La noche de la iguana
Hace tres a?os Lenny Kravitz estuvo a punto de tocar en Madrid en la reci¨¦n inaugurada sala Aqualung, con motivo de la gira de su segundo trabajo, Mama faid; problemas de salud impidieron el esperado concierto. Ahora ya va por el tercer disco, y el ¨¦xito masivo ha requerido un lugar con un aforo multiplicado. El Palacio de Deportes fue el techo del concierto que Kravitz ha ofrecido en Madrid.Robert Plant, el cantante de la m¨ªtica e hist¨®rica banda Led Zeppelin, fue el encargado de abrir la noche de los recuerdos, aunque, en su caso, la b¨²squeda en sus nuevas composiciones pretenda adaptarse al momento musical actual.
Junto a cinco m¨²sicos Robert Plant ara?¨® la intensidad de su pasado durante una hora, ofreciendo nuevos temas de una carrera en solitario que lleva ya siete trabajos grabados, el ¨²ltimo, Fate for nations, recientemente publicado. Al acabar :su actuaci¨®n, con un p¨²blico masivamente joven, entre el que se pod¨ªa distinguir alguna que otra camiseta con el nombre de su formaci¨®n m¨¢s carism¨¢tica, Led Zeppelin, dio paso al relevo, m¨¢s que generacional, sentimental; Lenny Kravitz se adentraba en la noche de uno de los conciertos m¨¢s esperados del a?o.
Lenny Kravitz / Robert Plant
Lleno. Entradas a 3.000 pesetas. Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid. S¨¢bado 19 de junio.
Un t¨²nel en el tiempo
Cuando Lenny Kravitz apareci¨® sobre el escenario el p¨²blico se volc¨® de nuevo en el nuevo ¨ªdolo, la iguana de los colores psicod¨¦licos que transmuta su piel con la facilidad del que ha nacido tarde pero conoce perfectamente el color que mejor traslada al pasado. Kravitz ha construido con su m¨²sica un t¨²nel en el tiempo, un puente que invita a cruzar a todo el que quiera sentirse cerca de m¨²sicos como Hendrix, Lennon o Marley sin renunciar al momento.El escenario, at¨ªpico en este lugar, sobrio y decantado hacia un juego de luces que variaba entre los colores primarios, alberg¨® sin m¨¢s pretensi¨®n a un banda en busca de un sonido limpio y primitivo; una vez m¨¢s, no pudo ser. El Palacio de Deportes s¨®lo sirve para hacer dinero ofreciendo una ac¨²stica nefasta aun cuando los medios t¨¦cnicos consiguen dignificar la labor musical de los ejecutantes.
Is ther any love in your heart abri¨® la noche, que recorri¨® tanto los temas de sus anteriores trabajos como del ¨²ltimo y en el que Lenny Kravitz, siempre atento a su imagen, mostr¨® un enfermizo empe?o en dar a cada tema el sonido de una guitarra diferente, descansar entre canci¨®n y canci¨®n rompiendo el ritmo natural de sus composiciones y estar siempre lejano, est¨¢tico y fr¨ªo.
En los bises, que fue ofreciendo con tan s¨®lo un tema en cada entrada, comenz¨® a entregarse, incluso mezcl¨¢ndose con el p¨²blico, que coreaba Let love rule y en el que Kravitz tom¨® la pose de una estrella, por fin adecuada a la imagen que ha ido transmitiendo a lo largo de su carrera.
Fue un concierto lento, que brillaba s¨®lo cuando Kravitz consegu¨ªa sumergirse en sus temas, algo que ocurri¨® s¨®lo de forma concreta. Al final consigui¨® meterse en el bolsillo al Palacio de Deportes entero, que bail¨® menos de lo esperado pero que apreci¨® la gran capacidad de este m¨²sico para crear m¨²sica redonda, intensa y colorista.
Pocas palabras cruz¨® con el p¨²blico: love, incandescente y persistente en todas sus composiciones, fue la protagonista de la noche de la iguana.
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