"Los costes para detener el cambio clim¨¢tico superan a sus beneficios"
Es de esas personas que, nada m¨¢s verlas, la gente dice: "?Qu¨¦ lista parece!". Lo es. Otra cosa es que se est¨¦ de acuerdo con sus ideas. Reconoce que su libro, publicado en Espa?a por Acento Editorial, contiene frases que pueden irritar mucho a los ecologistas. Una de ella!; dice que la ola de consumismo ecol¨®gico remitir¨¢ en la segunda mitad de los a?os noventa. Y lo remata: "Conf¨ªo muy poco en la disposici¨®n de la gente a cambiar sus h¨¢bitos de conducta. Los consumidores saben muy poco de lo que es bueno y malo para el medio ambiente".En lo que Frances Cairncross conf¨ªa es en la aplicaci¨®n en las empresas de las nuevas tecnolog¨ªas. Pero aqu¨ª echa un nuevo jarro de agua fr¨ªa: "Cambiar¨¢n m¨¢s porque las nuevas tecnolog¨ªas les permiten ahorrar costes que por una aut¨¦ntica responsabilidad ambiental". ?Qu¨¦ papel les corresponde a los Estados? "Lo que deben hacer los Gobiernos es crear un marco adecuado para incentivar ese cambio". De ah¨ª que se declare completamente partidaria de las ecotasas, (le los impuestos que graven el consumo de energ¨ªa y recursos naturales. Y nuevo jarro de agua puramente mercantilista: esos impuestos, dice esta economista y periodista, ser¨ªan un mecanismo en manos de los Estados para aligerar las elevadas cargas que sufren ahora el trabajo y el ahorro, y a la vez seguir recaudando buenas cantidades de dinero.
Cree que se exagera mucho y muchas veces. Respecto a los riesgos de la energ¨ªa nuclear, por ejemplo. Ella rechaza los reactores por estrictas cuestiones monetarias: "Hay buenas razones econ¨®micas para no fomentar su uso en los pa¨ªses desarrollados, donde ya existen tecnolog¨ªas m¨¢s eficientes, como la aplicaci¨®n de modernas turbinas para generar electricidad con gas natural".
Defiende hasta la p¨¢gina 400 de su libro, que ya se ha traducido a ocho idiomas, que la mejor forma de que Gobiernos y empresarios entren en el juego ambiental es poni¨¦ndole precio a todo, aunque reconoce que a veces es sumamente dif¨ªcil. Pone un ejemplo f¨¢cil: "Cada le¨®n del parque de Amboseli (Kenia) proporciona unos beneficios anuales de tres millones y medio de pesetas". Ve bien, por lo mismo, las ideas de privatizar los elefantes; pues una de las mejores formas de que los Gobiernos africanos se impliquen en su conservaci¨®n es viendo la rentabilidad de criarlos para obtener marfil.
Quiz¨¢ su m¨¢s valiente posici¨®n sea dudar de lo positivo de empezar a tomar medidas contra las emisiones de CO2, para evitar el previsible efecto invernadero. Lo analiza con el mayor desapasionamiento del mundo: "Si estudiamos los costes de estas medidas y los comparamos con los costes de los efectos de un cambio clim¨¢tico, que tampoco es seguro que vaya a suceder, vemos que son mayores los primeros. Ser¨ªa mejor concentrar esfuerzos en otros problemas m¨¢s acuciantes y seguros". Ella destaca uno: la explosi¨®n demogr¨¢fica.
Cuando se le pregunta por Espa?a, no se sale por la tangente de la generalidad. No entiende que no est¨¦ sacando partido a su condici¨®n de pa¨ªs desarrollado y a la vez con carencia de recursos h¨ªdricos para promocionar un sector industrial especializado en la eficiencia del consumo de agua: "Este mercado tiene much¨ªsimo futuro".
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