El derechazo y la derechona
Se nos dice en el Coss¨ªo: "Colocado un diestro ante el toro, con la muleta perfilada en la mano izquierda o en la derecha, cabe que d¨¦ la salida a la res por el lado en cuya mano tiene la muleta o por el contrario". Es f¨¢cil, pues, deducir que si se da la salida "por el lado natural o normal", tanto con una mano como con la otra, el pase ser¨¢ natural; en caso contrario, el pase ser¨¢ cambiado "por cambiarse la salida del toro por donde w era natural darlo". As¨ª llega despu¨¦s nuestro tratadista a la siguiente conclusi¨®n: "Sustancialmente, en el mecanismo de su ejecuci¨®n no es distinto un pase natural con la izquierda de un pase natural con la derecha, si bien en circunstancias y en efectos sean diferentes" (la cursiva es m¨ªa). El caso es que esas circunstancias y esos efectos, que precisamente los hacen diferentes aun siendo iguales, no se nos explican despu¨¦s. Y es as¨ª como aquello que se nos queda sin explicaci¨®n resulta ser precisamente lo sustancial. de tan decisoria diferencia, tal vez no s¨®lo en el toreo, sino en la mism¨ªsima vida, vista y sentida -eso s¨ª- con torer¨ªa.Se nos queda sin explicaci¨®n lo inexplicable. Porque entramos ya en otra clase de conocimiento donde no puede llegar ning¨²n tratado. All¨ª s¨®lo nos alcanza la experiencia viva, como nos dir¨ªa nuestra m¨¢gica Mar¨ªa Zambrano: "La m¨¢s elemental experiencia humana tiene caracteres de revelaci¨®n, aunque solamente reitere lo muchas veces sabido". ?Y qu¨¦ nos dice hoy y aqu¨ª esa experiencia viva del toreo, inseparable como siempre de otras experiencias vivas y humanas de nuestra realidad m¨¢s palpitante... m¨¢s cuestionable? Nos habla, tal vez, de una p¨¦rdida dolorosa de la revelaci¨®n, revoluci¨®n permanente y p¨¢lpito po¨¦tico que se nos escatima en trampa mortal, enmascar¨¢ndose de escepticismo, lo que viene a ser lo mismo que enmascarar todas las traiciones, como tan punzantemente se nos ha dicho. Pero a¨²n se nos hace posible, buscando siempre esa diferencia de circunstancias y efectos..., evocar con melanc¨®lica nostalgia aquellos tiempos no tan remotos en los que el torero, s¨®lo en los medios de la plaza y para dar comienzo a la faena, echaba la muleta a su mano izquierda y alegraba ligeramente con la voz la arrancada del toro, mientras un especial murmullo de expectaci¨®n surg¨ªa de los tendidos, llenando la plaza de misterio.
Y una emoci¨®n verdadera nos alcanzaba a todos. No la falsa emoci¨®n, la sucia emoci¨®n del riesgo, siempre in¨²til, sino la emoci¨®n clara, aunque laber¨ªntica, de la utop¨ªa presentida, apenas tocada con la punta de los dedos. Momentos ¨²nicos, irrepetibles. El torero, solo frente al toro, en el centro del ruedo, con la muleta en la mano izquierda, en la derecha la espada.
La experiencia de nuestra realidad viva y actual tambi¨¦n nos dice que hoy lo natural es ver montada y armada con la espada la muleta sobre la mano derecha, y que debemos asumir c¨®mo ese pase denominado, no sabemos bien desde cu¨¢ndo, derechazo, se est¨¢ convirtiendo pr¨¢cticamente en la base y eje sustancial de la m¨¢s barata insustancialidad en que la mayor¨ªa de los toreros comerciales, enmascar¨¢ndose de esc¨¦ptica mentira, est¨¢n convirtiendo el arte de torear, de la misma forma que - el arte de vivir se nos convierte hoy en mortal vac¨ªo tenebroso.
Cuentan que viendo Guerrita torear en el campo a un joven torerillo, le dijo: "Prueba ahora con la derecha... que la becerra se lo traga t¨®". Tal vez despu¨¦s de aquello vino a incrementarse el derechazo, que suena a trallazo, aunque no siempre necesariamente deba serlo, ya que algunos toreros de entonces lo ejecutaron y lo hacen hoy los pocos que nos quedan, con naturalidad y est¨¦tica admirables... Sin embargo, no olvidemos nunca la importancia de aquellas circunstancias y efectos tan diferentes entre la izquierda y la derecha en su natural expresi¨®n torera, tan s¨®lo posible de entender desde la revela ci¨®n viva de la verdad. Como tampoco con vendr¨ªa olvidar que detr¨¢s de la derecha de Guerrita siempre suele venir el derechazo..., o la derechona. Lo que viene a ser igual, aun que habr¨ªa que buscar en otros tratados sus efectos y sus diferencias, porque podr¨ªa ser mucho peor. La verdadera respuesta tal vez s¨®lo la tenga el toro. Pero siempre que salga ofensivo y bien armado, sin afeitar.
es escritor.
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