"?Benem¨¦rita, benem¨¦rita, esp¨¦renme!"
La fuga de un furg¨®n celular del delincuente que tom¨® como reh¨¦n a la fiscal que le acusaba
Las robustas espaldas de Francisco Javier ?vila Navas (madrile?o, 26 abriles) se han cargado en poco tiempo de muchos a?os de c¨¢rcel: 12 condenas y m¨¢s de 100 a?os. No hace mucho, cayeron sobre ellas otros 21 a?os, por colocar a una fiscal una navaja en el cuello, durante un juicio, y amenazar con matarla si no le preparaban un coche frente a los juzgados para huir. Desde el asunto de la fiscal, los jueces ya no se fian de ¨¦l. Encargan a la polic¨ªa que no le quiten los ojos de encima ni un segundo y hacen revisar la sala de vistas. Aparte de esto, ?vila Navas est¨¢ considerado como un experto en fugas. Por la ¨²ltima, cuanto menos singular, ha sumado otros tres a?os de prisi¨®n.Ni la juez se explica c¨®mo pudo escapar, en plena calle de Serrano, del furg¨®n celular que le conduc¨ªa a la prisi¨®n de Carabanchel. S¨®lo una anciana se percat¨® del trance. Anonadada, vio al recluso arrastrarse por el asfalto y salir de entre las ruedas del furg¨®n (uno de esos autobuses verdes que emplea la Guardia Civil para trasladar internos).
"?Oiga, oiga!", grit¨® la anciana a los guardias, en medio del atasco de tr¨¢fico: "?Que se escapan los presos". Era el 30 de marzo de 1990 y el lugar, la calle de Serrano. Ese d¨ªa, hab¨ªa caravanas de coches. En el veh¨ªculo v?ajaban tambi¨¦n, en sus respectivas celdas, otra treintena de internos.
Las distintas versiones sobre esta fuga expuestas en el juicio, celebrado en el Juzgado de lo Penal 11 de Madrid, resultaron confusas. La versi¨®n de ?vila Navas fue imaginativa y, cuanto menos, "pintoresca", en opini¨®n de la magistrada, Consuelo Escudero. El furg¨®n se compone de unos 20 habit¨¢culos, con sus respectivas cerraduras. Uno de ellos se utiliza como aseo. En la parte izquierda del autob¨²s hay una hilera de celdas, adosadas, y en la derecha, otra. Un pasillo, como los de los autobuses, separa a ambas. M¨¢s o menos en el centro, hay una trampilla, de las que abren los mec¨¢nicos para reparar aver¨ªas. Si se abre, se puede ver el asfalto. Pero un cuerpo no cabe por ella: hay una barra de hierro que la cruza.
La pregunta es ?c¨®mo lo hizo? Seg¨²n el propio ?vila Navas, pidi¨® a los guardias que abrieran su habit¨¢culo: quer¨ªa ir al aseo. Seg¨²n ¨¦l, al pisar la trampilla, que estaba abierta, cay¨® al asfalto por el agujero, y, a gatas, esquiv¨® las ruedas del furg¨®n, que estaba parado por el atasco. De pronto, se vio en la calle de Serrano. Y entonces, como el autob¨²s se iba sin ¨¦l, grit¨®: "?Benem¨¦rita, benem¨¦rita, esper¨¦nme!". Como no se detuvo, cogi¨® un taxi y se fue a su casa. ?vila Navas fue detenido en Almer¨ªa mes y medio despu¨¦s.
Trampa en la trampilla
Ninguno de los guardias que testificaron en el juicio recordaba que ?vila Navas hubiese solicitado ir al aseo. ?nicamente, la llamada de alerta que, a trav¨¦s del fonillo, hicieron sus compa?eros del veh¨ªculo de escolta, que iba detr¨¢s del autob¨²s. Al parar el furg¨®n, a la altura de Neptuno, volvieron a contar los presos y, efectivamente, faltaba uno: ¨¦l. La cerradura de la celda de ?vila Navas estaba forzada, lo mismo que los tornillos de la trampilla, de hierro. Y no s¨®lo destornillada; tambi¨¦n agrandada. La juez, en su sentencia por quebrantamiento de condena (tres a?os de c¨¢rcel), declara probado que "forz¨® la cerradura de la celda [del furg¨®n]", y que en el "hueco" o trampilla del pasillo que comunica con la transmisi¨®n del veh¨ªculo, hizo "un agujero a¨²n mayor del existente" y sali¨® por ¨¦l. Nadie se explica c¨®mo ni con qu¨¦ agrand¨® a¨²n m¨¢s la trampilla, de hierro.La historia de ?vila Navas est¨¢ henchida de incertidumbres que s¨®lo ¨¦l puede despejar; tambi¨¦n parece llena de imaginaci¨®n. Nadie comprend¨ªa d¨®nde consigui¨® la navaja con la que prendi¨® a la fiscal el pasado verano. Le hab¨ªan cacheado al salir de la prisi¨®n. ?l, durante la vista por las agresiones a la fiscal, lo aclar¨® en la Audiencia: sali¨® de la c¨¢rcel con la navaja en el ano. Para intentar la huida s¨®lo necesitaba deshacerse de las esposas. Y urdi¨® una trama: no quer¨ªa que su madre le viese de esa manera. Casi todo le sali¨® bien. Pero al llegar a la puerta de los juzgados, con la Fiscal, se despist¨® un momento, gracias al juez, que siempre les acompa?¨®. Fue reducido por la Guardia Civil.
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