El ¨²ltimo rom¨¢ntico
Llega a su cita con el rechazo, a la puerta de la prisi¨®n Sevilla-1, con su habitual camisa semiabierta y sus barbas de profeta. Bajo el brazo, la agenda en la que apunta su peculiar calendario de actos electorales. Juan Manuel S¨¢nchez Gordillo, candidato n¨²mero 2 de Izquierda Unida por Sevilla y m¨ªtico alcalde de Marinaleda, ha repetido la ceremonia desde que, el pasado viernes por la ma?ana, se le neg¨® el acceso a la c¨¢rcel, donde pensaba dar un. mitin m¨¢s bien simb¨®lico -y desinteresado, ya que los prisioneros no votan- de su incorporaci¨®n a la campa?a de IU para que la pol¨ªtica "est¨¦ m¨¢s cerca de los problemas reales", de la calle y de lo que ¨¦l define como "los arrabales de la ciudad", englobando en la definici¨®n todo lo marginado.S¨¢nchez Gordillo tiene ya 39 a?os y un mont¨®n de arrugas de campesino en torno a sus ojos de iluminado. Se ha curtido convirtiendo Mar?naleda en un pueblo que ha dado la vuelta a la miseria y que ahora es como un experimento encalado: all¨ª forman todos, cuadrados en torno a la figura del alcalde, que les casa y llama por sus nombres, y que monta cirios que al poder le hacen soltar con. urgencia los subsidios. Partidario del estilo Gandhi o Cristo, a este hombre le gusta m¨¢s una sentada que a un ni?o un dulce, y la negativa del Ministerio de Justicia a su mitin carcelario, que ha recurrido ante la Junta Electoral, le ha dado la oportunidad de plantarse cada d¨ªa ante estos muros tras los que se encuentran, seg¨²n ¨¦l, "personas que han llegado aqu¨ª por culpa de la sociedad". Es una especie de mosca cojonera.
Su discurso es simple, insistente y lleva muchos a?os en ello; su proyecto, si sale diputado, es seguir acompa?ando a los ocupantes de fincas, aunque reconoce que "ir a Bruselas a renegociar la pol¨ªtica agraria de la CE tambi¨¦n puede ser ¨²til". Pero en donde se siente seguro es en el quehacer directo. "Quedamos ya pocos rom¨¢nticos", dice, sujetando la agenda marr¨®n, en la que figuran sus visitas al barrio de las 3.000 Viviendas, el Vacie, o su acercamiento a los desahuciados que duermen en la calle al lado de la Macarena.
Esta ma?ana, al abrir la agenda, se ha quedado sorprendido. Alguien, no sabe qui¨¦n, le ha colado una m¨¢xima, escrita en letra impresa, que dice as¨ª: "El buen comunista muere a manos de sus compa?eros, porque al sentir piedad por los miserables pone en peligro el partido". "Creo que es de Gorki", reflexiona, "que al final tuvo problemas". De todas formas, se encoge de hombros: "Yo nunca he sido cornunista". Y a?ade, con guasa, colocando la hojita entre las p¨¢ginas de su recuento de horas y de d¨ªas de campa?a: "Lo voy a guardar, por si acaso".
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