Un peculiar urbanismo

El 7 de julio de 1992, nueve polacos y tres espa?oles murieron en un incendio en M¨®stoles. Viv¨ªan hacinados en un inmueble recubierto (le un material pl¨¢stico altamente inflamable que aviv¨® el humo letal. El edificio -en Villa Fontana Il- lo construy¨® Jos¨¦ Luis Pinto Font¨¢n.Aquel revestimiento de pl¨¢stico formaba parte de la est¨¦tica de una ¨¦poca. Villa Fontana Il era uno de tantos enjambres -1.200 viviendas en una sola promoci¨®n- que convirtieron el peque?o pueblo de M¨®stoles en la ciudad de 190.000 habitantes que hoy es. Un municipio cercano donde tambi¨¦n actu¨® Pinto Font¨¢n, Fuenlabrada, ten¨ªa en 1970 s¨®lo 8.000 habitantes. Ahora viven all¨ª 140.000 personas.

Aquellos terrenos v¨ªrgenes que rodeaban Fuenlabrada, M¨®stoles, Parla o Gri?¨®n, fueron Eldorado de gente como Pinto Font¨¢n, empe?ados en grandes promociones inmobiliarias con aire de urbanizaci¨®n costera.

Quejas vecinales

"Pinto Font¨¢n fue un visionario del desarrollismo de los ¨²ltimos a?os del franquismo", dice ahora Manuel de la Rocha, diputado del PSOE por Madrid y primer alcalde democr¨¢tico de Fuenlabrada entre los a?os 1979 y 1983. All¨ª, en ese municipio, empezaron los aut¨¦nticos problemas del presidente de Proconfort, cuando quiso levantar Nuevo Versalles. La primera gran operaci¨®n, Villa Fontana I, en M¨®stoles, sali¨® bien. Lo del incendio de Villa Fontana Il fue la puntilla para un edificio que naci¨® y ha vivido siempre con problemas. Los vecinos sufrieron la falta de regulador de los radiadores, la ausencia de pararrayos o el incumplimiento de plazos.

Usar materiales de ¨ªnfima calidad es realmente lo menos malo de los modos de aquellos promotores. "El proyecto de Nuevo Versalles lo presentaron al Ayuntamiento en julio de 1973", cuenta ahora Enrique Jim¨¦nez Larrea, responsable de Urbanismo con De la Rocha. "Unos intermediarios compraron los terrenos y los vendieron a Proconfort. Seis meses despu¨¦s obtuvieron la licencia". Los terrenos eran 103 hect¨¢reas de suelo r¨²stico, a cinco kil¨®metros del casco de Fuenlabrada, que nunca se pagaron en efectivo. Proconfort firmaba con los propietarios contratos de participaci¨®n en el proyecto, luego consegu¨ªan la recalificaci¨®n y, con ello, los pr¨¦stamos bancarios basados en el valor del suelo ya urbanizable.

Jim¨¦nez Larrea elabor¨® el informe t¨¦cnico para paralizar las obras, lo que se consigui¨® en 1979, gracias tambi¨¦n a la colaboraci¨®n del entonces gobernador civil, Juan Jos¨¦ Ros¨®n.

"El urbanismo que hab¨ªa entonces era salvaje", explica Jim¨¦nez Larrea, que hoy es responsable de la empresa Arpegio, de la Comunidad de Madrid. "En los cuatro a?os en los que nosotros estuvimos all¨ª, paralizamos la construcci¨®n de 65.000 viviendas. Muchos constructores, que estaban pillados en plena obra, se atuvieron a razones. El problema con Pinto Font¨¢n es que fragment¨® su empresa y desapareci¨®. No pudimos dar con ¨¦l y ah¨ª qued¨® el esqueleto de Nuevo Versalles". Todos creyeron entonces que Pinto Font¨¢n huy¨® a Brasil; pero en realidad la justicia no persigui¨® al promotor.

En mayo de 1977, De la Rocha present¨® una querella por estafa contra Pinto Font¨¢n y sus principales colaboradores (entre ellos estaba Carlos de Benito, el arquitecto de Villa Fontana II, al que en 1992, tras el incendio, el Ayuntamiento mostolense no pudo localizar). Pero al cabo de los a?os la Audiencia Provincial dict¨® que los l¨ªos del promotor eran de ¨ªndole civil (deudas) y no penal (estafa).

El Banco de Valladolid entr¨® en crisis tras la paralizaci¨®n de las obras de Nuevo Versalles, que hab¨ªa avalado, y 600 obreros y varias empresas suministradoras se quedaron plantados. El administrador de una de ellas asegura que el promotor le dej¨® a deber 50 millones de pesetas.

Otros acreedores tuvieron que conformarse saqueando los andamios. Se llevaron materiales, gr¨²as y hasta ladrillos.

Los vecinos de Villa Fontana II tambi¨¦n se querellaron, as¨ª como los de Villa Juventus -la mayor urbanizaci¨®n de Parla-, pero nada consta en los archivos judiciales contra Pinto Font¨¢n.