Un mito entre rejas
Indignaci¨®n en la r¨ªa de Arosa por la leve condena judicial al "capo" Sito Mi?anco
Sito Mi?anco siempre se crey¨® marcado por el destino y confesaba a sus fieles que sus d¨ªas acabar¨ªan entre rejas. Pero ninguna de las personas que siguen profesando devoci¨®n por el capo gallego del narcotr¨¢fico pod¨ªa imaginarse que la Audiencia Nacional le condenar¨ªa a 20 a?os de prisi¨®n. La sentencia contra Jos¨¦ Ram¨®n Prado Bugallo, parece haber sorprendido a todos en su localidad natal de Cambados (Pontevedra): a quienes viv¨ªan de' sus negocios, que esperaban una pena mucho m¨¢s leve, y al resto de la poblaci¨®n, convencida de que el mito del capo que un d¨ªa fue Robin Hood, quedar¨ªa definitivamente aplastado bajo el peso de la ley. "A este le vamos a tener aqu¨ª dentro de poco pronunciando el preg¨®n de la fiesta del Albari?o", dice con iron¨ªa un vecino decepcionado por la sentencia.Los dirigentes de las asociaciones antidroga de la r¨ªa de Arosa tuvieron que contener a sus afiliados cuando el pasado lunes se hizo p¨²blica la sentencia contra la banda de Sito Mi?anco, la primera condena judicial a uno de los grandes capos gallegos. Hab¨ªa gente dispuesta a organizar de inmediato una manifestaci¨®n porque les parec¨ªa muy poco 20 a?os de c¨¢rcel, la mitad de la petici¨®n del fiscal.
"Tanto montaje para esto", repiten indignados algunos vecinos. "Lo que m¨¢s me ha sorprendido es que se le condene por una acci¨®n aislada, por una sola operaci¨®n, y que no se reconozca la existencia de una banda dedicada al narcotr¨¢fico internacional", se?ala un pol¨ªtico local que prefiere mantenerse en el anonimato. Este aspecto del fallo judicial, junto al temor a que Sito Mi?anco se beneficie de las reducciones de condena, es lo que ha sembrado cierta indignaci¨®n en la r¨ªa de Arosa. Algunos incluso dicen estar resignados "a verlo dentro de poco por aqu¨ª con un permiso de fin de semana".
Los responsables de la, lucha contra el narcotr¨¢fico en la zona tampoco parecen muy satisfechos con el castigo impuesto a un hombre que se gan¨® la celebridad, entre otras razones, por su astucia para escabullirse de la polic¨ªa. "Estas cosas no nos desaniman, porque ya estamos curados de espanto, pero hay gente que parece que est¨¢ fuera de la realidad", comenta un miembro de las fuerzas de seguridad especializado en el seguimiento, de los clanes arosanas. "El fallo dice que se abus¨¦ de los pinchazos telef¨®nicos. Lo que yo me pregunto es qu¨¦ podemos hacer para controlar a esta gente. Sito ten¨ªa dos tel¨¦fonos de seguridad, y para llegar a ellos no hab¨ªa m¨¢s remedio que hacer muchos pinchazos, siempre con control judicial. Y aunque la sentencia los critique, al final los admite como prueba".
A pesar de estas cr¨ªticas, las asociaciones antidroga han logrado calmar los ¨¢nimos de los m¨¢s indignados. Mar¨ªa del Carmen Dur¨¢n, presidenta del grupo Desperta Cambados, que tiene m¨¢s de 400 socios, se esfuerza por evitar la crispaci¨®n: "Estamos un poco decepcionados por que todo el mundo esperaba una condena m¨¢s dura, pero hay que poner los pies en el suelo. Esto es un Estado democr¨¢tico, la sentencia se va a recurrir y habr¨¢ que esperar al final del proceso".
La presidenta del colectivo antidroga conf¨ªa en que el fallo judicial atemorice a las nuevas generaciones de narcos, aunque advierte que lo m¨¢s importante es la r¨¢pida aprobaci¨®n de un C¨®digo Penal que obligue al cumplimiento ¨ªntegro de las penas por tr¨¢fico de drogas.
Si se olvidan las reacciones m¨¢s emocionales, tambi¨¦n es posible encontrar interpretaciones positivas de la sentencia. El pol¨ªtico antes citado elogia la rapidez con la que se ha llevado el proceso y sostiene que si la justicia hubiese actuado antes con m¨¢s celeridad, podr¨ªa haberse detenido la expansi¨®n del fen¨®meno del narcotr¨¢fico en las r¨ªas gallegas: "En 1984 se hizo una gran redada contra los que entonces s¨®lo eran contrabandistas de tabaco, y hasta hoy no se ha celebrado el juicio. Si hubiesen sido condenados, quiz¨¢ muchos no se atrever¨ªan a dar el salto a la droga". "Sito no estar¨¢ mal en la c¨¢rcel, incluso podr¨¢ ser para ¨¦l una jaula de oro, pero no deja de ser una jaula", concluye.
"Ha sido un fallo salom¨®nico. Los jueces no hicieron caso ni a la defensa ni al fiscal, tiraron por la calle de enmedio", razona un amigo de la infancia del capo cambad¨¦s. Seg¨²n esta fuente, personas que trabajan para Mi?anco y contin¨²an si¨¦ndole fieles rebosaban optimismo durante los d¨ªas en que se celebr¨® el juicio, porque estaban convencidos de que no hab¨ªa pruebas s¨®lidas contra su jefe. Pregonaban que no le caer¨ªan m¨¢s de ocho a?os de c¨¢rcel, por eso el fallo les ha dejado tambi¨¦n estupefactos.
En ese ambiente, Sito sigue siendo una especie de h¨¦roe, un humilde marinero que se hizo poderoso por su astucia y osad¨ªa, aunque acabase pagando a causa de las indiscrecciones de sus lugartenientes.
Pagos generosos
El viejo amigo del capo, que nunca aprob¨® sus negocios, admite que su prestigio popular -ganado cuando presid¨ªa el club de f¨²tbol local y pagaba generosamente a sus colaboradores- se resinti¨® tras ser detenido, al comprobarse que Sito era algo m¨¢s que un "comisionista de tabaco", como le define la sentencia. Pero, en su opini¨®n, Mi?anco a¨²n tiene muchos apoyos: "En Santo Tom¨¦, el barrio donde naci¨®, nadie habla mal de ¨¦l. Aqu¨ª hay muchas familias metidas en esto que siguen admir¨¢ndole. Los de Desperta hacen una gran labor, pero cuando convocan una manifestaci¨®n tiene que llevar a los ni?os para hacer bulto. Organizaron una campana para que se discriminase a los negocios y a los familiares de los narcotraficantes, y ha sido un fracaso".Si Mi?anco volviese al pueblo, nadie sabe qu¨¦ podr¨ªa ocurrir. Algunas personas confiesan que tendr¨ªan miedo a posibles represalias. El propietario de un bar dice haber visto en su local a agentes de la Guardia Civil que "le pasaban la mano por el hombro" al capo ahora encarcelado, y cree que, si regresara, recibir¨ªa otra vez toda clase de parabienes. "Si vuelve ma?ana, la gente le tendr¨ªa m¨¢s respeto que al alcalde", a?ade con sarcasmo.
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