Ingresos y gastos
LOS SOCIALISTAS han reconocido tener una deuda acumulada de 12.000 millones de pesetas. El dato fue comunicado con ocasi¨®n de la presentaci¨®n ante el Tribunal de Cuentas de las correspondientes a 1992. La leve satisfacci¨®n con que el responsable de finanzas del PSOE hizo saber que ese ejercicio se hab¨ªa cerrado con un super¨¢vit de 1.360 millones de pesetas qued¨® anegada en la zozobra de la enormidad de la deuda, de la que unos 4.000 millones corresponden a intereses vencidos. C¨®mo piensa el PSOE pagar esa cantidad es un misterio tan insondable que tal vez la divulgaci¨®n de las cifras tenga por objeto ir preparando a la opini¨®n p¨²blica para una condonaci¨®n m¨¢s o menos impl¨ªcita y pactada entre la banca, la Administraci¨®n y los partidos. Todos los partidos, porque, a la vista de tales cifras, resulta perfectamente veros¨ªmil la de 30.000 millones de deuda del conjunto de las formaciones pol¨ªticas, adelantada por fuentes bancarias hace meses. Y, si a lo que se sabe se a?ade lo que se sospecha, habr¨ªa que incluir adem¨¢s los miles de millones perdonados a partidos que cambiaron de nombre, a otros que se extinguieron tras haber sido poderosos o a alguno que apenas si lleg¨® a nacer (aunque la fallida operaci¨®n de lanzamiento en unas elecciones cost¨® m¨¢s de 5.000 millones).Que el PSOE haya hecho p¨²blicas sus cuentas tiene el m¨¦rito de la novedad: ninguno de los grandes ha hecho otro tanto pese a la unanimidad con que todos dijeron en la reciente campa?a que la transparencia era la condici¨®n de una financiaci¨®n limpia. Por lo dem¨¢s, los principales entre ellos incluyeron diversas propuestas de reforma del sistema de financiaci¨®n. Tanto el PSOE como el PP, aunque con diferente acento, admiten ahora la compatibilidad de la financiacion privada con la p¨²blica. En realidad, ambas reformas se contemplan en la ley de 1987, pero la primera est¨¢ sometida a limitaciones bastante estrictas: las mismas que se intentaron burlar con tramas como la de Filesa, etc¨¦tera. El PP propone eliminar parte de esas trabas y, por el contrario, limitar la financiaci¨®n p¨²blica a un m¨¢ximo del 60% de los presupuestos de cada partido. El PSOE, por el contrario, propone mantener igual la financiaci¨®n p¨²blica y eliminar de la privada las donaciones an¨®nimas -admitidas ahora con algunas cortapisas- y las de sociedades mercantiles. Es decir, el PSOE admite donaciones privadas con criterios amplios, pero siempre que provengan de personas particulares, y no de empresas.
La verdad es que todos los sistemas ensayados en otros pa¨ªses han acabado demostrando debilidades. Hasta los brit¨¢nicos, a menudo citados como ejemplo en esta materia, tienen basura bajo la alfombra, seg¨²n acaba de poner de relieve el esc¨¢ndalo de las donaciones encubiertas al Partido Conservador. Y, pese a los elogios que suscita en algunos, es dificil que en Europa pueda arraigar un sistema como el de EE UU, en el que pr¨¢cticamente es posible adquirir el cargo de embajador mediante una donaci¨®n suficientemente convincente. En fin, tal vez lo m¨¢s parad¨®jico sea que los tres pa¨ªses -Francia, Espa?a e Italia- con un sistema m¨¢s completo de financiaci¨®n p¨²blica (a las elecciones, a los grupos parlamentarios y a los partidos en cuanto tales) hayan resultado los m¨¢s sacudidos por esc¨¢ndalos relacionados con la b¨²squeda de v¨ªas paralelas e irregulares de financiaci¨®n.
Mientras se da con el sistema ¨®ptimo, lo ¨²nico seguro es que los partidos gastan por encima de sus recursos, que la ley (y los bancos) no se muestra con ellos tan exigente como con los particulares, y que sus finanzas son el reino de las tinieblas. Una medida que combatir¨ªa simult¨¢neamente ese triple desastre ser¨ªa que los partidos no s¨®lo tuvieran que presentar sus cuentas ante el Tribunal de Cuentas o cualquier otra instituci¨®n, sino ante la opini¨®n p¨²blica. Pero no s¨®lo las cuentas del origen de sus ingresos, sino el desglose de sus gastos. Que expliquen cu¨¢nto se gasta en asesore s, informes, carteles y por qu¨¦, y cu¨¢nto en sedes o en gastos de representaci¨®n. En fin, que rindan cuentas no s¨®lo ante las instituciones, Sino ante los electores y contribuyentes. Seguro que es la ¨²nica v¨ªa realista de cortar la sangr¨ªa actual, porque la experiencia demuestra que la otra posibilidad, la de multiplicar las v¨ªas de ingreso, produce un aumento siempre creciente del dispendio.
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