen¨®meno se produjo en Portugal, donde hasta el principal partido de centro-derecha, de orientaci¨®n liberal, tuvo que adoptar el nombre de socialdem¨®crata para no ser barrido en las elecciones. Una manifestaci¨®n de esa situaci¨®n es la mayoritaria inclinaci¨®n hacia el centro-izquierda reflejada por las encuestas de autoubicaci¨®n ideol¨®gica, as¨ª como el relativamente escaso porcentaje de la poblaci¨®n que se identifica espont¨¢neamente con posiciones de centro-derecha: seg¨²n un estudio que aqui publicaron hace meses J. M. Colomer y A. Padr¨®-Solanet, el 24% de los votantes.Hace dos a?os, en las elecciones locales, la diferencia entre el PSOE y el PP era todav¨ªa de 14 puntos. Sin embargo, la igualdad que ahora pronostican los sondeos no se debe s¨®lo a factores coyunturales, como la crisis y el paro o la corrupci¨®n. Mejor dicho, esos factores han resultado eficaces contra la hegemon¨ªa socialista porque se han desplegado en un marco que anulaba gran parte de su anterior ventaja comparativa: un contexto determinado por la combinaci¨®n del antigubernamentalismo dominante en Europa y del antisocialismo triunfante por doquier.
La crisis del proyecto europeo producido en el ¨²ltimo a?o se ha traducido en votos de castigo para los partidos gobernantes, cualquiera que fuera su signo, en toda clase de elecciones y referendos celebrados en los ¨²ltimos meses. Adem¨¢s, los efectos del derrumbe del comunismo han acabado alcanzando a los partidos socialistas, que compart¨ªan con aqu¨¦l muchos presupuestos. El PSOE se ha tenido que enfrentar a la vez contra esas dos olas. Y con una tercera: la del rechazo de la juventud, el sector de la poblaci¨®n m¨¢s sensible a las mareas.
De ah¨ª que los socialistas puedan perder ahora. Pero tal vez no sea eso lo peor que pueda ocurrirles. Una victoria conservadora por escaso margen obligar¨ªa a Aznar a elegir entre neutralizar a los sindicatos, comunidades aut¨®nomas y otros sectores con concesiones que descontrolar¨ªan el gasto o aplicar un plan de ajuste tipo Balladur. En ambos casos, no tardar¨ªan en aparecer damnificados que se volver¨ªan contra un Gobierno cuya base social de apoyo se revelar¨ªa bastante estrecha. Los j¨®venes har¨ªan r¨¢pidamente la experiencia, in¨¦dita para ellos, de un Gobierno de derecha. Como el apoyo de los nacionalistas ser¨¢ siempre condicional, la hip¨®tesis de una moci¨®n de censura pender¨ªa en todo momento sobre Aznar, y en un momento dado ser¨ªa activada. Los socialistas regresar¨ªan en dos o tres a?os, tras haber purgado en la oposici¨®n sus pecados, dando credibilidad a su prop¨®sito de enmienda. El planteamiento tiene un ¨²nico fallo: que no es seguro que la derrota no provoque el estallido interno del PSOE.
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