Leonardo Sciascia, profeta en su tierra
Artistas e intelectuales celebran la capacidad vaticinadora del fallecido escritor siciliano
Las virtudes prof¨¦ticas de Leonardo Sciascia, su capacidad para "vaticinar los hechos que hoy estamos descubriendo (en Italia)", seg¨²n expresi¨®n de Vicenzo Consolo, el m¨¢s importante de los escritores sicilianos actuales, fueron el leitmotiv del peque?o homenaje que artistas como el director de cine Franco Ros? o el pintor Bruno Caruso, periodistas como Igor Man o Vittorio Nistico, y pol¨ªticos como Emmanuele Macaluso y Marco Boato, rindieron ayer en Roma al escritor fallecido hace cuatro a?os.El motivo era la publicaci¨®n de los textos completos de las 11 intervenciones parlamentarias que Sciascia protagoniz¨® durante los cuatro a?os (19791983) en que fue diputado del Partido Radical. La antolog¨ªa,. forma parte del ¨²ltimo n¨²mero de la revista Euros, un bimensual ¨ªtalo-espa?ol de cultura europea y an¨¢lisis pol¨ªtico que ahora ha comenzado a distribuirse tambi¨¦n en Portugal. Su director, Nistico, dirig¨ªa La Hora de Palermo, un diario al que estuvo vinculado Sciascia y que era s¨ªmbolo del entonces incipiente movimiento anti-Mafia siciliano.
Las intervenciones de Sciascia fueron muy breves. Se traducen en textos que apenas superan el folio, y que el escritor y pol¨ªtico ocasional escrib¨ªa apresuradamente sobre su esca?o, a mano y en hojas sueltas, cuando se tocaba alg¨²n tema de los que se tomaba a pecho: en general, los misterios de la historia italiana, con especial referencia a la Mafia y la necesaria primac¨ªa de la legalidad sobre la eficacia de un Estado enfrentado en aquellos a?os al fen¨®meno del terrorismo.
El estilo de esos 11 mensajes es, pues, conciso, incisivo y, pese a su urgencia, generalmente perfecto. Su impacto en una sociedad hoy conmocionada por el descubrimiento judicial de la proclividad mafiosa y de la venalidad de sus pol¨ªticos se entiende f¨¢cilmente a partir de frases como "todo lo que hay en este pa¨ªs de ingobernabilidad, de subversi¨®n y delincuencia tiene sus ra¨ªces precisamente en el modo de gobernar". Sciascia la dijo al Parlamento en agosto de 1979, poco despu¨¦s del asesinato de Aldo Moro. Tambi¨¦n afirm¨®, en febrero de 1980, que , el control del enriquecimiento il¨ªcito deber¨ªa extenderse asimismo a los que nos sentamos en estos bancos, y a los que se sientan en el Senado, en las Asambleas regionales, en los concejos municipales, sin olvidar a ciertos funcionarios que tienen la misi¨®n de prevenir y reprimir el fen¨®meno mafioso".
Un mes despu¨¦s, cuando un diputado habl¨® con toda naturalidad de comisiones ilegales en la C¨¢mara, Sciascia conden¨® sin ambig¨¹edades el sistema. "Si debiera haber confesi¨®n", dijo, "que sea una confesi¨®n total, totalitaria, plena y posiblemente sin absoluci¨®n". Algo muy distinto de la llamada ley del perd¨®n que hace pocos meses se intent¨® en Italia.
Marco Boato, hoy diputado verde y antes compa?ero radical de Sciascia, afirm¨®, no obstante, que tambi¨¦n hoy Sciascia hubiera resultado pol¨¦mico, ya que, aun condenando la corrupci¨®n, habr¨ªa, sin duda, combatido el linchamiento moral de los pol¨ªticos.
Quedaba en el aire la pregunta de hasta qu¨¦ punto a la capacidad prof¨¦tica de Sciascia no corresponde una capacidad igual de resistencia al cambio de una realidad italiana que, a la luz de los discursos parlamentarios del escritor, se estanc¨® al menos hace una. d¨¦cada. Y entre los reunidos, pareci¨® haber pocas dudas de que as¨ª era.
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