Los consejos del mayordomo
El mayordomo de la catedral de Sevilla, Francisco Navarro, pudo permitirse ayer un peque?o lujo. Aleccion¨® a cerca de 100 cardenales y obispos que aguardaban frente al altar mayor la llegada del papa Juan Pablo II para la adoraci¨®n eucar¨ªstica, a la que se incorpor¨® tras el rezo del Angelus desde la Giralda. "No hemos querido poner ning¨²n tipo de vallas", dijo. Lo que no es ¨®bice, vino a decir a continuaci¨®n, para que guarden las formas y no irrumpan en el pasillo central cuando el papa Wojtyla abandone la ceremonia. Hicieron caso. Tras el baile de los seises -ni?os danzantes de la catedral de Sevilla-, Juan Pablo II, revestido con la capa pluvial y el b¨¢culo en la mano izquierda, camin¨® por el pasillo central sin que nadie osara alargar la mano para recibir su saludo. Fue ¨¦l, el obispo de Roma, quien rompi¨® los consejos del mayordomo. Primero salud¨® a uno, luego toc¨® con su mano derecha la cabeza de otro y luego dribl¨® hacia su derecha -la comitiva segu¨ªa hacia la izquierda-para saludar a un grupo de monjas. La emoci¨®n dio con una de ellas en el suelo. Tuvo que ser atendida, pese a su resistencia inicial, de un corte en los labios.
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