Emboscadas japonesas

La elecci¨®n de Carlos Solchaga como presidente del Grupo Parlamentario Socialista ha terminado con las viejas unanimidades del PSOE; las competidas votaciones perdidas por los guerristas en la Comisi¨®n Ejecutiva, primero, y en el Congreso, anteayer, han sacado a la superficie pugnas libradas hasta ahora a puerta cerrada. En las pel¨ªculas sobre la 11 Guerra Mundial en el sureste asi¨¢tico, s¨®lo el fuego graneado de la primera emboscada permit¨ªa a los espectadores m¨¢s ingenuos percatarse de que los sonidos inarticulados procedentes de los ¨¢rboles no eran graznidos de p¨¢jaros tropicales sino gritos de soldados japoneses; la escaramuza del aparato del PSOE para cortar el paso a Solchaga ha despejado cualquier duda sobre el significado de la comparecencia nipona de Mart¨ªn Toval junto a Guerra y Benegas durante la noche electoral.Resulta dif¨ªcil saber si la decisi¨®n guerrista de forzar anteayer la votaci¨®n sobre la designaci¨®n de Solchaga aspiraba realmente a conseguir la victoria o pretend¨ªa tan s¨®lo ense?ar los dientes. Dada la escasa disposici¨®n de los pol¨ªticos a dar batallas que puedan perder, resulta m¨¢s probable que el aparato se propusiera humillar a su secretario general y se equivocara simplemente al recontar las lealtades. Por lo dem¨¢s, Felipe Gonz¨¢lez ha hecho nuevamente gala (sirvan como precedentes el 28 Congreso del PSOE, el refer¨¦ndum de la OTAN y la ¨²ltima campa?a electoral) de su afici¨®n a los desaf¨ªos en campo abierto y de su capacidad para jugarse el todo por el todo. La Comisi¨®n Ejecutiva era el fort¨ªn en el que se hab¨ªa atrincherado Guerra, padrino de buena parte de los vocales elegidos en el 32 Congreso del PSOE; la derrota del aparato por dos votos el pasado viernes indica que la relaci¨®n de fuerzas ha empezado a cambiar incluso en ese terreno * Tampoco el Grupo Parlamentario Socialista, procedente de unas listas electorales preparadas en buena parte por los guerristas, era el lugar m¨¢s adecuado para un triunfo de la renovaci¨®n; la circunstancia de que la victoria de Solchaga haya sido decidida mediante voto secreto concede a su ¨¦xito un valor pol¨ªtico suplementario.

Los dirigentes enmadrados en las estructuras burocr¨¢ticas de los partidos suelen identificarse personalmente con las organizaciones en su conjunto, una c¨®moda sin¨¦cdoque pol¨ªtica que les facilita la tarea de perseguir a sus adversarios en nombre de las siglas, perpetuarse indefinidamente en sus cargos, cooptar o favorecer a sus clientes y presentarse como los guardianes insorbornables de las esencias doctrinales e ideol¨®gicas; esa autoatribuida condici¨®n de int¨¦rpretes exclusivos de la mayor¨ªa del Partido -siempre con may¨²scula- les permite c¨ªnicamente expulsar a los discrepantes y silenciar a los cr¨ªticos en aras de la unidad y la disciplina. Despu¨¦s de quedar en minor¨ªa en la Comisi¨®n Ejecutiva y el grupo parlamentario, los guerristas -como el rey desnudo- han perdido, sin embargo, ese privilegio ontol¨®gico; resta por saber si aceptar¨¢n ahora las reglas del juego o preferir¨¢n hacer saltar por los aires al PSOE antes de someterse a la voluntad de la mayor¨ªa.