?Mide mal el paro la encuesta de poblaci¨®n activa?
En un reciente art¨ªculo (EL PA?S, 21 de mayo de 1993), Lorenzo Navarrete argumenta que la cifra de parados estimada por la encuesta de poblaci¨®n activa (EPA) sobrevalora estrepitosamente la magnitud real del problema, pues nada menos que el 37% (el 36% en realidad, que el rigor matem¨¢tico no deber¨ªa estar re?ido con el an¨¢lisis sociol¨®gico) de los que la EPA considera parados no se "autoidentifican" como tales en el estudio de evaluaci¨®n de calidad que el propio Instituto Nacional de Estad¨ªstica realiza al tiempo que la EPA.La trascendencia de las cifras del paro y la magnitud del presunto error son de tal calibre que resulta necesario aclarar a la opini¨®n p¨²blica que los argumentos esgrimidos por el mencionado articulista carecen totalmente de fundamento.
La EPA es una encuesta por muestreo, y, como tal, sujeta a errores. Sin embargo, ¨¦stos no son los que le pretende atribuir Navarrete.
En el mismo cuadro X de la publicaci¨®n de la EPA que cita en su art¨ªculo (Instituto Nacional de Estad¨ªstica, Principales resultados de la EPA, cuarto trimestre de 1990, p¨¢gina 171), junto al porcentaje de id¨¦nticamente clasificados (ojo, clasificados, nunca "autoidentificados") que correctamente cita, aparece un denominado "¨ªndice de cambio neto" que indica que la "encuesta original" (la EPA) subestima en cerca de un 5% el n¨²mero de parados con respecto a la encuesta de evaluaci¨®n (denominada "encuesta repetida"). ?C¨®mo es posible esto, si s¨®lo se clasifica igual en la encuesta repetida el 64% de los parados?
La respuesta estriba en que la falta de identidad de las clasificaciones de ambas encuestas afecta tambi¨¦n a los ocupados y a los inactivos. Y, naturalmente, un ocupado cuya clasificaci¨®n es corregida se convierte o bien en inactivo o bien en parado; y un activo corregido es un ocupado o un parado (los detalles de estas reclasificaciones aparecen en la publicaci¨®n del INE Evaluaci¨®n de la calidad de los datos de la Encuesta de Poblaci¨®n Activa 1990).
Cuando s¨¦ tienen en cuenta todas estas reclasificaciones, la encuesta repetida arroja un n¨²mero mayor de parados que la original. Este es un resultado que viene d¨¢ndose sistem¨¢ticamente desde 1976 (v¨¦ase el excelente trabajo de Juan Muro, Santiago Murgui y Ezequiel Uriel en Estudios de econom¨ªa del trabajo en Espa?a, III, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, 1991) que nos ha llevado a muchos estudiosos de estas cuestiones a pensar que las cifras de paro que proporciona la EPA son razonables, por mucho que nos cueste entenderlo e incluso verlo.
Conocer los errores
En todo caso, no debe olvidarse que la encuesta repetida tiene un tama?o muestral mucho m¨¢s peque?o que el de la original y sus datos s¨®lo pretenden comprobar la magnitud de los posibles errores de contenido y no corregir los datos originales ni sustituirlos. Conocer esos errores es fundamental para evaluar la calidad de los datos globales, pero la existencia de peque?as discrepancias no invalida un trabajo que, por su propia naturaleza estad¨ªstica, necesariamente proporciona unas cifras que no pasan de ser estimaciones. Y, en cualquier caso, conviene resaltar de nuevo que, en lo que se refiere a las cifras de paro, los estudios de calidad indican que, en caso de existir alg¨²n tipo de error, se est¨¢ subestimando el n¨²mero de parados, y no al rev¨¦s. El articulista aprovecha la ocasi¨®n para infundir sospechas globales sobre la metodolog¨ªa de la EPA. Y basa sus cr¨ªticas en dos aspectos. En primer lugar, el problema del informante.
En efecto, en la EPA un individuo informa sobre todos los miembros de la vivienda en que se realiza la encuesta. Naturalmente que esto puede influir en los resultados de la EPA. Pero es el mejor m¨¦todo que se conoce para obtener informaci¨®n sobre muchas personas, aunque no nos garantice la total veracidad y exactitud de las respuestas (ninguna encuesta las puede garantizar, por otra parte). De todos modos, debe recordarse que la muestra de la EPA no est¨¢ formada por individuos, sino por viviendas.
En segundo lugar, alude Navarrete al hecho de que la metodolog¨ªa que inspira la EPA se hizo en 1964. Ello es muy cierto, pero no lo es menos que esa metodolog¨ªa se ha revisado en varias ocasiones, las dos ¨²ltimas de las cuales (en 1987 y 1992) han sido auspiciadas y han contado con el visto bueno de la Oficina Estad¨ªstica de las Comunidades Europeas (Eurostat).
Actualmente, la EPA es perfectamente homologable a las dem¨¢s encuestas similares que se realizan en los pa¨ªses de la Comunidad Europea. Si en Espa?a la EPA tiene errores, es probable que los mismos existan en los dem¨¢s pa¨ªses. Desgraciadamente, el hecho de que Espa?a tenga la tasa de paro m¨¢s alta de la Comunidad Europea es irrefutable. Un ¨²ltimo apunte. En la EPA, desde el a?o 1987, las personas no se "autoclasifican" sino que son clasificadas a posteriori en funci¨®n de las respuestas que dan a preguntas que pretenden recoger hechos y no percepciones. ?Sabe Navarrete (seguro que lo sabe, as¨ª que d¨ªgaselo tambi¨¦n a la opini¨®n p¨²blica) que la pregunta b¨¢sica de clasificaci¨®n de la EPA (desde la reforma de 1992) dice: "En relaci¨®n con la actividad, ?en qu¨¦ situaci¨®n se encontraba la semana pasada?", y se va leyendo una serie de respuestas, debiendo el entrevistado elegir la primera que se corresponda con su situaci¨®n (o con la de la persona sobre la que est¨¢ informando)? ?Y sabe que en ese orden, tras el servicio militar, aparece lo siguiente: "Realiz¨® alg¨²n trabajo (remunerado, por su cuenta o como ayuda familiar) durante al menos una hora"?
Criterios poco favorables
?Y sabe que los parados son los que en esa pregunta dicen no encontrarse en ninguna de las dos situaciones anteriores y posteriormente afirman estar buscando empleo, son capaces de mencionar alguno de los m¨¦todos de b¨²squeda utilizados en las cuatro semanas anteriores al momento de la encuesta y se encuentran en. disposici¨®n de empezar a trabajar en un plazo de dos semanas si les surgiera un empleo? No parece que estos criterios sean especialmente favorables a la clasificaci¨®n de las personas como paradas (?o s¨ª).
Es l¨ªcito pensar que las cifras de paro de la EPA contienen errores. Lo que no es en absoluto de recibo es utilizar argumentos burdamente err¨®neos que, en vez de ayudar al debate, siempre necesario, lo enmara?an y ensombrecen y s¨®lo sirven para confundir a la opini¨®n p¨²blica en un tema tan grave como el del desempleo.
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