Las dos Coreas, una herida abierta
La visita de Clinton evidencia el abisfrio que aun separa a Seul de Pyongyang,
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El mundo ha cambiado sustancialmente desde que la pen¨ªnsula coreana fuera dividida en dos por las potencias vencedoras en la II Guerra Mundial, pero Corea del Norte y Corea del Sur, resultado de aquella partici¨®n, se temen todav¨ªa, sus ej¨¦rcitos acechan la trinchera contraria como en los a?os duros de la guerra fr¨ªa y los esfuerzos de reconciliaci¨®n han sido escasamente provechosos. El presidente norteamericano, Bill Clinton, visita el Sur, capitalista y aliado, y aconseja al Norte, comunista y arruinado, que abandone sus ambiciones nucleares. "Le conviene", advirti¨® amenazador. Clinton lleg¨® ayer al polvor¨ªn asi¨¢tico y en ¨¦l recorrer¨¢ algunos escenarios de la salvaje guerra de Corea (1950-53), triste recordatorio de odios sin superar y matadero de casi dos millones de soldados, 33.000 de ellos estadounidenes."Corea del Norte es un pa¨ªs que asusta", hab¨ªa manifestado el secretario de Estado norteamericano, Warren Christopher, pocos d¨ªas antes de que llegase el inquilino de la Casa Blanca. El jefe de la diplomacia estadounidense reconoci¨® su temor al r¨¦gimen de Pyongyang porque el voluntario aislamiento de la dictadura de Kim Il Sung impide conocer las verdaderas caracter¨ªsticas y volumen del armamento y la tecnolog¨ªa b¨¦lica suministrada masivamente en los a?os cincuenta y sesenta por China y la desaparecida Uni¨®n Sovi¨¦tica.
Corea del Norte es una naci¨®n temible porque nadie conoce las intenciones del hombre que, reproducido en 38.000 estatuas, se hace venerar como un dios en los patios de un calabozo de 22 millones de personas, ignorantes muchas de ellas de que cumplen condena. La posibilidad de que las instalaciones nucleares de la dictadura puedan fabricar bombas at¨®micas prepcupa especialmente a Jap¨®n, odiado en ambas porciones de la pen¨ªnsula por la brutal colonizaci¨®n de su Ej¨¦rcito imperial a principios de siglo.Durante a cumbre del G-7 en Tokio, Clinton anunci¨¦, que EE UU mantendr¨¢ su estrategia en el Pac¨ªfico y el grueso de un contingente militar que supera los 100.000 soldados en diversos acuartelamientos. Los Gobiernos del este asi¨¢tico aceptan esa presencia armada porque disuade a otras fuerzas sospechosas de ambiciones hegem¨®nicas. China y Taiwan apenas se hablan, Vietnam y China, que lo hicieron a tiros hace pocos anos, se disputan un atol¨®n, y todos temen que en los puertos donde hoy fondea la flota norteamericana recalen alg¨²n d¨ªa los destructores de Jap¨®n, el imperio cortejado por su fuerza econ¨®mica y aborrecido por la brutalidad de su antigua expansi¨®n militarista.Futuro imprevisible
"Es d¨ªricil conocer cu¨¢l ser¨ªa la reacci¨®n de Kim Il Sung en el caso de que el deterioro de la situaci¨®n interna se acelere y se sienta acorralado desde el exterior", comenta un experto. Si
embargo, ni el Gobierno Japones ni el chino, progresivamente distanciado del r¨¦gimen de Pyongyang y opuesto a que el Consejo de Seguridad imponga sanciones a Corea del Norte, desean un arrinconamiento del hombre que amenaza con abandonar la disciplina del Tratado de No Prolif¨ªeraci¨®n de Armas Nucleares.
La llegada de Bill Clinton ha estado precedida por una dram¨¢tica declaraci¨®n de un portavoz del Ministerio de Exteriores surcoreano: "La visita del pres¨ªdente a la zona desmilitarizada, exponi¨¦ndose tan de cerca a los hostiles soldados norcoreanos, constituye un claro mensaje al mundo de que Estados Unidos est¨¢ firmemente comprometido en la defensa de Corea del Su?'.
Garitas militares, puestos de observaci¨®n y escucha, y dos centros de mandos situados frente por frente flanquean el pasillo de cuatro kil¨®metros que divide, en Panmunjom, la pen¨ªnsula y sus respectivos arsenales. Los centinelas del norte y del sur montan guardia a menos de cincuenta metros unos de otros y la observaci¨®n de sus movimientos es ya atracci¨®n tur¨ªstica. Cada a?o, 80.000 personas acuden en autobuses a esta frontera procedentes de Se¨²l v muchos menos viajan desde Pymgyang. Ambos pa¨ªses fomentan las visitas y durante ellas se imparte la respectiva doctrina.
"Sin la presencia de los soldados norteamericanos, los coreanos nos entender¨ªamos mejor",aseguraba un oficial norcoreano, de 39 a?os, durante un di¨¢logo en una reciente visita a la l¨ªnea divisoria. A ' 20 metros, un marine fotografiaba, como se hace rutinariamente, la escena entre un occidental y los militares de Kim II Sung. A pocos metros, di simulado en un p¨®rtico, uno de los soldados del gran l¨ªder hacia lo propio con. un grupo de turistas surcoreanos.
El Gobierno de Se¨²l, hasta hace pocos a?os m¨¢s militar que democr¨¢tico, teme que los recortes prespuestarios de la nueva Administraci¨®n norteamericana aconsejen la reducci¨®n de tropas en Corea del Sur y que la retirada, todav¨ªa no prevista a gran escala, sea aprovechada por Pyongyang para consumo interno o interpretada como s¨ªntoma de debilidad en la alianza. En los dos ¨²ltimos a?os, el Pent¨¢gono ha repatriado a 7.000 hombres, en su mayor parte destinados en servicios auxiliares.
El vecino que asusta
Corea del Norte, con 22 millones de habitantes, dedica el 20% de su Producto Nacional Bruto, unos 7.000 millones de d¨®lares, al mantenimiento y modernizaci¨®n de unas Fuerzas Armadas integradas por un mill¨®n de personas, seg¨²n expertos militares occidentales. Corea del Sur, con 40 millones de habitantes, dedica el 4,2% de sus gastos a defensa y agrupa en las diferentes armas a 650.000 soldados, mejor dotados que sus vecinos y reforzados por 36.000 marines norteamericanos y el arsenal nuclear de la superpotencia.Corea del Norte se ha quedado sola y es casi seguro que en una guerra conveincional ser¨ªa derrotada. Sin embargo, se desconoce el grado de su tecnolog¨ªa nuclear al prohibir su Gobierno la entrada de los inspectores de la Agencia de Energ¨ªa At¨®mica. Pyongyang argumenta que su verdadera misi¨®n es espiar.
Este a?o, en las maniobras conjuntas de Corea del Sur y EE UU 120.000 soldados de ambos ej¨¦rcitos simularon un ataque de Corea del Norte. Para el diario del Partido Comunista norcoreano se trat¨® de "un ensayo de guerra nuclear".
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