El canto teatral

Raimondi es un comunicador nato. Sin una voz especialmente bella, el bajo bolo?¨¦s aplica con habilidad una gran gama de recursos expresivos y teatrales para lograr unas actuaciones c¨¢lidas y hasta efusivas. La escena siempre est¨¢ presente, y en ello se nota la huella de las ense?anzas de Piero Faggioni, un extraordinario director de actores, ahora no excesivamente de moda. Raimondi canta tambi¨¦n con el gesto, con el movimiento de las manos, con los ojos. En ello est¨¢ parte del impacto que produce y de su encanto. Tanto en el fraseo mel¨®dico como en la intenci¨®n en la colocaci¨®n de las frases, destaca el uso de la inteligencia en la distribuci¨®n de los recursos. Su t¨¦cnica vocal, muy compacta, es aplicada con ingenio y una asombrosa efectividad. Su intuici¨®n pone el resto.El recital de ayer en el Teatro de la Zarzuela busc¨® m¨¢s la intimidad que sus anteriores en Madrid de 1990 y 1991 en el auditorio. Raimondi se centr¨® en el repertorio italiano y en la canci¨®n francesa, adquiriendo cotas de extraordinario atractivo en Bellini (sobre todo en los fragmentos de La son¨¢mbula y Los puritanos). Verdi y Rossini (del aria La calumnia de El barbero de Sevilla hizo una creaci¨®n extraordinaria). En lo franc¨¦s, me inclino por sus versiones de Gounod.

No tuvo una noche muy inspirada el pianista Edelmiro Arnaltes, mon¨®tono y carente en muchos casos de compenetraci¨®n con las intenciones del cantante. Ello no impidi¨® que el arte de Raimondi llegase a la sala en toda su magnitud y fulgor.